Armando Manzanero y Juan Gabriel, magos de las emociones

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En algún lugar leí que las emociones es el lenguaje con que Dios nos habla. Ellas nos moldean el día a día, timonean la mayoría de nuestras decisiones, crean nuestras imágenes y sensaciones; cruzan información entre nuestro presente y nuestro pasado. Conectan con misteriosas funciones como la intuición, el sexto sentido, etc. Todo esto ocurre al encender la radio.

La música es el vehículo más expedito para conectar con las emociones. Se escucha música para disfrutarla y sentirla. La música es para enamorar, recordar, levantar los ánimos, enardecer las pasiones patrióticas, sentirse cerca de la divinidad.

Hay muchas formas y géneros musicales. Pero hay un género musical consentido de la humanidad entera El que le canta al amor. México ha sido un terreno fértil para el surgimiento de creadores de música llamada “romántica”; verdaderos magos de las emociones, que nos han acompañado a lo largo de la vida. Ahora hablaremos de dos compositores cimeros de la creación musical de la segunda mitad del siglo XX. Ellos son Armando Manzanero (1935 – 2020) y Juan Gabriel (1950 – 2016).

ARMANDO MANZANERO, yucateco, nacido entre músicos, en una región riquísima en géneros musicales propios. Desde los doce años, se dedicó a la música. Su creatividad la enfocó en el bolero, género que revolucionó y lo lanzó al mundo. Sus melodías son elegantes y sutiles, con armonías que a veces recuerdan la bossa nova, sin perder el sabor del trópico donde creció.

Su producción tiene más de quinientas composiciones registradas, de las cuales cincuenta son éxitos mundiales. Es difícil escoger una pieza en particular, para categorizarla como la mejor. Cada una de aquellas, nos ha hecho soñar.

JUAN GABRIEL, nacido en Michoacán, en 1950. Su origen es muy humilde. Tuvo diez hermanos, de los que ocho murieron siendo niños. En su canción “De sol a sol”, cuenta la tragedia de su familia, un tema muy sentido, con una fusión de sonidos indígenas y europeos y un estilo muy cerca de la canción de protesta latinoamericana.

Su producción abarca más de mil ochocientos temas. Desde “la muerte del palomo”, compuesta a sus trece años, hasta las últimas, se observa una solidez formal y de contenido. Su versatilidad le permitió incursionar en muchos géneros, pero fue en la ranchera donde ha dejado su gran legado. Si Manzanero revolucionó el bolero, igual hizo Juan Gabriel con la ranchera.

Falta mencionar su dominio escénico, el manejo de su voz, la empatía con el público. En el escenario se erigía como un dios. Un auténtico show man.

Ambos fueron grandes en su género. Íconos que nos han acompañado como el sound track de nuestra vida. Dedicaron su vida, desde su niñez, a cantarle al amor, se proyectaron por el mundo entero, musicalizaron películas, telenovelas; fueron traducidos a muchos idiomas.

Una diferencia entre ambos: Manzanero es para cantar a media luz, al oído de su amante y Juanga es para proclamar su amor a los cuatro vientos. Grandes los dos.

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Carlos Velis
Carlos Velis
Escritor, teatrista salvadoreño. Analista y Columnista ContraPunto
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