Cuando a un niño le dieron todo fácil en la vida, de adulto espera recibir todo de igual forma y al no conseguir lo que quiere todo se vuelve capricho y berrinche.
Pues así es, en resumen, la conducta política del candidato del partido derechista GANA, nunca buscó empleo, nunca anduvo en bus, no terminó de estudiar y su fortuna se la regaló su papi. Es decir, no le costó nada la vida. No sabe nada de la vida. No sabe obtener nada por su propio esfuerzo. No sabe la realidad de las inmensas mayorías de salvadoreños/as, comunes y corrientes. Ni siquiera sabe manejar sus emociones en público y se vio esa triste exhibición en un programa del carrusel de entrevistas televisivas matutinas el 19 de septiembre de 2018. Es decir, al parecer si no consigue lo que quiere (con o sin chasquidos) se convierte en capricho y en obsesión.
Mientras otros empeñaban la vida por transformar al país, el candidato del derechista partido GANA pasó su juventud administrando los placeres propios del imaginario del “jet set “capitalino.
El actual candidato del otrora partido naranja, ahora celeste, cuyo emblema es una golondrina extraída y copiada de una serie transmitida en internet, inició su carrera política comprando la candidatura a alcalde de un pequeño municipio bajo la bandera del partido FMLN explotando la relación personal que sostuvieron su papi con Schafik Handal, líder histórico de esa formación de izquierdas. Con la venia de algún dirigente del FMLN seducido por las cuentas millonarias del "joven", casi se toma ese partido y lo destruye política e ideológicamente, desde adentro. Finalmente fue expulsado de esa formación política.
El candidato del partido escindido de ARENA, es un político "instantáneo", como la sopa de fideos en vaso desechable. Así se lo exige la posmodernidad. Lo breve e instantáneo es bien ponderado. El ex alcalde capitalino exhibe su transfuguismo político electoral que ha sabido sortear por subterfugios legalistas hasta lograr su obsesivo propósito: ser candidato a la presidencia de la República.
Comenzó en el partido FMLN (izquierdas), no logró lo que quería y provocó su expulsión. Fundó su movimiento celeste, no logró lo que quería y se pasó al partido CD (centro izquierda). Tampoco logró lo que quería y en un trámite “exprés” apareció como candidato de GANA (derecha) aunque previamente dijo en sus redes sociales que jamás sería miembro de ese partido.
El ex alcalde, acostumbrado a tenerlo todo, rápido, instantáneo y sin esfuerzo, no sabe de procesos políticos ni de construcciones colectivas. No conoce la paciencia, ni el temple que debería gobernar el alma de alguien que aspira a regir los rumbos del órgano ejecutivo salvadoreño.
Una sucesión de lamentables incidentes protagonizados por el ex alcalde capitalino dan cuenta de un factor común, su visible falta de control ante circunstancias adversas y su evidente incongruencia política.
Manejar un país requiere características de personalidad imprescindibles que se construyen con tiempo, experiencia, esfuerzo individual y colectivo. Un/a estadista requiere cualidades que a su vez son resultado de procesos políticos ideológicos y no de la propaganda breve, instantánea en redes sociales.
Gobernar un país, administrar la cosa pública, no es lo mismo que administrar las empresas iniciadas con capital regalado por papá. El ámbito público es abismalmente distinto a la gerencia privada en donde puede imponerse a pie juntillas el capricho o la voluntad del accionista mayoritario.
Finalmente, la sopa de fideos instantánea resuelve un apuro, pero es letal para el riñón y corazón por su altísimo contenido de sodio. Mejor no las consuma. Entonces, prepárese un buen sopón con ingredientes naturales, le tomará más tiempo, pero es ¡saludable y mejor!