viernes, 12 abril 2024

Vivir para morir: El problema de la muerte

¡Sigue nuestras redes sociales!

  “Uno siempre muere demasiado pronto o demasiado tarde. Y, sin embargo, la vida está ahí, terminada… “(J.P. Sartre)

La pandemia de COVID19 ubica el fenómeno de la muerte con mayor cercanía a nuestras realidades; cada vez tenemos más noticias de seres cercanos que fallecen. Las estadísticas de mortalidad y de letalidad del virus son fuertes y dramáticas. Pero la muerte trasciende al fenómeno pandémico, es una realidad humana que intentamos esquivar.

Cuando nacemos ya somos adultos para morir… (para morir basta con estar vivo); la muerte es la mayor certeza del ser humano; en la medida que vamos creciendo surgen sueños, planes, proyectos de vida, un sinfín de posibilidades y oportunidades que pueden cumplirse o no…

 La muerte es la realidad más democrática que existe. Su aparición no está condicionada al clima, o a la geografía, ni determinada por la edad, la raza, el sexo o la religión. No favorece, ni discrimina. El dinero no la detiene y la pobreza no le produce compasión. Se lleva al genio, al bruto, al corrupto y al puro. A héroes y a tiranos, a los fracasados y a los victoriosos. La muerte se lo lleva todo (R. Blades).

Aunque nos cueste creer, parafraseando a Octavio Paz, la muerte ilumina nuestra vida; la muerte es intransferible, está ahí como parte de la definición existencialista del sujeto, y debemos acostumbrarnos a ella. En efecto, nacer es a vivir, como vivir es a morir. Somos seres para la muerte –aunque suene fatalista- (sein-zum-tode). Pero también hay una visión presocrática con cierto desdén: “La muerte no es nada para nosotros, porque mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, ya no somos”.

Para platónicos, hegelianos y creyentes la muerte es liberación del espíritu encerrado en la naturaleza, iniciando así el camino a la trascendencia; para los pragmáticos y agnósticos la vida es lo que fue aquí y ahora. Como sea: “Vive, vive honestamente, Tarde o temprano atravesaremos el umbral de la muerte. Porque en la naturaleza de todo hombre, Ninguno se escapa de esta suerte” (Jesús del Cid Robles)

La pregunta última y fundamental del ser humano –que no solemos hacernos- es ¿vivir para qué?; en términos generales, nos educan para la prosperidad, y dependiendo del contexto en donde nacemos el abanico maniqueo se despliega entre pobreza y riqueza extrema. Pero no solo vivimos para estudiar, trabajar y producir, o para amar o querer, creería –ingenuamente- que a nuestro paso por esta historia y por este planeta deberíamos dejar algo, una especie de huella positiva que vaya más allá de sembrar un árbol, tener un hijo o escribir un libro.

Por un lado, es indiscutible que vivimos para los demás, para la alteridad, y no para nosotros mismos; en efecto, la vida como principio y fundamento y, la muerte como fin último se da y se sufre desde los otros. Nos duele la muerte de familiares y amigos, sentimos su ausencia, sobre todo en circunstancias prematuras, injustas o violentas. La muerte es una seguridad histórica, es cuestión de tiempo y de circunstancias –estar en el momento equivocado-, y esto supondría en cierta medida estar preparados para morir.

Es realmente paradójico que todos nos vamos a morir, el más pobre y el más rico, y más allá de extender un poco la vida con buenos servicios de salud, al final nos espera la muerte en circunstancias símiles; llegamos a este mundo como casi como un misterio genético, y nos vamos de él bajo circunstancias de un natural deterioro.

Creo que la muerte no nos debe preocupar mucho… ella será y se dará, lo importante es vivir en plenitud, hacer las cosas lo mejor posible, ayudar, compartir, tener un propósito, dejar huella; que seamos de grata recordación para quienes estuvieron cerca de nosotros. Anotó Isabel Allende: “La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo”.

Por el momento vive y procesa del mejor modo la muerte de tus seres cercanos, era cuestión de tiempo; puede ser un cambio de misión o el menor de los sufrimientos, y como decía García Lorca “si no te preocupaste en nacer tampoco te preocupes en morir”. Por el momento vive, sigue viviendo…

¡Hola! Nos gustaría seguirle informando

Regístrese para recibir lo último en noticias, a través de su correo electrónico.

Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.

spot_img

También te puede interesar

Participe con su comentario

Oscar Picardo Joao
Oscar Picardo Joao
Académico salvadoreño, de origen uruguayo; científico, analista, colaborador y columnista de ContraPunto
spot_img

Últimas noticias