Los humanos, somos los únicos con razonamiento moral que nos planteamos el bien y el mal. Obviamente, el ataque al hipopótamo del zoológico, es un acto malo y condenable que requiere una investigación, porque hay responsables, así como también es muy cierto que hay prioridades éticas. En esta ocasión no se hablará del caso del hipopótamo, que se ha vuelto todo un fenómeno mediático, sino que quiero profundizar sobre el discernimiento moral, la humanidad, y la salud mental de los salvadoreños.
En el caso hipotético, que exista algo de salud mental, y logremos establecer prioridades, es decir, poner en orden de importancia ética, quienes más la merecen. Pondríamos, en primer lugar, nuestros seres queridos (que puede incluir a las mascotas), amigos, conocidos, y personas de mi entorno cercano, colonia o comunidad, luego, en este orden vendrían todos nuestros compatriotas, y por último la humanidad entera (personas de todos los continentes). En este orden, consideraríamos también, a las formas de vida más compleja que habitan la tierra, para protegerlos, de nosotros mismos, por cierto, porque somos los únicos que les causamos daños, ya sea por placer o intereses mezquinos. Pero, ante todo, las prioridades éticas ahí están ya, ante nuestra vista.
Es un reflejo de una muy mala salud mental, el que alguien se aproveche de su condición “˜humana”™, racional, consciente y deliberada, para hacer maltrato animal. Si hacer daño provoca placer, entonces se ha perdido sensibilidad, por lo tanto, también humanidad. La lógica es que, si se es capaz de hacerle daño a un ser vivo, vulnerable, y que no puede hablar ni defenderse, qué cosa atroz no le haría a otro humano, a un menor de edad, a un discapacitado, y a una persona dentro de mi “círculo de prioridades éticas”.
Por ende, no me sorprende, tal hecho, en un país donde hay casos de extrema maldad contra otros humanos, el reciente caso de la niña, de un año, violada por el padrastro quien la contagió de una enfermedad venérea, otra niña asesinada por cortar “˜pitos”™ del árbol del vecino, y tantas otras injusticias por las cuales algunos todavía sentimos dolor, horror, e indignación, porque nuestras prioridades éticas, estimamos, están en el orden correcto, y no hemos visto vigilias por ellos, ni pronunciamiento, ni indignación, porque algunos, es tal el nivel de alienación (se es un extranjero para sí mismo), o casi locura, que tomaron una decisión ética, han elegido una trinchera de lucha, por la defensa de las demás especies animales, que está bien, porque a lo mejor han determinado que la propia especie es insalvable y que produce horror y vergí¼enza los actos que cometen, incluyendo el gran show mediático.