sábado, 27 abril 2024

Memoria moral e identidad

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Sobre la memoria hay un abuso en el sentido fuerte del término que deriva de “la manipulación concertada de la memoria y del olvido por quienes tienen el poder”, establece el filósofo y antropólogo Paul Ricoeur. En ese caso se habla de una memoria instrumentalizada que termina por afectar la construcción de la identidad colectiva y personal.

La fragilidad de la identidad tiene que ver con su carácter puramente presunto, alegado, pretendido de la identidad. También con la fragilidad que se tiene para dar las respuestas sobre ¿quién soy? ¿qué cosa? afirmando: esto es lo que nosotros somos. Tales somos, así­ y no de otro modo  (Ricoeur).

Y de acuerdo a este autor, una de las causas de esta fragilidad viene de la herencia de la violencia fundadora, ya que no existe comunidad histórica que no haya nacido de una relación que se puede llamar original frente a la guerra.  De este modo, los mismos acontecimientos que para unos significaron gloria, para los otros son de humillación. Así­ se almacenan en los archivos de la memoria colectiva, heridas reales y simbólicas.

Esto hace posible comprender el caso de muchos paí­ses de Latinoamérica, en los que este trabajo ejercido en el tema de la memoria está directamente relacionado a la preocupación por las huellas de las dictaduras militares y por los atropellos cometidos contra la población civil durante perí­odos de guerra, memoria que en las últimas cuatro décadas ha vuelto a encarar a la institucionalidad del Estado con cuentas pendientes que ponen en duda la posibilidad de que sea posible construir un futuro democrático sin mirar las cuentas pendientes del pasado. Esta práctica consciente se relaciona a la «memoria moral».

Por «memoria moral» se entiende la que se refiere a las ví­ctimas (Reyes Mate). Establece que ésta “es sinónimo de justicia, y el antónimo es olvido, es la injusticia”. No es recordar el pasado, sino reivindicar el sufrimiento oculto como parte de la realidad o, lo que es lo mismo, denunciar toda construcción de presente que ignore la vigencia de una injusticia pasada.

La memoria moral pertenece a los inocentes que murieron sin razón, y es esa inocencia la que la convierte en moral. “Es su inocencia la que cuestiona cualquier sistema polí­tico, aunque sea el de la democracia, si esta acepta como precio de su éxito el olvido de la injusticia cometida”.

Hablar así­ de la memoria hace visible la deuda y la hace presente; ello impacta en generaciones posteriores, tanto porque cuestiona el presente que ha sido construido sobre el olvido, como porque reafirma a la Justicia que no debe solo castigar al culpable olvidando al sujeto de la injusticia. Finalmente porque esta memoria rescata la mirada de la  ví­ctima, que nunca es la misma que la de la historia ni de la ciencia ni de la sociologí­a; ella es, afirma R. Mate “el lado oculto de la realidad, porque es la parte dolorosa, el secreto de la memoria”.   

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Redacción ContraPunto
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Nota de la Redacción de Diario Digital ContraPunto
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