Por Ricardo Sol Arriaza.
Ante la cancelación de la duda del Estado salvadoreño a la Universidad de El Salvador (UES), lo primero que debo expresar es un reconocimiento al Rector, M. Sc. Juan Rosa Quintanilla, y a las autoridades de la UES que han conducido con éxito la negociación sobre el presupuesto institucional y la cancelación de la deuda que, por ese concepto, había adquirido el gobierno central.
Pero no menor es el mérito de las autoridades gubernamentales que han hecho posible una decisión política de alto valor. El compromiso con el financiamiento de la educación superior pública, no se si debo recalcar pública, es un tema de alto valor, desde la perspectiva del rol que ésta esta llamada a jugar para el desarrollo socioeconómico y cultural de un país. Mas aún, en el caso de El Salvador que, por los años de conflicto bélico e inseguridad, acarrea un enorme lastre que debe de superar. Franqueada la inseguridad o al menos en proceso de superación, el desafío de la educación y específicamente el de la educación superior, la investigación científica y el desarrollo tecnológico se convierten en el pilar a fortalecer para avanzar hacia el desarrollo integral de la sociedad salvadoreña.
Sin duda, el desafío de fondo es el de transformar y fortalecer el modelo productivo del país, para poder generar la riqueza que permita a la población salvadoreña mejorar sus condiciones de vida y alcanzar un desarrollo humano integral. Pero esto, en la actual etapa de la historia de la humanidad, solo es posible si se cuenta con una relevante base tecnológica, que solo se logra con la investigación científica.
No es esta la oportunidad para hablar de los roles de las universidades privadas, sin duda han jugado un rol en los años de guerra civil y la enfermiza sociedad de posguerra civil y seguro seguirán jugando su rol. Pero lo que es importante asumir es que la Universidad Pública es un pilar esencial del Estado, un bien insustituible para apuntalar el desarrollo económico y la equidad social, de allí la responsabilidad de los gobernantes apoyarla e integrarla a las estrategias nacionales de desarrollo.
Desde esa perspectiva, la UES, en tanto universidad pública debe responder con fuerza y compromiso, las políticas públicas de los gobiernos en el pasado nunca asumieron a la UES como un factor de desarrollo, de allí sus políticas –muchas veces antiuniversitarias– y su reticencia al financiamiento necesario para su mejor desempeño. Sin duda, con esta decisión de política pública, el Estado salvadoreño hace esfuerzos enormes para dejar el pasado atrás y encausarse hacia metas mas dignas de la sociedad salvadoreña.
Cabe esperar de la UES, asumir los actuales desafíos para la Educación Superior, en tanto universidad pública. Esto desafíos obligan a superar la idea de que el conocimiento es algo cerrado y transmisible mecánicamente, hoy más que nunca, éste debe asumirse como dinámico, inacabado y en constante construcción. Esto exige no solo actualizar contenidos, sino también enseñar a aprender, desaprender y reaprender, procesos que adquieren más vigencia ante el acelerado desarrollo de las tecnologías digitales.
Esta aceleración del desarrollo científico y tecnológico hace que el conocimiento evolucione de forma constante. Por el contrario, los programas universitarios no se actualizan con la misma rapidez, lo que genera una brecha entre lo que se enseña en las aulas y lo que se necesita en el mundo profesional, científico o social.
El diagnostico, que hoy en día se comparte en el mundo universitario tiene varias aristas: uno, que la aceleración científica y tecnológica hace que el contenido quede obsoleto rápidamente; dos, que la tradicional especialización dificulta una comprensión integral de los problemas globales, pero aún hay resistencias para romper barreras entre facultades o áreas del saber.
Estos desafío, propios de esta etapa de la historia humana, no deben de menospreciar o descuidar los siempre vigente desafíos de la educación superior, e insisto, más aún de la educación superior pública. 1) Acceso y equidad que haga frente a las desigualdad socioeconómicas: barreras económicas, acceso a tecnología y conectividad, valladares para grupos marginados (personas con discapacidad, pueblos originarios, minorías étnicas) 2) Calidad educativa basada en la actualización curricular, capacitación continuamente al profesorado en metodologías activas, competencias digitales y enfoques inclusivos, evaluación y aseguramiento de la calidad. 3) Financiamiento sostenible que vincule el presupuesto con entregables científicos, tecnológicos y de profesionales actualizados y altamente capacitados y útiles para la sociedad. 4) Vinculación con las demandas del desarrollo productivo, social y cultural, tanto laboral como de conocimiento; 5) Transformación digital, uso de plataformas digitales innovadoras. 6) Internacionalización y movilidad: ampliar el intercambio de experiencias, conocimiento y desarrollo científico con centros académicos de alto nivel mundial, intercambio docente y estudiantil.