miércoles, 9 octubre 2024
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Bukele y la Revolución Cool: popular y de esperanza

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Es grave para El Salvador, la ausencia de diálogo social, un país que tiene una historia política convulsa, que recién sale de la posguerra civil

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Pasó lo que en algún momento tenía que pasar, el pueblo se insubordinó ante las élites y mediante una revuelta electoral rompió las bases del “Ancien Régime”, con la esperanza centrada de que se reforme el Sistema y se reordene y reactive el país en beneficio de las mayorías.

Lo que ha sucedido, es lo que diferentes generaciones no pudimos concretar incluso empuñando las armas; hoy, los jóvenes, las mujeres, los adultos mayores lo hicieron, haciendo uso del pequeño espacio democrático que forjamos con nuestras luchas.

A diferencia de 1972 y 1977, hoy las élites en decadencia, no podrán robarse ese resultado electoral, aunque lo intentaran.

Con votos, el pueblo ha impuesto una nueva correlación de fuerza en el país, muy a pesar de la campaña de miedo y desinformación, del proceder farisaico y cínico de los políticos y dirigentes empresariales, oenegistas, algunos religiosos y académicos que mostraron incredulidad sobre los estudios de opinión y se comportaron con soberbia intelectual y desprecio a la sabiduría del pueblo.

El Salvador, enfrentará en los próximos tres años un periodo de cambios en su sistema político, las elecciones del pasado 28 de febrero marcan el ascenso de una nueva formación política de masas, disruptiva, y beligerante frente a las fuerzas tradicionales de la política de los últimos 50 años.

La nueva correlación de fuerza que resulta de esas elecciones, dejan al partido Nuevas Ideas como la organización política de amplias mayorías en el país, o sea, mayor respaldo popular y con mayoría institucional.

Este escenario es inédito y trastoca los supuestos del sistema imperante. Se rompió la famosa trenza electoral de posguerra, en la que el sistema se aseguraba que no hubiera mayoría legislativa de un solo partido y que promovía, la regla no escrita, de la negociación cuotera y clientelar que daba estabilidad al sistema de cosas, mediante una alternancia bipartidista y un grupo de partiditos adláteres.

Por los siguientes 3 años a partir del próximo primero de mayo, la Asamblea Legislativa, tendrá el voto calificado de 56 diputados en manos de Nuevas Ideas. Liderarán la mayoría de gobiernos municipales y empujarán el cambio en los otros Órganos del Gobierno, por vía de las elecciones de segundo grado, dentro de las reglas del sistema.

La incipiente democracia en El Salvador, sin duda que está a prueba, lo que ha sucedido este 28 de febrero demuestra que democracia no son sólo elecciones y alternancia de gobiernos, que, aunque sean de diferentes grupos o partidos, hicieron más de lo mismo. Se requiere de soluciones para la gente, de institucionalidad responsable, de respeto a la organización de la sociedad, de cultura cívica, de acciones para enfrentar la impunidad y la corrupción y de espacios de dialogo social efectivo.

Democracia debe ser justicia, cohesión social, inclusión, oportunidades, felicidad, progreso y desarrollo. Es en buena cuenta: Patria y Vida.

Una dificultad que se enfrenta en el país es la no existencia de políticas de Estado, sino sólo, planes de gobierno que se reducen al tiempo de los periodos gubernativos de 5 años, independientemente de que sean gobernantes del mismo grupo partidario. Eso lleva a que lo avanzado con unos retroceda y nuevamente haya que volver a empezar.

Es grave para El Salvador, la ausencia de diálogo social, un país que tiene una historia política convulsa, que recién sale de la posguerra civil, esto hace más insegura la continuidad de los programas de un gobierno a otro, porque en un gobierno unos tuvieron más participación y sus demandas fueron incluidas, en otro gobierno, pueda que haya otros actores los que sean beneficiados del “favor de la inclusión”.

Después de un proceso electoral como el que recién está concluyendo y las realidades políticas que este deja, existe el riesgo de no salir de la vorágine destructiva de la sinrazón, del revanchismo y la descalificación.

Por ello, y sin negar las diferencias y los intereses, es prioritario se asuma una actitud progresista, cívica y democrática, que esté comprometida con el bien común, que se corresponda con la responsabilidad que reclama el momento histórico que el país y el mundo vive.

No se trata sólo de darle vuelta a la página, sino de reescribir la historia del futuro con un cambio en la manera en que hasta ahora se han hecho las cosas. Requerimos rediseñar este país, reasentar sus cimientos sobre bases de dignidad, de igualdad, de justicia, de confianza, de oportunidades, de respeto, de legalidad, de responsabilidad con equidad, de libertades, de riqueza compartida, de sueños comunes, de soberanía, en fin, de patriotismo.

La revolución cool, popular y de esperanza, que encabeza Bukele, se enfrenta a sus grandes desafíos, no sólo a la estrategia de desestabilización que lanzarán las viejas elites del régimen decadente, sino, sobre todo, a las expectativas del pueblo, que quiere algo más que pan y circo.

De ahí que el “Team Nayib” deberá cuidar las formas y contenido de su actuar político, para mantener la esperanza y el respaldo popular, clave para el siguiente eslabón: las elecciones generales de 2024.

Los funcionarios públicos y dirigentes partidarios de Nuevas Ideas, están obligados a mostrar credenciales demócratas. Los grandes temas incluyen cambios en la institucionalidad, el marco legal, la conducta de los funcionarios al servicio real de la gente, mostrarse de verdad diferentes y por sobre todo impulsar las soluciones que benefician mayoritariamente a las personas. Un dialogo incluyente, comprometido con las mayorías, para un país diferente.

Ahora bien, esta nueva realidad demanda de un cambio a los actores de la sociedad, así, los empresarios deben entender que su nueva gran jugada está en desarrollar negocios con base a la competitividad y productividad, a la gestión humana de las personas, su futuro no está en la corruptela, ni en los favores públicos. Deben ver que su modelo de gestión autocrática, de componendas y clandestina ya no es el mejor modelo de negocio, deben incluir el enfoque de Conducta Empresarial Responsable y la gestión integrada y estratégica, esto debería ser un elemento de cambio en su conducta para darle sostenibilidad a sus negocios.

Las organizaciones sociales, deben recuperar el espacio que hoy ocupan las oenegés (ong’s), leer objetivamente la coyuntura, estudiar el contexto histórico, comprender las tendencias globales, identificar su mapa de poder y volverse activos en la consecución de un modelo de desarrollo al servicio de la vida. Creo, que, en ese balance de fuerzas, Bukele y Nuevas Ideas, no son el enemigo, pero pueden ser instrumentos para el cambio.

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Francisco Martínez
Francisco Martínez
Columnista y analista de ContraPunto. Consultor en temas sociolaborales, exdirigente sindical y exmilitante insurgente. Con experiencia en capacitación y organización popular, formación en finanzas corporativas y gestión de recursos humanos.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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