Nacer y vivir en un país territorialmente pequeño, incipiente, pueril, casi imposible, acarrea consigo una mezcla de sentires y pensares que dan forma a la abollada autoestima nacional.
La "salvadoreñidad" es el culmen de la ironía. Cual destellos diamantinos que se yerguen entre minúsculas cosas, de cuando en vez aparecen personas e ideas que deslumbran al tiempo.
Érase una vez en los verdes pastos del coliseo gaditano, el hechizo de un mago acalló a la grey sedienta de victoria. Exhumando vítores perdidos y pañuelos blancos, la culebrita macheteada dejaba tras de sí, los jadeantes cuerpos de cuanto mortal osó desafiarla.
"””¿Qué pensás cuando entras a la cancha?
“”Yo no pienso. Yo tengo en la cabeza. "
Lo más lúgubre y hermoso, convive aquí en El Salvador. De esas cosas a veces incomprensibles para los ojos del mundo. Este es un lugar auténtico. Para su gente, acostumbrada a juzgar hasta el último jocote del cerro, es difícil discernir entre héroes y villanos.
“Cuando era niño me acuerdo de aquel uniforme azul brilloso de raso de la Selecta, y con los destellos del alumbrado eléctrico brillaban. Los jugadores eran mágicos”¦ Quedaba pasmado viéndolos”¦”
La culebrita macheteada, traza surcos luminosos en la noche, cual antorcha que señala la ruta de la juerga del hechicero:
"La noche hay que respetarla, es un asunto serio. Hay que saber andar en la noche. Es un arte (…) Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche, las ganas de juerga no me las quita ni mi madre”
El mago usó los estadios del mundo para llevar su mensaje. Otros ya lo habían hecho con sus vidas y sus versos:
“Tengo tres amigos en El Salvador, dos mártires, monseñor Romero y Roque Dalton; y el otro muy querido y admirado, y por suerte está vivo se llama mágico González”, dijo el cantautor Joaquín Sabina en un concierto en San Salvador.
Y el brujo, cada vez que pisó un césped, nos mostró un país, un mundo de ensueño en medio de la sin razón:
“Cumplí mis sueños. Mientras vivía soñaba y mientras soñaba vivía”¦”
El mago bebe hoy el agradecimiento de un pueblo en un tazón olímpico que lleva su nombre.
“A mí no me gustan los homenajes. No me gusta el protagonismo”.
El mago y su culebrita macheteada, forman parte del salón de la fama del fútbol con sede en México, junto a la constelación de celebridades que desafían al futuro.
"Supongo que ese acto se debe de asistir de smoking y yo no tengo. Si voy, me deberán prestar un saco que se parezca al de Rod Stewart”
Su truco, que impregna a la salvadoreñidad toda, es pensar por siempre con "positivez", es aceptar la condición que es tal porque no puede ser de otra manera, ajena al bien o mal, a la debilidad o fortaleza, así lo explica el genio:
"…y si hubiera actuado de otra manera, ya no sería yo, no sería “˜Mágico’".