viernes, 26 abril 2024
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Y sigue la pugna intraoligárquica

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Ahora abiertamente de cara a las próximas elecciones

A pesar de que perdió a su lí­der ílvaro Arzú, la facción económica e ideológicamente más atrasada de la oligarquí­a local continúa su pugna en contra del ala moderna, corporativizada y global de esa élite. El motivo es el control de los réditos del Plan para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica (PTNC), en especial en materia de infraestructura vial privada. El PTNCA es el mecanismo mediante el cual el plan geopolí­tico regional contra la presencia de China y Rusia en la región se concretiza, realizando para el efecto una restauración conservadora en favor de la facción oligárquica moderna, razón por la cual ésta compró al instante su impunidad ante la CICIG ―el instrumento supranacional que la geopolí­tica usa para culminar su plan estratégico― pagando impuestos atrasados y multas, y alineándose con la táctica supranacional al uso para quitar y poner gobiernos: la “acción polí­tica no-violenta” y sus mecanismos operativos: el golpe de Estado blando, las revoluciones de colores y la lucha contra la corrupción.

Aunque la baja de Arzú solucionó en gran parte esta pugna, los liderazgos que lo suceden se empecinan en impedir que Dionisio Gutiérrez tome el control del paí­s por medio de un gobierno en el que la izquierda rosada y la derecha lila (la socialdemocracia y el neoliberalismo “progre”) servirí­an para construir el simulacro de una “revolución pací­fica” que fungirí­a como expresión de la táctica de hacer cambios para que todo siga igual, y culmine así­ la restauración oligarca en marcha desde el 2015, cuando empezó la implementación de la “teorí­a de la acción polí­tica no-violenta”, creación del estratega anticomunista Gene Sharp. La facción ultraconservadora es la que defiende “el orden institucional” y al gobierno. Y a ésta, la facción contraria la caracteriza como un “pacto de corruptos”. El problema que enfrenta la facción más atrasada es con quiénes contar para lidiar en la próxima elección, pues sus opciones no rebasan a la ultraderecha fascista, al empresariado anticomunista y a las camarillas militares leales a la doctrina de la seguridad nacional. Es decir, al rostro que la facción moderna quiere maquillar.

La facción moderna no tiene este problema, pues cuenta con la izquierda rosada y la derecha lila (con)fundidas en una amistad “amplia”, y los candidatos “progres” le sobran: desde Thelma Aldana hasta los corruptos nenes de la “nueva polí­tica”, pasando por toda laya de oenegistas que ¬â€•entonándole loas a Soros y a las agencias globalizadoras de financiamiento internacional― levantan la mano para que la geopolí­tica se digne señalarlos con el dedo a fin de ocupar puestos públicos y labrarse así­ un futuro en el Estado oligárquico. Vaya conservadurismo. Por eso, ésta es la facción ungida para gobernar después de Jimmy. Su táctica es poner a la masa en contra de éste, como si de él brotaran todos los males ―obviando así­ que es el régimen económico el problema y no los tí­teres de su poder―, para ofrecerle a la plebe ignara un candidato “mejor” que haga los cambios necesarios para que todo siga igual.

El problema no son los funcionarios. Es el sistema económico que corrompe al sistema polí­tico. Por eso hay que optar por una fuerza antioligárquica que democratice la economí­a, el Estado y la cultura mediante un gobierno representativo que impulse la pequeña empresa y la educación, la salud y el empleo para las capas medias y los pueblos plurinacionales.

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www.mariorobertomorales.info

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Mario Roberto Morales
Mario Roberto Morales
Escritor, periodista y catedrático guatemalteco; ha sido Premio Nacional de Literatura de Guatemala. Ha escrito novelas, cuentos y ensayos

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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