Fabricio Altamirano y Roberto Dutriz, representantes de La Prensa Gráfica (LPG) y El Diario de Hoy (EDH), respectivamente, presentaron un informe sobre la libertad de expresión en El Salvador, durante la cumbre de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), realizada recientemente en Cartagena, Colombia. El informe fue escrito por Altamirano y presentado por Dutriz en el pleno de la reunión de medio año de la gremial de prensa hegemónica del Continente.
En resumen, en el referido informe, Dutriz presenta a su medio y al de Altamirano como víctimas del “nuevo oficialismo”, es decir, Nayib Bukele, su entorno cercano, el movimiento Nuevas Ideas y el partido GANA. El representante de LPG acusa al presidente electo de clonar el sitio web de su periódico y de perpetrar ataques cibernéticos desde cuentas en redes sociales.
Citando monitoreos de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) y de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), Dutriz también señala casos de atropellos y violaciones de derechos contra periodistas, sin mencionar -desde luego- las decenas de despidos en su propia empresa mediática y en la de Altamirano, que también han sido denunciados por la APES y la Mesa de Protección a Periodistas.
Independientemente de la validez o no de tales denuncias contra Bukele (en otro artículo hablaré de la necesidad de transparentar y “regular” redes sociales y medios digitales), quiero señalar la falta de solvencia moral de Altamirano y Dutriz para denunciar violaciones a la libertad de expresión, así como la hipocresía que representa el hecho que personeros de los periódicos oligárquicos se presenten como paladines de este principio fundamental de la democracia consagrado en la Constitución y Tratados Internacionales.
“El Diario” y “La Prensa” siempre han mantenido políticas informativas y lineas editoriales sesgadas en favor de los intereses de las élites oligárquicas que han dominado históricamente al país y que desde 1989 lo hacen a través de las políticas neoliberales. Esto ha significado pasar por encima de los derechos y la libertad de expresión de los demás sectores nacionales, ocultando o minimizando la opinión de quienes adversan tales medidas.
Así, estos periódicos se han caracterizado por manipular información y tergiversar la realidad. De hecho, el informe de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (MOE-UE) sobre las elecciones presidenciales del pasado 3 de febrero señala a LPG y EDH de conceder mayores espacios y sesgar las coberturas informativas en favor del ex candidato de la coalición conservadora ARENA-PCN-PDC-Democracia Salvadoreña, Carlos Calleja; y de publicar informaciones en tono negativo contra Nayib Bukele.
Recientemente LPG, cuyo eslogan es “noticias de verdad”, publicó una noticia falsa o “fake news” que acusaba al presidente y al director ejecutivo de la Administración de Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) de otorgar concesiones a empresas de su propiedad. Días después, obligada por la Ley de Rectificación y Respuesta, La Prensa tuvo que retractarse, algo que difícilmente habría hecho si los afectados por la información falsa o inexacta no fueran funcionarios influyentes (y anunciantes).
Los grupos Altamirano y Dutriz también son artífices del más bajero antiperiodismo. Los panfletos amarillistas ¡Más! y Mi Chero hacen apología de la violencia, reproducen mensajes sexistas y violentan flagrantemente leyes que prohíben la violencia simbólica contra la mujer. Por eso cierran filas con las gremiales mediáticas y publicitarias para impedir la aprobación de los proyectos de Ley de Creación del Sistema Nacional de Prevención de la Violencia y Ley de Espectáculos Públicos, Cine, Medios de Comunicación y Publicidad.
EDH y LPG comulgan con la idea de que, en materia de medios, “la mejor ley es la que no existe”, frase que pregonaba el ex presidente Antonio Saca, cuando dirigía la Asociación Salvadoreña de Radiodifusores (ASDER), entidad que -por cierto- no se ha pronunciado sobre el vergonzoso hecho de que medios de comunicación asociados suyos se financiaron con la corrupción de los gobiernos de ARENA, especialmente con el de Tony Saca.
Para citar una última cosa en este corto espacio (y en relación a la reciente conmemoración del martirio de San Óscar Arnulfo Romero), El Diario de Hoy y la La Prensa Gráfica tienen pendiente pedir perdón por haber difamado, calumniado y mentido sobre Monseñor Romero, hasta llegar al extremo de instigar el magnicidio del Arzobispo Mártir. Si lo hicieran, quizás tendrían la primera pizca de fuerza ética para hablar de libertad de expresión; pero mientras no lo hagan, Altamirano y Dutriz, serán -como dice el dicho popular- “burros hablando de orejas”.
El autor es Periodista y activista. Director ejecutivo de Asociación de Radiodifusión Participativa de El Salvador (ARPAS) y presidente de Asociación Latinoamericana de Comunicación y Educación Popular (ALER).