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Cerco a la desinformación

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Hace 100 años no había vacunas, medicamentos antivirales para tratar la enfermedad, ni antibióticos para tratar infecciones como la neumonía

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La desinformación se propaga en el mundo quizá a más velocidad que el covid19. La rapidez, que debería ser una ventaja, muchas veces hace que nos inundemos de contenidos que no necesariamente son de buena calidad.

Científicos y periodistas comparten en sus respectivos ámbitos la preocupación, la ansiedad de enfrentarse a algo no visto en el planeta desde 1918, cuando   500 millones de personas, o un tercio de la población mundial, se infectaron; murieron al menos 50 millones de personas.

Hace 100 años no había vacunas, medicamentos antivirales para tratar la enfermedad, ni antibióticos para tratar infecciones como la neumonía. Las medidas para evitar la propagación eran la promoción de la adecuada higiene personal, aislamiento, cuarentena y el cierre de lugares públicos. ¿Le suena?

Esclarecer qué pasa en fundamental en el periodismo. Recientemente a Jurgen Kloop, entrenador del Liverpool,un periodista le preguntó sobre el covid19.Su respuesta fue contundente: “Hay que hablar de las cosas de la manera correcta y no las personas sin conocimiento, como yo, que hablan de algo que no saben. Son las personas con conocimiento las que deberían decirle a la gente que haga esto o lo otro y si esto está bien o no.”

Este episodio muestra la tendencia a la “declaracionitis”, convertir en noticia una declaración de un famoso, aunque no tenga valor informativo.

Es necesario cerrar el paso a la desinformación. Orientar a la audiencia. Es una gran responsabilidad, porque implica ser desconfiado y escéptico de todo lo que se recibe como periodista.

Como una ironía, la crisis global llega en momentos en que los medios de comunicación luchan por ganar credibilidad. Ayudará mucho ser transparente, explicar a la audiencia cómo hacen su trabajo; eso es, decir sin reparos que lo que han dado es lo que se ha podido conseguir. Tome en cuenta que, en muchos países, hay gobiernos que no lo dicen todo. Las autoridades deben caer en la cuenta que la información debe ser técnica, profunda, oportuna, accesible.

Algunas buenas prácticas son cerciorarse que estamos ante fuentes confiables, Buscar la verdad. Ofrecer confianza, balancear, contrastar información, decir las cosas, pero no crear pánico ni alarmas innecesarias. Eso sí, la información debe ser técnica, profunda, oportuna, accesible.

Promover conversaciones profundas a nivel local, ayuda mucho. Líderes comunales, trabajadores de la salud, pobladores tienen voz y pueden ayudar a prevenir la desinformación. Hay que concentrarse en brindar datos útiles, sin importar si algún medio o sitio que solo tiene apariencia periodística,siga obsesionado por lograr clics, o en impulsar la figura de políticos o funcionarios como los “héroes”. Es preferible estar del lado de los que actúan en forma responsable, y ayudaron. 

El público debe ser escéptico, desconfiado. Consulte varias versiones, verifique si la publicación aparece en medios confiables, si hay variadas fuentes. Desconfíe de titulares llamativos que no tienen nada que ver con el texto. No haga caso a publicaciones que usan expresiones como “ha trascendido”, “parece que”, “fuentes de todo crédito dijeron”.

Tenga igual desconfianza a fotografías o vídeos. Pueden ser alterados. No lo comparta. Aunque es una realidad: en tiempos de más tecnología, la búsqueda de “clics” por parte de algunos que no entienden de sensibilidad y buscan ganar dinero predomina. Estos lo hacen de forma consciente; otros de forma inconsciente.

Como resultado, ambos contribuyen a generar pánicos, histerias y odios innecesarios. Esto último ocurre con la actitud medieval de muchos ante el hombre residente en Metapán, quien se convirtió en el primer caso positivo en el país. 

Otro asunto: no subestime el trabajo de los periodistas, andan expuestos y muchas veces desprotegidos.

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Carlos Domínguez
Carlos Domínguez
Periodista salvadoreño; defensor de los derechos humanos. Colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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