“Nos habían dado instrucciones de eliminar al cura porque era comunista, estaba levantando a los campesinos, hablaba mal del gobierno”, explicó Julio Sánchez, uno de los asesinos confesos del jesuita Rutilio Grande. El sacerdote abanderó la lucha por los pobres y desfavorecidos de El Salvador. Murió ametrallado el 12 de marzo de 1977 por un contingente de la Guardia Nacional.
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Sánchez falleció en 2015 en Estados Unidos a causa de enfermedades crónicas que lo aquejaban. Meses antes concedió una entrevista al periodista y colaborador de ContraPunto, Carlos Santos, y explicó cómo se llevó a cabo el asesinato del párroco de la Iglesia “Señor de las Misericordias”, ubicada en El Paisnal, en San Salvador.
“Fueron órdenes que recibimos directamente del director de la Guardia Nacional. Fuimos seleccionados como ocho miembros; yo no estaba a cargo de la operación, creo que fuimos seis u ocho que fuimos seleccionados para cumplir con la misión” dijo Sánchez.
Alrededor de las cinco de la tarde de aquel 12 de marzo de 1977, el sacerdote se dirigía en su vehículo a oficiar una misa junto a Nelson Lemus, acólito de 16 años de edad, y al colaborador de la iglesia, Manuel Solórzano, de 70 años. En el trayecto fueron sorprendidos por una ráfaga de balas.
“íbamos vestidos de civil, pero unos kilómetros antes estaban elementos de la guardia uniformados, ellos nos dijeron que el carro se dirigía hacia nosotros, lo esperamos en la calle, y cuando apareció abrimos fuego, todos abrimos fuego al mismo tiempo, yo vi que el carro se fue de lado y continuamos disparando”, narró el asesinó.
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“La tres cruces”, así se llama un lugar ubicado sobre la carretera que conduce al municipio de El Paisnal, al norte de San Salvador, en el que fue encontrado el cuerpo sin vida del párroco y sus dos acompañantes.
“El Sermón de Apopa” ¿su sentencia de muerte?
De acuerdo a datos brindados por la UCA, un sermón oficiado el 13 de febrero de 1977, durante una misa en una iglesia del municipio de Apopa, pudo haber condenado de muerte al sacerdote Rutilio Grande.
En ese sermón, el párroco denunciaba la “el hostigamiento y expulsión” del país por presión gubernamental del sacerdote colombiano Mario Bernal, quien fue secuestrado en enero de 1977 frente al templo de Apopa.
En dicha homilía dijo: “me doy perfecta cuenta que muy pronto la Biblia y el Evangelio no podrán cruzar las fronteras. Sólo nos llegarán las cubiertas, ya que todas las páginas son subversivas, contra el pecado. Si Jesús cruza la frontera cerca de Chalatenango, no lo dejarán entrar. Le acusarían de agitador, de forastero judío, que confunde al pueblo con ideas exóticas y foráneas”.
Un mes después, Rutilio fue asesinado. Su muerte aún sigue impune y empañando la verdad en El Salvador.
De acuerdo a información recopilada en documentos de la UCA, a partir de la muerte de Rutilio Grande, “inició una ola de asesinatos y persecución de curas, catequistas y religiosas”.
Su pronta beatificación
En 2015, la iglesia católica de El Salvador, anunció que se ha abierto una investigación sobre la vida del padre Rutilio Grande. Lo que se busca es formar una causa que dé paso a su beatificación.
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La Etapa Diocesana que contempla la preparación de dicho expediente ya finalizó y fue enviado al Vaticano en 2016, donde el caso está siendo estudiado.