lunes, 13 enero 2025
spot_img
spot_img

Voces de Libertad, gran alboroto en Hollywood

¡Sigue nuestras redes sociales!

"Por qué darle la espalda a un documento que se atreve a hablar de un tema tan delicado": Carlos Velis.

spot_img

Por Carlos Velis.

Las redes sociales están llenas de dicho tema. Voces de libertad. La película que ninguna plataforma ha querido lanzar, pero que ha recolectado una suma récord en solo el estreno en Estados Unidos. 

Que a una película le cierren las puertas, no es una novedad. Hay muchas que ni siquiera pudieron ser terminadas, otras que duermen empolvándose en las bodegas hollywoodense. Lo curioso es la reacción virulenta, a mi juicio, exagerada, sobre esta película.

Comencemos con el tema, el tráfico de niños. La película va del agente federal de Estados Unidos Timothy Ballard, que renunció a su trabajo para dedicarse a salvar niños víctimas de las redes de traficantes en Colombia. De inmediato acusaron a los productores, de conspiranoicos, ligados a Qanon y más.

A pesar de que esta es una realidad de lo más macabra y un secreto a voces en todo el mundo. Solo en Estados Unidos, las cifras oficiales del FBI, en 2020 han desaparecido 365,348 y en 2019, la cifra ascendió a 421,394. Y en el mundo, las cifras suben a más de ocho millones al año. Según UNICEF, en su informe de 2016, cerca de 50 millones de niños están desarraigados en el mundo. Pero si entramos a las causas de las desapariciones, la cosa se pone muy macabra. Sin entrar en detalles, los niños son una especie de ganado. Les hay para mascotas, para crianza y para carne.

Por qué darle la espalda a un documento que se atreve a hablar de un tema tan delicado. No me atrevería a especular. Pero no puedo dejar de comparar esto con el caso de Jeffrey Epstein y sus relaciones con los grandes del poder mundial. Hay demasiado dinero en juego. ¿Será que esta película le toca los genitales al tigre?

Pero también pienso en nuestro país, no los niños desaparecidos en la guerra, ni los abusados por los supuestos líderes espirituales. Hay algo peor. Es el abuso cometido en la intimidad del hogar. Aquel santuario donde, según los cristianos, mora Dios y es, justamente, la cabeza de la familia, aquél que Pablo en su Carta a los Efesios manda que las mujeres y los hijos se sometan al padre como a Dios. ¿Es justo que éste sea el profanador del cuerpo de sus hijos? Y digo, igual un padrastro o, peor aún, un tío, al que se le ha brindado la hospitalidad.

Esto ocurre. Y las consecuencias, de las que hablaré en otro artículo, son devastadoras. ¿Cuántas son las víctimas de este delito silencioso, del que, muchas veces, los padres son los últimos en enterarse? A veces, hasta que se enfrentan a una vida destruida de un hijo o hija que no pudo procesar semejante atrocidad y buscó alivio en las calles y las drogas. Es un dolor indescriptible ver a un ser amado muerto en vida. Mientras el perpetrador, brillando como un sol, con sus negocios y su familia perfecta.

Cuánto falta para una verdadera justicia.

¡Hola! Nos gustaría seguirle informando

Regístrese para recibir lo último en noticias, a través de su correo electrónico.

Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.

Carlos Velis
Carlos Velis
Escritor, teatrista salvadoreño. Analista y Columnista ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

spot_img

También te puede interesar

spot_img

Últimas noticias