Por Álvaro Rivera Larios
Sí importa, y mucho, reflexionar sobre la prensa opositora es porque ella proporciona, junto a los hechos que denuncia, un marco influyente de valores y conceptos a través de los cuales un sector de nuestra ciudadanía mira y juzga la situación política actual en El Salvador.
Hay mucho talento periodístico empeñado en la noble tarea de informar sobre la manera en que el gobierno actual adopta las grandes decisiones y sobre el impacto en la ciudadanía que tienen esas grandes decisiones. Pero ese talento, si quiere ir más allá, debería mostrarse más vigilante con los carriles de la línea editorial por la cual se mueve.
En teoría, la lineal editorial de cualquier medio opositor tiene por universo, por campo de trabajo informativo, “la situación política actual”. Ahora bien, y aquí va una de mis críticas, la prensa opositora reduce su seguimiento de la situación política actual al seguimiento exclusivo de las acciones del gobierno de Nayib Bukele, como si estas acciones centrales agotasen el campo de observación e información. Este empobrecimiento sesgado concentra los focos en la cara del señor presidente dejando en la sombra los rostros de otros actores importantes de nuestro escenario político.
Lo que hacen o no hacen, lo que piensan o no piensan esos actores rara vez se convierte en noticia o nota editorial en la prensa opositora. Y una prensa opositora que no sabe distanciarse de la oposición política rara vez ingresa en el terreno de las ponderaciones lúcidas.
Excluir de la noticia crítica a las fuerzas y personalidades que ahora se presentan como futura alternativa al gobierno de Nayib Bukele nos conduce a ignorar una variable central de esa peliaguda ecuación que constituye nuestro presente político. Se puede ser antigubernamental sin caer en la ceguera partidista. Esta concentra sus focos en un solo sitio y lo demás no lo ve, no lo menciona, rara vez lo piensa.
La visión sesgada de casi todos nuestros medios de comunicación es una mala noticia para la conciencia crítica y no manipulada de nuestra ciudadanía. En la prensa gubernamental, hay manipulaciones informativas tan evidentes que tienen el efecto de un mal chiste o producen vergüenza ajena. En cambio, las manipulaciones de la prensa opositora son difíciles de detectar porque se presentan con una capa de sensatez y seriedad informativa, aunque sigan siendo un dispositivo retórico que se define por el punto donde concentra su luz y deja lo demás en la sombra.