sábado, 11 enero 2025
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Chanchullo (Primera parte)

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"Ahí ves a los aficionados gritarle como locos a una pantalla diciéndole a tal jugador que haga una pared con el jugador desmarcado y pase la pelota rápido para clavar el gol": Gabriel Otero.

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Por Gabriel Otero.

EL OPIO DEL PUEBLO

Carlos Marx, siendo un joven de 25 años afirmó en su famoso aforismo, que la religión era el opio del pueblo, no había manera de contradecirlo, era 1843 y estaba por crearse el fútbol. Un siglo después la televisión como medio de comunicación social y la transmisión del futbol profesional, conformarían un binomio letal de enajenación masiva con efectos narcóticos similares a los de la religión.

Eso no le quita la gracia, ni mucho menos el interés al deporte, el juicio aunque injusto no deja de ser cierto, ahí ves a los aficionados gritarle como locos a una pantalla diciéndole a tal jugador que haga una pared con el jugador desmarcado y pase la pelota rápido para clavar el gol y a otros once evitar que el balón entre a la portería. Ahí ves a los aficionados en los bares portar jerseys de equipos lejanos y defender su escudo como si fueran de su país y llegar a los golpes porque ganó el equipo contrario, el fanatismo es una de las mayores estupideces cometidas por los homínidos, un estado anterior al hombre, cuando el cerebro no estaba bien desarrollado.

Y sí, ahí ves en el deporte situaciones anómalas consideradas extraordinarias como la mano de Dios de Diego Armando Maradona, que a nadie pareció importarle porque resarció el honor de la nación, o balones que nunca traspasaron la línea en la portería pero que fueron declarados goles como el de Inglaterra contra Alemania y que al final le dieron el campeonato en el mundial de 1966, o la mano de Thierry Henry que llevó a Francia al mundial de Sudáfrica.

Ahí ves, cuestiones extra cancha raras como las serenatas que la hinchada salvadoreña le llevara a los jugadores hondureños antes de un partido definitorio y que la selección salvadoreña recibiera un trato semejante lo que fue una de las causales de la llamada Guerra de Fútbol. Y también ves, la visita de cortesía del general Jorge Videla, dictador argentino, acompañado de Henry Kissinger al vestidor de la selección de Perú antes de un partido crucial con la selección local en el mundial de Argentina 78 y que los ilusos y los ciegos la perciban sin ninguna consecuencia.

Ahí ves, el escándalo al interior de la FIFA con los sobornos a altos funcionarios para que Qatar ganara la sede del mundial en 2022, y las cantidades groseras repartidas entre gente cercana a las federaciones que hablan del fair play y otras bellezas sin morderse la lengua.

Ahí ves a la Federación Mexicana de Fútbol permitir la multipropiedad de equipos en la Liga MX, que no es nada nuevo, y que hasta han jugado finales, dejando de lado la transparencia, eso sin hablar de la comisión de árbitros que carece de independencia de los dueños de equipos.

Ahí ves decisiones echadas para atrás como el gol de visitante, por ser inconvenientes para algún equipo poderoso, ahí ves toda la mierda flotando en el agua.

Y sin embargo, nos encanta el fútbol.

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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