Embarazo adolescente y los sueños rotos

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En 2015 un promedio de 69 adolescentes, entre los 10 y 19 años, quedaron embarazadas cada dí­a

Los sueños de superación de Mariana están en pausa, así­ lo describe su madre Rosa Marí­a Hernández. La razón: tiene 17 años y está embarazada. En 2015 terminó el bachillerato y apenas empezaba la universidad. La noticia a la familia le cayó como un balde de agua frí­a y las preguntas sobre su porvenir empezaron a surgir.

Mariana dará a luz a un niño en enero de 2017  y durante sus primero meses de embarazo estuvo deprimida, el miedo al rechazo se apoderó de ella,  por  lo que la primera tarea que asumió su madre fue ayudarla a salir de esa condición asegurándole que no la dejarí­a sola, que la apoyarí­a.

Le instó  a “darse cuenta que su vida quedaba en pausa, que todos sus sueños y proyectos los podrá retomar después  con un poco más de esfuerzo, que no se le ha acabado la vida, solo tiene sus sueños en pausa”, contó Rosa Marí­a.

Ella asegura que tras el golpe del embarazo, llegó “la crí­tica de la sociedad, el descubrir que parte de la familia tiene un dedo í­ndice gigantesco para señalar, pero no son capaces de decir “˜tranquila, vamos a salir adelante y te vamos a apoyar”™ eso no existe en estos momentos”, expresó. La realidad de mariana es similar a las de las 25,132 adolescentes embarazadas que registró el Ministerio de Salud (Minsal) en 2015.

Rosa Marí­a asegura que su hija saldrá adelante y que en ningún momento su intención es desligar de las responsabilidades de madre a su hija, pero que está dispuesta a apoyarla para que se desarrolle “contra todo pronóstico” y tenga unas condiciones de vida dignas para ella y su bebé.  

“Mi hija no es la primera ni la última en esta situación, yo he decidido ayudarle y cambiar su historia, porque no es escondido que a muchas niñas sus familias les dan la espalda y las dejan a su suerte”,  expresó Rosa Marí­a.

Afectaciones de un embarazo adolescente

El estudio "Mapa de embarazos en niñas y adolescentes en El Salvador 2015″, elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), desgaja esa realidad señalando que un promedio de 69 adolescentes, entre  los 10 y 19 años,  quedaron embarazadas cada dí­a;  es decir que hubo tres embarazos por hora.

El embarazo de una adolescente en El Salvador es una problemática que, según  Hugo González, representante del UNFPA, no solo representa un riesgo para la salud de la embarazada, sino que limita también su desarrollo social y económico.

Lo anterior, explicó González, se debe a que entre las consecuencias de un embarazo adolescente está la deserción escolar por el estigma y la discriminación y esto  las lleva a que “no puedan tener acceso a desarrollar todo su potencial y se les dificulta entrar al mercado laboral formal y asumen en el empleo informal, el empleo invisible, lo cual les lleva a no poder cubrir las necesidades básicas de sus hijos e hijas y muchas veces el ciclo se repite”.

Morena Herrera, de la Colectiva Feminista, reafirma que un embarazo precoz reduce la capacidad de inserción laboral y hace propensas a las adolescentes a generar relaciones de dependencias  graves y algunas de ellas  entran en ciclos de violencia de los que no pueden no pueden salir debido a la necesidad de otros para subsistir junto a sus hijos.  

El estudio del MINSAL y UNFPA sobre maternidad y unión en niñas y adolescentes, realizado en 2015, solo la cuarta parte de las niñas y adolescentes que abandonan la escuela a causa del embarazo, retorna a sus estudios después del parto.

En la misma lí­nea,  la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2014 señala que una mujer que no ha tenido ningún grado de educación tendrá un nivel promedio mensual de ingresos que rondará los 134.74 dólares, mientras que si ha estudiado más de 12 años podrá tener acceso a tres veces más recursos.

Dato que agrava la situación debido a que la canasta básica alimentaria en El Salvador, según la Dirección General de Estadí­sticas y Censos (DIGESTYC), tiene un costo de 198.63 dólares en la zona urbana; mientras que en la rural es de 144.27 dólares.

La violencia y uniones tempranas detrás de un embarazo

Los embarazos en adolescentes, según Morena Herrera, deben ser revisados con minuciosidad, debido a que muchos de ellos son la consecuencia de la violencia sexual ejercida en contra de las niñas “muchas veces callada porque viene de un familiar o amigos cercanos”, aseguró. 

En 2015, el Instituto de Medicina Legal (IML) de El Salvador atendió 2,048 denuncias de agresiones sexuales contra mujeres; de estas 1,634 fueron en contra de niñas o adolescentes menores de 19 años.

Herrera señala que “las niñas no dicen que están embarazadas porque no les hacen caso, porque las culpabilizan de las agresiones y sus consecuencias y en algunos casos buscan el suicidio como alternativa”.

La activista señala que en los últimos dos años su organización ha conocido de seis intentos de suicidios por esa causa en Suchitoto, departamento de Cuscatlán. En 2012, según cifras del MINSAL, de los nueve suicidios que conocieron de embarazadas, siete fueron adolescentes. 

Herrera ha señalado que el embarazo adolescente también puede estar vinculado con las uniones tempranas o matrimonio infantil y esto conlleva a otras situaciones peligrosas para las niñas como la dependencia económica de otro individuo y que, en el peor de los casos, la lleva a entrar a un circulo de violencia del que le será difí­cil salir debido a “sentir que su vida gira y depende de alguien más, aunque este sea su agresor”.

El año pasado, la entidad internacional rescató datos de 2012 en los que señalan que una de cada cinco niñas de 11 a 12 años que tuvo un parto habí­a tenido relaciones sexuales por primera vez con un familiar, lo que de acuerdo al Código Penal vigente constituye delito de agresión sexual agravada.

La problemática muestra que en El Salvador, aunque el fenómeno no es socialmente reconocido, el 45 por ciento de las adolescentes antes de su primer embarazo ya se encontraban viviendo con su pareja. 

La entidad menciona que pese a que existen instrumentos legales orientados a garantizar los  derechos humanos de niñas, niños y adolescentes, aún persiste una elevada incidencia de violencia sexual, inicio muy temprano de la fecundidad y una alta incidencia de uniones antes de los 15 años en niñas y adolescentes.

Actualmente, el marco legal nacional coloca a las niñas en esa situación como ví­ctimas de delitos de violación sexual o estupro pero también da lineamientos para que los adultos eviten las consecuencias legales.

El Código Penal en el artí­culo 159 señala que quien tenga relaciones sexuales con alguien menor de 15 años comete un delito que puede ser penado hasta con 20 años de prisión; pero el Código de Familia en el artí­culo 14 permite la posibilidad del matrimonio de menores de 18 años que tuvieren ya un hijo en común o si la niña o adolescente está embarazada. 

Para organizaciones feministas la legislación debe ser revisada y ser encausada a dar protección legal a las niñas y de esa manera garantizar las acciones que permitan la disminución de los delitos sexuales y las uniones tempranas. 

Por su parte, el UNFPA ha determinado que el matrimonio infantil es una barrera fundamental para el logro de los compromisos internacionales para el desarrollo y la igualdad de género y ha remarcado la necesidad de que en El Salvador las instituciones trabajen en la reducción de estos casos para detener los ciclos de pobreza y ampliar las oportunidades de desarrollo de las niñas.

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Redacción ContraPunto
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Nota de la Redacción de Diario Digital ContraPunto
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