viernes, 12 abril 2024

Turno para el ofendido

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La obra de Dalton puede sopesarse en varias vertientes. También su vida, desde una juventud volcada hacia el quehacer polí­tico y hacia el quehacer de la poesí­a.

«Roque Dalton, 

salvadoreñito, 

paloma entre los pumas». 

Fina Garcí­a Marruz


Con motivo de los 40 años del asesinato del poeta Roque Dalton (1935-1975)*, reproduzco retocada la nota que hice a su “Antologí­a Poética” publicada por Gerardo Rivas Moreno en la “Colección de Poesí­a del Quinto Centenario, Poetas de España y América”. (Bogotá, 1990). En esa ocasión hice la selección de 57 de sus poemas y el prólogo para el cuaderno del salvadoreño, introducción a la que doy algunos retoques:

Desde esas dos orillas de una misma vocación liberadora, Roque Dalton es el rí­o que se recorre a sí­ mismo. Al decir de Manlio Argueta, su compañero generacional, al momento cuando la Universidad de El Salvador fue incendiada por los militares que juzgaban a ese centro como a un foco subversivo en 1956, “comienza a surgir la persona de Roque Dalton y su fervor poético”.

Hijo de padre norteamericano y de madre salvadoreña, estudiante a medio camino de graduarse en derecho, exiliado en México donde, otra vez, dejó a medio empezar las carreras de antropologí­a y de etnologí­a, Roque Dalton inserta su poesí­a en la mejor tradición latinoamericana, la que hace nicho en la subversión del lenguaje, en la ruptura.

Al irse despojando de esos influjos, Roque Dalton señalaba en una entrevista titulada “La vida escogida”, la lectura de tres poetas franceses que por siempre lo acompañaron: Henri Michaux, que señalaba que “escribir es recorrerse”; Saint John Perse, quien afirmaba que la poesí­a es “el pensamiento desinteresado”; y Jacques Prevert, un poeta que nos enseñó que para firmar el retrato de un pájaro hay que esperar a que éste se decida a cantar.

Cuentan amigos cubanos cómo el poeta pasaba las puertas que a menudo cierra la burocracia: gendarmes, conserjes y hasta porteros de algún bar al que llegaba al filo de la hora del cierre, se abrí­an a su paso. Sólo le bastaba con lanzar a sus cancerberos, según decí­a, “una mirada de poeta inédito”. Ya sabemos que esa puede ser una mirada letal o al menos severa.

Su más conocido ciclo “Taberna y otros lugares” tiene como epicentro la ironí­a, que por lo demás es una constante en toda su obra. En realidad, hay dos grandes núcleos en la manera como enfrenta el poema: el desenfado, por una parte, y la presencia inocultable de su paí­s, de otra. Para ello se vale de coloquios, imágenes, giros populares, alusiones librescas, trozos de canciones, metáforas de largo y corte alcance. Sobre esos núcleos gira, como un trompo luminoso, lo mejor de la obra del poeta salvadoreño.

A veces auto-referencial, a veces descriptivo, no pocas veces volcado a la polí­tica a la que añade siempre un giro humorí­stico que le quita hierro a su palabra -y ya sabemos que este material se oxida en la poesí­a panfletaria y de puño cerrado-, Dalton nutre su poesí­a en la parodia: “Después de la bomba atómica/ polvo serás, ¿más polvo enamorado?”

Hablar del humor en su poesí­a, que contrarí­a a una buena zona de solemnes poetas militantes, darí­a para todo un ensayo. Lo mismo ocurrirí­a si habláramos del humor que deplegaba en la vida cotidiana y que ya forma parte de una leyenda. De él dijo acertadamente Eraclio Zepeda: “tení­a un gozo por la vida absolutamente renacentista”. Y bien, démosle paso a su poesí­a, dejémosle su turno al ofendido:


El descanso del guerrero

Roque Dalton


Los muertos están cada dí­a más indóciles. 

Antes era fácil con ellos: 

les dábamos un cuello duro, una flor, 

loábamos sus nombres en una larga lista: 

que los recintos de la patria, 

que las sombras notables, 

que el mármol monstruoso. 

El cadáver firmaba en pos de la memoria

iba de nuevo a filas

y marchaba al compás de nuestra vieja música. 

Pero qué va, 

los muertos 

son otros desde entonces. 

Hoy se ponen irónicos, 

preguntan. 

Me parece que caen en la cuenta 

de ser cada vez más la mayorí­a.


* Este artí­culo fue publicado originalmente el 8 de febrero de 2015

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