viernes, 12 abril 2024
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Por Ernesto Panamá

Dejamos de creer en “dogmas“

Escribir tiene como fin transmitir conocimiento, y he aprendido que, si no conoces el significado de una palabra, no comprenderás el contenido, por esta razón copio y pego el significado de dogma.

Un dogma es un principio o creencia que es considerado como verdad absoluta, irrefutable, y se establece como base para cualquier campo de conocimiento. 

La religión y la política utilizan dogmas.

Así el dogma religioso dice que Caín y Abel son hijos de Adán y Eva, pero en la biblia no menciona como fueron gestados, ni cuando nacieron.

En política el dogma: el bipartidismo es el sistema político que rige en El Salvador.

Y geopolíticamente el dogma hasta la saciedad repetido es, “la mayor potencia mundial, económica, militar y democrática son los EE. UU”.

Dogmas religiosos se mantienen vigentes por siglos La inquisición fue instrumentada para la aceptación de dogmas. 300 años después, Martín Lutero cuestiona los dogmas y al no poderlos sostener, la iglesia se divide.

No es posible reprimir el espíritu humano, la formación de consciencia,  el desarrollo tecnológico, férreos enemigos de las mentiras y suposiciones escondidas tras los dogmas.

El dogma político en El Salvador del bipartidismo, el pueblo acaba con él cuando harto de la explotación, decide unido votar por una tercera alternativa que ofrecía un nuevo rumbo.

En 1823 la doctrina Monroe o dogma “América para los americanos”  es dictada. Nadie consultó   con el resto de los países, pero nos privó de inversiones que pudieron llegar de otras latitudes.  

Por 198 años se nos somete a este dogma, y funcionó, pero para el enriquecimiento, desarrollo y avance tecnológico norteamericano, pero no para el resto de américa. En este dogma, ni los abuelos creemos.

El dogma de que la economía más fuerte del mundo es la de los EE, UU. no es creíble, su deuda es de más de $ 28.817.525.700.456, cada ciudadano adeuda $ 86.024.  El 18 de octubre 2021 senadores y congresistas deben autorizar el “aumento del techo de la deuda”, si no sucede el gobierno se verá imposibilitado de cumplir sus compromisos financieros. Quizá podemos pensar que este dogma fue válido, pero si sumas a la creciente deuda el desempleo, petróleo caro, la emisión de moneda y aumento de inflación, el dogma resulta mentira.

El dogma de que Estados Unidos es la potencia militar más poderosa también está en duda, pues en una guerra no solo debes tener las armas, debes contar con los fondos para sostenerla. La situación económica actual, no parece ser ideal para sostener un conflicto a gran escala. No fue casualidad el abandono de Afganistán. Comparando la maquinaria militar de “la nación más poderosa del mundo” con la de los Talibanes, es equivalente a comparar a una hormiga enfrentando a un gorila. La valentía de quienes por 20 años lucharon y vencen es admirable.

Este dogma militar, no parece sostenible tampoco.

El dogma de que EE. UU.  es el ejemplo de democrácia a imitar, fue echado por tierra por los demócratas, al hurtar la victoria al pueblo quien en las urnas decidía que el presidente Trump debía continuar en la presidencia.

Quién ocupa la Casablanca lo hace ilegítimamente, y continúa utilizando el garrote y la zanahoria, el chantaje y sanciones para someter a “aliados” y enemigos. En sus dogmas, ni sus aliados europeos creen.

—–

Desde 1989 China y la Federación Rusa no desperdicias recursos en derrocar, desestabilizar, o sancionar países, sus recursos se invirtieron internamente, con resultados que a simple vista se comprueban.

La pandemia se convierte en un medio con el que salvan vidas en muchos países, además programan la instalación de laboratorios para fabricar sus vacunas en América latina.

China continúa regida por el partido comunista, pero el manejo de sus asuntos internos, si a Rockefeller no le importa, por que abría de importarnos a nosotros.

La Federación Rusa se encamina por un camino de desarrollo exitoso y desde 1989 el sistema comunista no la gobierna.

China y Rusia desarrollan alianzas ante el comportamiento hostil de los EE. UU. y han decidido invertir en nuestros países, ¿Debemos permitirlo?¿O seguir esperando por la “ayuda desinteresada” del país dogmático del norte?

Ernesto Panamá es Escritor

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Ernesto Panamá
Ernesto Panamá
Columnista de ContraPunto, Escritor salvadoreño; Máster en Edición, con 13 obras publicadas

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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