martes, 16 abril 2024

Usan huesos del “Ángel de la Muerte” nazi para dar clases de medicina forense

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El doctor y criminal nazi Josef Mengele murió en Brasil en 1979. Este es el fin que tuvieron sus restos

Los restos del doctor nazi Josef Mengele, conocido como el "Angél de la Muerte" por haber hecho experimentos atroces con miles de judí­os en el campo de concentración de Auschwitz, son ahora material de estudio en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo, en Brasil.

El médico alemán huyo de Europa tras el final de la Segunda Guerra Mundial y después de estar en la Argentina unos diez años se escondió en Brasil, donde murió en 1979. Durante más de 30 años, sus huesos permanecieron en una bolsa de plástico azul en el Instituto de Medicina Legal de Sao Paulo, sin que nadie los pidiese. Hasta que algunos meses atrás el doctor Daniel Romero Muñoz, que encabezó el equipo que identificó los restos en 1985, decidió darles un uso práctico. Según informó la agencia Associated Press, Romero Muñoz, que dirige el Departamento de Medicina Legal, consiguió la autorización para usarlos en clases de medicina forense.

"Los  huesos ayudan a examinar los restos de un individuo y a cotejar esa información con los datos de los documentos relacionados con esa persona”, dijo Muñoz durante una reciente entrevista.

Mengele murió hace casi cuatro décadas, al ahogarse frente a las costas del estado de San Pablo.  Habí­a estado prófugo por años en los que se lo buscó por realizar experimentos entre los detenidos y por enviar a miles de ellos a las cámaras de gas.

Su vida como prófugo y el misterio que lo rodea contribuyen a hacer que los huesos resulten una herramienta educativa particularmente buena, señaló Muñoz.

"Por ejemplo, al examinar los restos de Mengele, vimos que tení­a una fractura en la parte izquierda de la pelvis”,  explicó, agregando que "información que encontramos en su ficha del ejército indica que se fracturó la pelvis en un accidente de motocicleta  en Auschwitz”, el campo de concentración nazi de Polonia.

En el cráneo de Mengele, Muñoz señaló un pequeño agujero en los huesos de la mejilla izquierda, que dice es consecuencia de una sinusitis crónica.  Muñoz indicó que la pareja alemana que escondió a Mengele en Brasil le dijo a la policí­a que a menudo sufrí­a de forúnculos que se trataba él mismo con una rasuradora.

Sin embargo, la noticia del uso del esqueleto del jerarca nazi generó cierta polémica en Brasil. "No sé lo que siento”  al saber que los huesos de Mengele están siendo usados con fines académicos, comentó Cyrla Gewertz, sobreviviente del holocausto de 92 años. "Tengo demasiados recuerdos dolorosos de él y de lo que nos hizo a mí­ y a otros en Auschwitz. Son recuerdos que no puedo borrar de mi mente”,explicó.

Después de la guerra, Gewertz, quien dijo haber estado internada en otros campos de concentración como Ravensbruck  y Malchow, se fue a Suecia, donde vivió siete años y conoció a su marido, con quien vino a Brasil en 1952.

Oriunda  de Polonia, Gewertz tiene un tatuaje en su brazo izquierdo que la identifica como prisionera de Auschwitz: A24840. Cuenta que estuvo cara a  cara con Mengele en varias ocasiones.

"Una vez (Mengele) me dijo que me desnudase e ingresase a una enorme tina con agua muy caliente”, relató Gewertz durante una entrevista en su departamento de Sao Paulo. "Le dije que el agua estaba demasiado caliente y me respondió que si no hací­a lo que me decí­a, me matarí­a. Después tuve que ir a una cuba con agua helada”.

Gewertz afirma que en una ocasión vio a Mengele matar a una bebita recién nacida tirándola de un techo en el campo de concentración. "Era un hombre diabólico, perverso. Un torturador”, sostuvo.

De Buenos Aires a Brasil

Después de la guerra, cuando los lí­deres del Tercer Reich de Adolf Hitler estaban siendo juzgados por crí­menes de guerra, Mengele huyó a la Argentina y vivió en Buenos Aires por una década.  Se radicó en Paraguay cuando agentes de la Mossad israelí­ capturaron a otro jerarca nazi, Adolf Eichmann, que también viví­a en Buenos Aires. En  1960 llegó a San Pablo, donde fue alojado por la pareja alemana de Wolfram y Lisolette Bossert y por una familia de inmigrantes húngaros.

Mengele murió en 1979 cuando nadaba en una playa de la ciudad costera de Bertioga. Los Bossert lo enterraron en Embu, en las afueras de San Pablo, usando el nombre de Wolfgang Gerhard.  Años después, las autoridades alemanas interceptaron una carta que le envió la pareja a la familia de Mengele informándole de su muerte y alertaron a las autoridades brasileñas.

Su cadáver fue exhumado en  1985. Especialistas de Alemania, Israel, Estados Unidos y Brasil confirmaron que se trataba de Mengele a partir de relatos de personas que lo conocieron en Brasil, comparando su escritura en cartas confiscadas y analizando el cráneo, para ver si encajaba con las fotos de Mengele.

La  profesora Marí­a Luiza Tucci Carneiro, historiadora que coordina el Laboratorio de Estudios de Etnicidad, Racismo y Discriminación de la Universidad de Sao Paulo, dijo que espera que el análisis de los huesos de Mengele aliente a los estudiantes a ir más allá de la ciencia y se interesen en cuestiones históricas y éticas.

Los  estudiantes deberí­an aprender asimismo "cómo fí­sicos, psiquiatras y otros cientí­ficos importantes trabajaron para el Reich, aportando sus conocimientos para la exclusión de grupos étnicos que fueron clasificados como una raza inferior”, dijo Carneiro. "Una exclusión que  dio paso a un genocidio”, agregó.

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