Shazam (originalmente llamado "Capitán Marvel") es un cómic creado en 1939 y cuya película fue estrenada hace poco más de una semana. En su mitología, un mago entrega su poder a un niño, Billy Batson, lo que lo convierte en el humano más poderoso de la tierra con una apariencia corpulenta de adulto (cuya similitud con Superman le trajo varios problemas legales a su casa editorial). Sin embargo, más allá de la apariencia y la fuerza, reside un elemento de fondo que no se debe perderse de vista: Billy sigue siendo un niño de 14 años aunque parezca un adulto. Y aunque la edad no tiene por qué determinar la madurez al momento de enfrentar una situación, esta metáfora podría servir para explicar la forma en que nuestro presidente electo usa sus redes sociales.
No es ninguna novedad afirmar que las redes sociales jugarán un rol importante en las comunicaciones del próximo gobierno de Nayib Bukele. Su conocimiento y entendimiento de las dinámicas, métricas y campañas de comunicación digital fueron, sin lugar a dudas, una de las piezas clave en su triunfo electoral. Su imagen, su discurso, e incluso el número de caracteres en sus tweets son medidos estratégicamente para garantizar su efectividad e impacto.
Su identidad como influencer (Billy Batson) en las redes sociales precede a su self de político (Shazam). Y esta afirmación puede ser comprobada dando un pequeño vistazo a sus publicaciones.
Y no se trata de atacar a la figura por su gusto por productos de cultura pop, por arrojar un manojo de dinero en la mesa de un juzgado, por manejar autos de lujo y presumirlo, o por su lenguaje sarcástico. Se trata de contextualizar todo eso en el suelo de un país que se desmorona socialmente y que cada día parece más lejos de lo que debería ser.
Las demostraciones de un poder y estatus virtual como el que se ha normalizado en las redes sociales podrán generarle al presidente electo unas métricas y popularidad favorable, con vistas a seguir convirtiéndose en el gigante digital con mayor influencia en la vida política del país.
Sin embargo, también es cierto que no deja de ser preocupante verlo más seguido fabricando contenido viral que sentando postura frente a la calamidad de quienes pusieron en él su confianza.
Según cifras de la Policía Nacional Civil (PNC) a diario son asesinadas unas 8 personas en el país. Faltan alrededor de 50 días para que Bukele tome posesión, lo que podría significar que unos 400 salvadoreños podríamos no estar vivos cuando eso suceda.
Me resisto a creer que el “presidente más joven en la historia de El Salvador” podría estar más ocupado generando likes que trabajando o preparando el camino para detener la aniquilación de un pueblo que no se merece más políticos irresponsables (aunque inocentemente crea en ellos en cada elección).
Muchas de estas víctimas posiblemente habrán puesto su confianza en él dando su voto por la promesa de un golpe de timón en un nuevo gobierno. Al igual que el antiguo mago del cómic, entregaron la poca esperanza de un cambio en la candidatura de Bukele. Esto no lo convirtió en el humano más fuerte del planeta, pero sí en el máximo representante de un país del tercer mundo con tantas calamidades como farsantes. ¿Qué hacer con ese poder? ¿Es momento de seguir pensando como influencer o como representante y líder?
En el filme, Billy aprende a canalizar sus poderes. No basta ser el humano más fuerte del planeta si no existe una motivación causal. El problema no es la edad de Billy, sino la forma en que utiliza sus poderes como Shazam.
Tropicalizando una de sus frases en la cinta: “¿Qué superhéroe (presidente) sería si no fuese capaz siquiera de proteger a mi familia (pueblo)?“
Toca a usted responder, señor presidente.