Nuestro hermoso planeta azul, cubierto de agua en cerca del 70 por ciento de su superficie, repleta de mares, ríos y lagos, así como de mantos acuíferos subterráneos y favorecida de una de las bendiciones más grande: el ciclo del agua, que cae en torrentes de lluvia que se encuentra en la atmosfera, sumado a la reserva que se encuentra en glaciales y en las capas de hielo principalmente en la región polar y en Groenlandia. Sin duda, nuestro planeta no fuera tan impresionante si no fuera por el agua.
Este preciado líquido es indispensable para la vida. Se sabe que representa aproximadamente el 70% del peso corporal de los seres humanos y que para sobrevivir una persona debe ingerir al día una cantidad de agua que represente por lo menos 3% de su peso; lo que significa que el promedio necesario de agua por persona es de aproximadamente 2 litros al día. Pero además hay que tomar en cuenta la cantidad de agua que se debe tener acceso para satisfacer las necesidades básicas: cocina, higiene personal, limpieza de la vivienda y lavado de ropa entre otros.
Pero el agua hoy en día no es vista como un derecho humano, sino como una oportunidad para el beneficio económico, donde los Estados han tratado de domesticarla en grandes presas hidroeléctricas, y las empresas transnacionales se empeñan en privatizarla para beneficio propio, ahondando la contaminación sin escrúpulos.
La mano criminal de grandes consorcios ha sido la responsable de catástrofes ambientales que ni con todo el dinero podrían subsanar, por ejemplo el derrame de petróleo crudo ocurrido en el 2015 en la laguna Mecoacán en Paraíso, Tabasco, México, un accidente que dañó 500 hectáreas y más de 5 kilómetros de playa, afectando además la actividad productiva de sus habitantes.
Otros casos: la contaminación con arsénico de las aguas subterráneas en Bangladesh en la cuenca del río Brahmaputra desde 1990, que filtra el agua potable de alrededor de 30 millones de personas, que significa según la Organización Mundial de la Salud (OMS): "el mayor caso de envenenamiento de una población registrado en la historia"; y el emblemático caso de Ecuador contra Texaco (hoy parte de Chevron) por verter 19 mil millones de galones de residuos y derramar 17 millones de galones de petróleo.
El Salvador no está exento de este problema mundial. De acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador (MARN) se estima que de los ríos que hay en nuestro país, más de 300, solamente menos del 5% de ellos no están contaminados. Esto aunado a los problemas que acarrea el cambio climático, la mala distribución y tratamiento. Además, el ineficiente mantenimiento y la reparación de las instalaciones de acueductos y alcantarillados son el dolor de cabeza que está sufriendo la población hoy en día.
Bajo este contexto tan caótico es indispensable la pronta aprobación de la Ley General de Agua que asegure a toda la población el derecho humano a contar con agua suficiente, a precio asequible, físicamente accesible, segura y de calidad. No solo hoy, sino en el futuro.