Por Ernesto Panamá
Las guerras se dan desde antes del nacimiento de Jesús Cristo y las armas han pasado desde la quijada de un burro, la piedra, la obsidiana, flechas, lanzas, al uso de la pólvora y la fabricación de pistolas, fusiles, ametralladoras, cañones, así como al desarrollo de fuerzas marítimas, aéreas, blindados, tanques, morteros y misiles. Las batallas pasaron de ser en campo abierto y defendiendo fortalezas a la guerra de trincheras, dominando este siglo la guerra la tecnología satelital, los aviones velocidad Mach2, drones, sistemas de misiles hipersónicos y armas nucleares móviles de alta precisión, capaces de evadir todo sistemas de detección y radares.
Resulta en la actualidad más barato sustituir al soldado que un tanque o una batería de misiles.
Pienso que los lectores están conscientes de que desde hace más de una década el imperio unipolar, representado por los gobiernos de los Estados Unidos de Norteamérica y sus plebeyos, los gobiernos integrados en el Parlamento Europeo y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), utilizan un arma nueva con la que sancionan, impiden el comercio y embargan bienes para que gobiernos en los distintos continentes se sometan. A esta arma se le conoce como sistema monetario FIAT y sus acciones disuasorias y coercitivas se ejecutan a través del sistema SWIFT (Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales).
El arma con la que se desarrolla la tercera guerra mundial se llama dólar, euro, libra esterlina, monedas y método utilizado para coartar el comercio mundial. Sistema monopolizado que decide el valor del papel, si se te permiten o no retirarlo, comprar o vender, decisión dictatorial a la se somete a gobiernos y pueblos generando miseria, subdesarrollo e inestabilidad, lo que logran sin utilizar las viejas armas.
Esta guerra la dirigen quienes proveen el papel moneda: la banca central y la industria armamentista, cuya meta es controlar a los pueblos del mundo interviniendo en el uso del dinero FIAT (Sin respaldo). Utilizan, para ello, gobiernos con deudas impagables, como el de los Estados Unidos de Norteamérica, gobiernos integrados en el Parlamento Europeo y la Organización del Tratador del Atlántico Norte (OTAN), quienes doblan la cerviz a los intereses de quienes imprimen el papel llamado dinero.
La tercera guerra mundial busca someter a los habitantes del planeta al sistema unipolar económico, cultural, político y militar, y tiene como rivales a naciones que no están dispuestas a abandonar sus costumbres, tradiciones e independencia, y que promueven el multilateralismo. Entre ellas se encuentran Brasil, Rusia, China, India, Irán, Sudáfrica, Turquía y Arabia Saudita, naciones de la Unión Económica Euroasiática y de otras latitudes.
Estas naciones dejan de utilizar el dólar en su comercio, utilizando sus monedas al comerciar energía y materias primas, reduciendo, además, las reservas en dólares. Algunas de estas monedas están respaldadas por oro.
Analizando los países integrados en el multilateralismo, estos poseen el mayor número de habitantes en la tierra; además, son los que poseen los mayores yacimientos de insumos energéticos, producen la mayor cantidad de fertilizantes y alimentos y poseen las mayores riquezas naturales y minerales, ventajas insuperables para el mundo unipolar, quien necesita de estos recursos y no podrá utilizar su moneda para suplir sus necesidades.
El imperio unipolar no puede igualar el ritmo de producción del mundo multipolar, carecen de suficientes recursos y su mano de obra es cara y escasa, situación que los ha conducido a depender de la importación de productos de bajo costo del mundo multipolar para controlar la inflación en sus países, lo que se complica con la necesidad de la banca central e industria armamentista, quienes deben generar conflictos e imponer sanciones para ser rentables.
Esta situación es insostenible para los gobiernos miembros del parlamento europeo y la OTAN, pues sus nacionales son afectados por el alto costo energético, de alimentos, intereses, exceso de impresión de papel moneda, además de los incentivos fiscales ofrecidos por Estados Unidos de Norteamérica, que obligan a la industria europea a trasladar plantas, creando desempleo e inestabilidad a sus gobiernos.
Se avizora el fin del imperio unipolar, pues estos gobiernos han dañado a sus pueblos al seguir políticas hegemónicas egoístas, dictatoriales, que van en contra la naturaleza humana.
Vivimos la tercera guerra mundial y es mi deseo que esta termine sin el uso de armas nucleares.