Desde cipotillo me gustaba la política, veía los programas de análisis, periodistas hablando sobre temas “importantes”, me ilusionaba tener la claridad con la que algunos manejaban estos temas, quería entender, explicar y aplicar la política. En septiembre de 2009 recibí la llamada más importante de mi vida, era desde Ciudad Universitaria para informarme que había aprobado el examen específico de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Entonces mi sueño de entender y explicar los temas “importantes” se iba concretizando con la idea de ser politólogo.
En mi primer semestre en 2010 viví una toma del campus que duró 11 días, luego una segunda toma de 56 días, ambas tomas por un grupo de estudiantes de las facultades de derecho, ciencias económicas, ingeniería y algunas escuelas no facultativas que luego tomó el nombre de Estudiantes por la Autonomía, ya que desde 2008 se patentizaba sobre la merma de los derechos políticos del estudiantado. Las tomas eran clave para detener la violación al gobierno universitario tripartito y que el estudiantado contara con su respectiva representación en el Consejo Superior Universitario y resolver otros problemas conexos, producto de esta toma se llevó a cabo el proceso que permitió sentar las bases de la reforma universitaria, la cual no ha podido realizarse, presionando por la misma en 2013 con una toma del edificio de Rectoría. Ahora el campus se encuentra tomado por el Colectivo Estudiantil Universitario, sus demandas y reivindicaciones son otras; justas y necesarias.
Por eso, quienes hemos estado vinculados a la Universidad más grande de Centroamérica debemos apoyar esta toma, pues la USAC es el bien público más importante de Guatemala, la institución pública más redituable del aparato público, devolviendo Q. 3.75 por cada Q. 1.00 invertido en la misma, formando a sus más de 180,000 estudiantes, generando un impacto directo a más de cien mil usuarios del Ejercicio Profesional Supervisado Multidisciplinario (EPSUM), e indirecto en más de un millón de ciudadanos, además del valor agregado que recibe el sector público y privado con la contratación de sus egresados. La Universidad debe convertirse en el epicentro de la discusión, análisis y reflexión de los “problemas nacionales”, y de la construcción de propuestas de solución a los mismos, sobre la base de evidencia científica, dirigiendo su actividad hacia los grupos vulnerables y mayorías desposeídas −en su amplia diversidad− como el centro de su producción científica y académica, abandonando la actual visión empresarial y mercantilista bajo la cual está siendo administrada.
Dicho sea de paso, sin la USAC, muchos no hubiésemos tenido la oportunidad de estudiar y ser profesionales. Para los guatemaltecos, la matrícula anual asciende a Q. 91.00 ($. 11.86), mi matrícula anual como ciudadano centroamericano era de Q. 1,800.00 ($. 234.56); casi veinte veces más, no obstante, esto no se compara con todo lo que la USAC me dio y me sigue dando. La USAC me enseñó a amar, a reflexionar, a soñar y a cuestionar, me dio esperanza y un futuro por el que luchar. Defendamos la autonomía universitaria. Universidad rima con diversidad. ¡La USAC no se privatiza ni se concesiona!
Id y enseñad a todos.