viernes, 13 diciembre 2024
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¿Alguien se acordó…

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…de la Ticha, Félix, Chepe y Polí­n el recién pasado 29 de septiembre? Oficialmente en el Gobierno y su partido, nadie. ¿Quiénes fueron ese póquer de ases de la revolución olvidada y de su Bloque Popular? Fueron seres humanos coherentes y consecuentes con sus ideales, grandes pero humildes hasta sus finales. Respectivamente, sus nombres son –son, porque siguen vivos acá en el corazón, en la aurí­cula y el ventrí­culo de la izquierda con alma‒ Patricia Puertas y Félix Garcí­a Grande, José López Velázquez y Apolinario Serrano.

La Ticha de apenas veintitrés añitos y Félix de treinta y cinco eran esposos; Chepe y Polí­n, ambos de treinta y cinco eran originarios de Suchitoto, departamento de Cuscatlán. Estas cuatro personas estaban entregadas en cuerpo y alma a la lucha del campesinado salvadoreño por hacer valer sus más elementales derechos, en tiempos cuando no se perdonaba semejante atrevimiento y se le cobraba con sangre la factura a quien osara enfrentar al poder económico, polí­tico y militar.

“Cuatro civiles muertos ayer en enfrentamiento”, se leí­a en e1 titular de una nota publicada en la última página de La Prensa Gráfica del domingo 30 de septiembre de 1979. La versión inicial sostení­a que un numeroso grupo de subversivos habí­a atacado el Regimiento de Caballerí­a y que los militares habí­an respondido, haciendo que huyeran los rebeldes sin saber si algunos resultaron heridos. Lo que sí­ constaba era el fallecimiento en combate de tres hombres y una mujer. Como en los enfrentamientos actuales, solo hubo bajas en uno de los bandos.

Pero al dí­a siguiente, el primero de octubre, el mismo periódico reveló la identidad y las edades de las ví­ctimas mortales. Entonces ya eran dos las versiones de los hechos. En una se aseguraba que habí­an fallecido el sábado 29 en la madrugada, cuando desde el vehí­culo en que se conducí­an intercambiaron disparos con soldados del mencionado cuartel; la segunda era que les habí­an marcado el alto al momento que salí­a un grupo de militares a hacer sus ejercicios rutinarios y no acataron la orden, por lo que les dispararon. En esta última explicación no se menciona enfrentamiento alguno.

Dí­as antes se habí­a realizado el congreso del Bloque Popular Revolucionario, en el que fue nombrado Juan Chacón ‒el también querido dirigente campesino‒ como su secretario general. Juancito, como le solí­amos llamar, también fue masacrado luego de haber sido secuestrado el 27 de noviembre de 1980 junto con Enrique ílvarez, Manuel de Jesús Franco, Doroteo Hernández, Humberto Mendoza y Enrique Escobar Barrera. Sus cuerpos torturados salvajemente fueron encontrados en distintos sitios al siguiente dí­a.

Buscando entre las noticias me encontré con una en la cual se registraba un precario “acto” realizado en la mañana del 29 de septiembre,… pero de hace años. Fuera de eso, hecho con más pena que gloria, el “FMLN oficial” ‒tal como dice en su página cibernética‒ no registra homenaje alguno a la altura de los méritos de la Ticha y sus tres compañeros inmolados hace treinta y siete años, ni del valor de Juancito y los cinco revolucionarios verdaderos que asesinaron junto a él.

Por eso ese partido polí­tico será el “oficial” pero hace rato ‒mucho, mucho rato‒ dejó de ser el FMLN histórico. No lo es porque su dirigencia no tiene memoria histórica. Si la tuvo, no se la transmitió a su base de la posguerra o se la sustrajo para aventarla al más ingrato de los ostracismos; si la tuvo, se le atrofió en medio de su loca y desesperada carrera tras los pasos de los partidos de conciliación nacional, demócrata cristiano y republicano nacionalista: ocupar la mayorí­a de espacios posibles en la administración pública ‒sobre todo el del Ejecutivo‒ para luego olvidarse de sus idí­licas promesas de campaña y mejor dedicarse a ciertos menesteres en provecho personal.

¿Habrá excepciones? Quién sabe. ¿Decepciones? Esas sí­, las hay y muchas. Pero excepciones, a estas alturas lo dudo cada vez más pues ‒por ejemplo‒ ninguno de entre quienes presumen de su “pureza ideológica” y “contextura revolucionaria” se pronunció públicamente el pasado 29 de septiembre, siquiera a tí­tulo personal; mucho menos se inauguró alguna calle o un túnel ‒aunque sea sin terminar‒ en honor a Ticha la grande y a los imprescindibles Polí­n, Félix y Chepe. Imprescindibles ellos y ella, porque fueron de los que lucharon toda la vida hasta el final para que otros y otras ‒no el pueblo que sigue igual o peor‒ se acomodaron bien desde hace casi veinticinco años para disfrutar la tranquilidad y la abundancia del “descanso del guerrero”; para dedicarse al “buen vivir”.

Mientras, Silvio continúa soñando con serpientes; revolucionarios como ustedes ‒Ticha, Félix, Chepe y Polí­n‒ lo inspiraron a él e inspirarán a las generaciones que pronto, muy pronto agarrarán la estafeta y levantarán sus banderas… Las de ustedes y las de tanta gente igual que ustedes, pero distinta a quienes sobrevivieron para regodearse sobre tanta sangre derramada.

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Benjamín Cuéllar Martínez
Benjamín Cuéllar Martínez
Salvadoreño. Fundador del Laboratorio de Investigación y Acción Social contra la Impunidad, así como de Víctimas Demandantes (VIDAS). Columnista de ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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