En toda campaña electoral sobran los mensajes que promueven a partidos políticos y a sus candidatos. También, abundan los mensajes de los candidatos que prometen este mundo y el otro, aún convencidos ellos mismos de que lo que ofrecen es imposible de cumplir. Demagogia pura. Y lo peor, se promueven con rimbombantes elogios sobre sí mismos, sin realidad ni base alguna. Autoelogio barato.
Nadie ignora que todo mundo tiene derecho a promocionar y promocionarse en todos los medios a su alcance. Es un principio de libertad. Lo que éticamente no se vale es utilizar el cargo, los eventos y los recursos -sean del gobierno o de la empresa privada- para lograr ventaja sobre los otros candidatos. También, es impropio e ilegal utilizar los símbolos patrios para sugerir un falso nacionalismo; o a niños, como intentando impactar en los sentimientos paternales. Sin embargo, aunque algunos cuentan con gran respaldo mediático, también es evidente que -aunque ellos no lo noten o no quieran notarlo- son pobres destinatarios de fuerte rechazo popular.
En la actual contienda electoral, para elegir a Presidente y Vicepresidente de la República, 2019-2024, algunos candidatos y su partido, por ignorancia o malicia -o por ambas- resultan deslegitimando a su propia campaña electoral -por cierto muy anticipada por más de algún candidato- con prácticas ilícitas y nada éticas.
Demagogia a granel, ofreciendo capacidad, honestidad, probidad y hasta bajar la luna y las estrellas; y el autoelogio barato, cuyas expresiones ni su familia las cree, por estar alejadas de la verdad. Estos candidatos reviven la era del juego del “yo-yo”; es decir, “yo soy el mejor”, “yo si acabaré con la corrupción”, “yo… yo… yo…”, descalificando deslealmente a sus antecesores; es decir, a los presidentes posteriores a los Acuerdos de Paz, porque los hacen parecer incapaces y que fue nula su “labor” en: combate a la delincuencia, erradicación de la pobreza, desempleo, emigración, atención a los programas sociales: salud, educación, vivienda…
Paradójicamente, hoy los candidatos se promueven ellos, pero descalifican a su partido y a sus patrocinadores. ¿Y entonces? ¿no que su partido -según sus dirigentes- es el de más honesta, eficiente y productiva trayectoria? Aunque, en parte, hacen bien en descalificar a sus antecesores, porque algunos han dejado un sabor muy amargo en la población honrada.
Pero, toda medalla tiene su reverso. Y en el reverso de la medalla del autoelogio y la demagogia de los candidatos, es fácil advertir: ignorancia hasta en aspectos elementales de la reciente historia nacional; frases de cliché para ofrecer obras que ya están en ejecución o programas que ya están desarrollándose; desinterés y ninguna propuesta en el tema de los programas sociales… todo ello, con evidente pobreza de lenguaje y desconocimiento total sobre el ser y quehacer del país.
También, algunos candidatos cuentan con el respaldo de otros factores, para elevar su ego, ufanarse y mentir con elegancia, entre ellos: la tolerancia oficial ante su campaña ilegalmente adelantada; algunos medios de comunicación convirtiendo el periodismo en activismo, desconociendo el compromiso y los principios de verdad e imparcialidad de sus fundadores; profesionales del Derecho inventando o magnificando fallas, personales o laborales, de opositores en los tribunales; presentadores de TV con evidente sesgo e intención de desequilibrar al entrevistado, siguiendo algún lineamiento; la compra-venta de voluntades para impulsar movilizaciones y mítines…
Ese es, a grandes rasgos, el panorama de la presente campaña pre electoral. Pero, los tiempos cambian, y los pueblos también. Y en esto, el pueblo salvadoreño no es la excepción. El autoelogio, la demagogia, el insulto y las violaciones a las normas electorales, ya no los ignora la población. Los rechaza. Los absurdos, que lo partidos políticos creen que son trampolín para el logro de sus aspiraciones presidenciales, más hunden al candidato, que, al final, lamentará que sus falsos recursos fueron su fracaso. No se debe -ni se puede ya- jugar con la dignidad e inteligencia de los salvadoreños…