Por Susana Barrera
El Desarrollo Local está en emergencia. Estamos ante una oportunidad única e histórica, y esto no es romanticismo. El Salvador transita por un contexto político social nunca visto, amen de sus ventajas o desventajas, colores o fanatismo. Es importante trascender del cuestionamiento permanente, de detractores, de antagonistas y protagonista a las respuestas y acciones reales, y es aquí donde se nos presenta una página en blanco para reescribir esta historia corrigiendo acciones y revisando la utopía de transformar este país, y una de las vías debería partir desde adentro desde los más profundo, desde lo local, potenciando el liderazgo real, nacido en las entrañas de la comunidad; esta concepción no es nueva, la sugiere la teoría y se verifica en la realidad.
Esto no es mito griego; el corcel no debe venir desde fuera, debe emerger en el interior, no es marketing en la palma de la mano, ni negación permanente; lo que vivimos ahora es realidad pura y sin anestesia, y gracias a Dios que la realidad es dialéctica, cambiante y todos los días tenemos la oportunidad de empezar, corregir e incluso mejorar y definitivamente el 2024 es el big data.
Es urgente remirar, no aplazar y potenciar a los hombres y mujeres, jóvenes o no tan jóvenes que se atrevan a desafiar la ficción, la obra literaria o el show mediático, es imperativo que quienes se atrevan a lanzarse como gobernantes locales en el 2024, seducidos o no por una bandera política, piense en lo global y actúen lo local (Glocal), superen el fanatismo, consideren lo ético como bandera, trabajen en equipo, revisen cada capitulo de nuestra historia, pongan en palestra la creatividad, planifiquen y proyecten el territorio sin dejar de aprovechar las oportunidades externas… Que quienes votaremos no veamos la marca política partidaria, volvamos a la fuente, y escaneamos al o la aspirante.
Las municipalidades en 2024 nos pueden dar sorpresas y las mejores respuestas para equilibrar la democracia; el comportamiento del electorado local tiene en sus manos dibujar la esperanza y la solidaridad, y lo mejor no votan los de afuera, solo los del municipio. Hay ejemplos importantes de liderazgos internos y comprometidos que pueden servir de inspiración:
Villa el Salvador es una ciudad que nació en la nada, en el desierto, en Perú, en 2021 cumplió 50 años de existencia y ha sido motivo de diferentes estudios como modelo de autogestión y desarrollo local, acuñó el lema: “porque no tenemos nada lo haremos todo” y poco a poco fueron apareciendo empresas comunales, incluso una universidad, todo empujado por una organización local, un caso que debe reflexionarse; no muy lejos, cito Juventud Emprendedora, un proyecto impulsado por diferentes organizaciones en Metapán, Santa Ana, donde cerca de una veintena de jóvenes emprendedores se han fortalecido en habilidades para la vida y potenciado sus negocios generando empleo y creciendo en liderazgo dentro de su municipio, otro ejemplo, 120 comunidades de 10 departamentos del país protagonizan una gesta titánica para legitimar sus propiedad y reivindicar derechos antes las autoridades, estas son acompañadas por Comunidades de Fe Organizadas en Acción (COFOA), así podemos recoger cualquier cantidad de historias inspiradoras que nos invita a remirar el desarrollo local y territorial y que de cara a transformaciones nos demuestran que los cambios emergen esencialmente desde adentro.
Ya con matiz de gobernanza, la venidera generación de alcaldes y sus concejos deberán ser liderazgos valientes que venzan las inclemencias que les dejó el FODES, una pandemia, el duro revés a la descentralización y otros desafíos, que aspiren a democratizar y transparentar el poder.
Toda esta prosa tiene base en nuestros instrumentos en Código Municipal y por supuesto en nuestra sagrada Constitución que mandatan colocar en el centro del bienestar a las personas y vale citar palabras de Monseñor Oscar Arnulfo Romero que exhorta a no imponer caprichos sino a participar de la construcción del bien común (Hom. 14 de agosto de 1977).