Por Guillermo Russo.
Cuánta razón le da la historia al ilustre político peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre, cuando al fundar el APRA en el año 1924 planteó entre los 5 puntos básicos del ideario del antimperialismo y el APRA, de ese importante partido revolucionario de entonces: la internacionalización del Canal de Panamá, como una real muestra de parar al entonces imperialismo norteamericano. Debemos preguntarnos si despues de más de 100 años está resucitando la forma de actuar del imperialismo. Qué dirían hoy Raúl Porras Barrenechea el valiente ex canciller peruano que se opuso a la expulsion de Cuba del seno de la OEA en la década del 50 o el propio Javier Pérez De Cuéllar, nuestro latinoamericano, ex secretario general de Naciones Unidas en plena guerra fría, quien para él la paz y desarrollo del mundo estaban en ‘’negociar, negociar y negociar’’. Me atrevo afirmar que ambos hubiesen visto la forma de solidarizarse en forma efectiva con Panamá.
Ya no es el “Tiburón y las Sardinas’’ como escribió el ilustre ex presidente guatemalteco, Juan José Arévalo, en su libro clásico, para comprender Centroamérica, quien fuera padre del actual jefe de estado a finales de los 40, sobre lo que sucedía en Guatemala y Centroamérica con los Estados Unidos, sino que ahora la orca antes de empezar a saltar y exhibirse en el parque acuático del mundo dice desfachatadamente que no descarta una intervención militar para recuperar el canal de Panamá, que quisiera convertir a Canadá en el estado 51 de los Estados Unidos y que quiere comprar Groenlandia a Dinamarca. Esto, paralelamente con el desarrollo del capitalismo digital liderado por los oligarcas norteamericanos que se vienen imponiéndose en Europa para controlarla. ¿es esto una broma de mal gusto? Me pregunto. ¿una bravuconada? ¿una obra de teatro? ¿acaso no hemos aprendido de los errores desde el término de la Segunda Guerra Mundial? Creo que debemos curarnos en salud por el bien de nuestra región. Urge una previsión de conflicto diplomático entre los países democráticos de Iberoamérica manifestando decididamente nuestro apoyo al pueblo panameño y a su presidente José Raúl Mulino. América Latina le tiene varias deudas históricas a Panamá, entre ellas al Congreso Anfictionico de Panamá de 1826 organizado por Simón Bolívar, que fuera la base para todos los procesos de integración de nuestra región en los últimos 200 años.


La contribución de los Estados Unidos está en la construcción del canal interoceánico de 80 kilómetros uniendo a los dos grandes océanos del Pacifico y Atlántico contribuyendo a la conectividad marítima y comercio del mundo desde el territorio soberano de Panamá, inaugurado en 1914. Pasaron 63 años para que Omar Torrijos, ese líder histórico panameño y el ex presidente demócrata de los Estados Unidos, Jimmy Carter, recientemente fallecido, tras complejas y largas negociaciones se pusieran de acuerdo para la entrega del canal a la soberanía de Panamá que se realizó el año 1999 y que ha sido manejado con esmero por Panamá, siendo una fuente de empleo y recursos importantes, manejado por un gran profesional como Catin Vásquez que ha sabido enfrentar los problemas presentados en los últimos años, como por ejemplo los efectos por el cambio climático. Los panameños pueden dormir tranquilos y sentirse seguros con el funcionamiento del canal.
Con el Perú existe una relación entre ambos países histórica, constructiva, solidaria e integracionista que data desde la llegada de Francisco Pizarro, a las playas de Colán, Piura, en 1532, con los famosos los trece de la isla de gallo, donde lo primero que hicieron fue construir una iglesia.
Durante el Virreynato, Panamá dependía del Perú, así por ejemplo san Martín De Porres, su madre era de origen panameño, de la isla de Taboga, Santa Rosa De Lima fue concebida en los momentos de descanso de sus padres en Taboga (isla al frente de la ciudad de Panamá), la curia panameña dependía del Virreynato del Perú. Además, por ejemplo el prócer peruano Francisco De Zela, quien diera el grito de independencia en Tacna en 1810, después de Tupac Amaru II en 1780, en el Cuzco, fue encarcelado por los realistas y enviado con su hijo mayor prisionero a la cárcel de Chagres en Panamá alrededor de 1815, falleciendo según la leyenda en 1821. El reto futuro para panameños y peruanos será encontrar sus restos. Existe un busto a su figura en una de las principales avenidas de Panamá.


En el siglo pasado Panamá fue una cuna de paso y refugio para muchos latinoamericanos que luchaban por la libertad y contra el imperialismo, en el caso del perú como Haya De La Torre y muchos apristas revolucionarios de la década del 30 y 40. En 1941, al líder Ramiro Prialé (el de la famosa frase dialogar no es pactar. Que falta nos hace hoy), el padre y hermano del expresidente Alan García Pérez; mi padre, José Antonio Russo Delgado, entre otros. Cuenta la leyenda que en la creación del PRD que fuera el partido histórico de Panamá en el siglo pasado hubo influencia de dos peruanos ilustres; Luis Alberto Sánchez y Ramiro Prialé, en el caso del primero está su importante aporte y discurso en la creación de la universidad nacional de Panamá.
Entonces, ¿qué hacemos los latinoamericanos en la actual coyuntura? El lunes asume un incierto cowboy en que no sabemos que camino elegirá para la construcción de la paz en el mundo. ¿y en nuestra confusa región? De arranque pienso en que debemos apoyar decididamente y eficazmente a Panamá, quiero pensar que contamos con el apoyo de los de habla española y portuguesa, esta mancomunidad de espíritu de las repúblicas iberoamericanas que conformamos la OEA y que sumamos alrededor de 13 países. Espero que las amenazas sean un sueño, porque si no es así estamos ad portas de que la pradera de America Latina se incendie con consecuencias inimaginables por las consecuencias políticas, económicas y sociales para la región. Quedando el lamentable incendio de los ángeles, chico.
También deberíamos los demócratas proponer e insistir que Panamá es una zona de paz con neutralidad absoluta para la paz mundial; y, así como durante la guerra fría en muchos países latinoamericanos, en especial en los 60 y 70 del siglo pasado nuestro slogan era ni con Washington ni Moscú, hoy deberíamos machacar hasta el final por ser lo correcto; ni con Washington, ni con Moscú, ni con Pekín. Solo Latinoamérica unida salvará a América Latina y a Panamá.
Contribuyamos solidariamente sin distinción ni camisetas ideológicas a la tan llamada unidad de américa latina apoyando a Panamá en esta irracional bravuconada del surgimiento del nuevo imperialismo de este siglo.