En el 2016, el déficit de EEUU con China fue de 367,000 millones de dólares; el de Alemania de 74.9 mil millones, el de Japón de 68.6 mil millones y el de México de 60.0 mil millones. En la campaña electoral y ya en la Presidencia sólo ha hecho referencia al de México que es el menor. ¿Por qué?
Los gobernantes de EEUU, sobre todo los de derecha radical, necesitan durante su gestión tener un enemigo externo al que la ciudadanía identifique con claridad. En los últimos 100 años ha sido la URSS, los comunistas, el nazismo, Japón, las guerrillas de Latinoamérica, los terroristas árabes. Desde ahí articulan su discurso y parte importante de la acción política.
El elector promedio que votó por Trump no puede ubicar en el mapa dónde está China, Alemania o Japón. En su vida nunca han visto a un chino, a un alemán o a un japonés. Esos mismos votantes saben dónde está México, reconocen que es su frontera sur, algunos incluso han estado en sus playas, y todos los días ven a mexicanos. Ven también series de televisión sobre narcotráfico y violencia en México.
Para esos estadounidenses, Alemania, Japón e incluso China, que por su innovación y calidad productiva, le están ganando a EEUU porque son más competitivos y hacen mejores productos. En su visión, México no es un país industrioso y si obtiene un superávit en la balanza comercial es porque su mano de obra es barata, las plantas estadounidenses se fueron a México y les arrebataron los puestos de trabajo.
Desde el inicio de su campaña, Trump eligió a México como su enemigo. Ya de presidente continúa así. En razón de su proyecto proteccionista, el enemigo es claramente identificable. La consigna es sencilla; que las empresas de EEUU regresen y devuelvan los trabajos.
En razón de su proyecto político, que implica los EEUU se vuelvan sobre sí mismos, el enemigo también es funcional. Su país está lleno de mexicanos, todos delincuentes. Si se les saca, los estadounidenses volverán a estar seguros. Hay que echar del país a 5 millones de mexicanos; y para que no vuelvan hay que hacer el muro y volverán a vivir felices.
Trump, si quiere tener el apoyo de los suyos y ser reelecto, debe cumplir sus promesas. Eso exige construir el muro con México, expulsar a los migrantes sin papeles y renegociar a favor de EEUU el TLCAN. Si él, el constructor de la nueva grandeza no logra, porque los mexicanos no se dejan, lo abandona y listo. Sus votantes lo eligieron para eso. Es una declaratoria de guerra política, comercial y mediática. Los negociadores mexicanos no lo pueden olvidar. En las guerras también se negocia y se puede ganar.