viernes, 6 diciembre 2024
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Todo puede empeorar

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"Sí, todo puede empeorar, el fomento al exacerbado individualismo donde el yo se coloca en el pedestal y el nosotros se entierra en tumbas oblongas": Gabriel Otero.

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Por Gabriel Otero.

La humanidad se encuentra en la post decadencia, el proceso de descomposición cadavérica en el que se ha perdido la mayoría de la carne y solo quedan huesos, excepto en el abdomen (1), es lo último que se disipa sea músculo o grasa, cual alegoría de los pecados capitales de la vanidad y la gula.

En esta época todo puede empeorar: el amor de la señora adinerada que pasea su mascota engalanada con el disfraz de Blancanieves en un coche para bebé, metálico y reluciente, y que muy generosa reparte un par de monedas de cinco pesos a dos niños indigentes que se acercan a contemplar a Fifí, la perrita.

La influencia de los mesías de las redes, seguidos por millones de jóvenes, que hablan, con propiedad o sin ella, sobre cualquier cosa, desde cárceles infernales en un país cafetalero hasta calzado deportivo exhibido en las vitrinas de Rodeo Drive, da igual mientras todo se monetice o genere likes.

El narcisismo de los políticos engaña bobos como el idiota naranja que amenaza con regresar, y que seguramente lo hará, para acercarse a la post decadencia de construir muros, escupir su ira y mirarse en el espejo cuando los gusanos devoren sus ojos.

Sí, todo puede empeorar, la pérdida del aprecio al semejante y el fomento al exacerbado individualismo donde el yo se coloca en el pedestal y el nosotros se entierra en tumbas oblongas.

El revisionismo generacional sin sentido y ridículo, cuando los menores de cuarenta años padecen el síndrome de Peter Pan y se acercan en un pestañeo a su propia muerta sin vislumbrarla.

La aburrida añoranza de los viejos y sus recuerdos glorificando lo vivido, porque el tiempo pretérito no está distante del presente, y cada paso que se dio contribuyó a esta post decadencia futurista.

Claro, y todo puede empeorar aún más, la ignorancia y la desmemoria, son componentes medulares para ser reactivos y vivir en un mundo virtual donde cualquiera tiene voz para opinar y escribir, sin ninguna estúpida causa, plagado de faltas de ortografía y emoticones.

Pero la educación no importa, ¿cuándo ha importado? mientras jóvenes mujeres meneen caderas y culo y se sientan empoderadas al ritmo de “Yo perreo sola” y por exhibirse en Only Fans ganan lo mismo en un día que un profesionista en seis meses por rebanarse la cabeza.

Y la pandemia no sirvió de aprendizaje, la humanidad fétida proclama la cuarta muerte de Dios por carecer de un mínimo de trascendencia vital.

Y todo nace y todo acaba y todo puede empeorar y extinguirse cualquier día de estos.


(1) https://lasendadelcriminologo.com/procesos-de-descomposicion-cadaverica/

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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