APU: Haciendo una primera aproximación a la infancia de Roque, ¿cuál fue el contexto familiar en el que se crió?
Juan José Dalton (JJD): Lo que sabemos como familia es lo que hemos recogido de lo que nos contaba mi abuela, o él mismo desde sus escritos. Fue hijo único de una enfermera, María García Medrano, que era una mujer de capas medias, madre soltera, muy católica, y le inculcó a mi padre ser un gran lector. Él se recluía mucho en la casa, se refugiaba en los libros, era un devorador de libros. No creo que haya libros de la literatura universal que no haya leído, y eso despertó en él, desde muy pequeño, el amor hacia la literatura y es ahí donde se alimenta su poesía que es tan profunda. Yo no veo aquí en El Salvador muchos casos de poetas, de escritores de la actualidad, que hayan tenido ese acervo cultural tan grande como el que mi padre tuvo. Los libros se los prestaban, pasaban de mano en mano, no era fácil conseguirlos. Pero para su generación, para el grupo de él como Mario Argueta, Roberto Armijo, Otto René Castillo, la devoción por la lectura era algo increíble. Yo recuerdo a Otto René Castillo, que murió también asesinado en la guerrilla de Guatemala, eran hermanos. Los recuerdo prestándose los libros. Mi padre cuando viajaba traía y llevaba libros. Dado que estudió en escuelas católicas, tuvo mucha influencia de los jesuitas, que también fueron sus mentores políticos y en el terreno de la literatura.
APU: En ese sentido nos preguntamos también de dónde nace la sensibilidad política que después desarrolla en su militancia y en su compromiso con la gente, con el Salvador y en general con América Latina ¿De dónde habrá tomado esta sensibilidad política?
JJD: Hay algo que yo creo, no lo puedo asegurar pero lo creo, y es el hecho de que por haber sido hijo único y, aunque estudió en los mejores colegios de El Salvador, fue un niño discriminado. Los demás chicos tenían padre y madre y en esta sociedad se respetaba el sentido de familia, el sentido de clase, y él estaba en esa contradicción de estar en una escuela de niños privilegiados pero era discriminado y empezó a desarrollar su sentido de justicia.
APU: ¿Y el padre de Roque?
JJD: Mi padre era hijo único de mi abuela; pero de parte de padre tuvo muchos hermanos. El papá de mi papá era norteamericano, era un hombre muy poderoso y muy irascible, tenía muy mal humor. Nunca les dijo al resto de sus hijos que mi padre existía. Ellos de grandes lo descubrieron y se molestaron, pero él les mentía acerca de mi padre. Imagino que a Roque también le ocultó la existencia de sus hermanos. Esa contradicción Gringo-Poderoso sin duda le debe haber despertado en mi papá el sentido de ver a Estados Unidos desde nuestros pequeños países. Todos los hermanos de mi papá ““por parte de padre- fueron a estudiar a los mejores colegios de Estados Unidos y su padre le ofreció que escogiera la universidad que quisiera y él cuando salió del bachillerato prefirió irse a Chile y no a Estados Unidos.
Sus primeros viajes
APU: ¿Cómo fue su viaje a Chile?
JJD: Allá tuvo mucha relación con chilenos del campo intelectual. Hay escritos donde menciona a Nicanor Parra, Enrique Lihn. Conoció a Salvador Allende. En el último viaje que hizo a Chile, antes de que se produjera el golpe de Estado, se reunió con varios compañeros de la izquierda chilena, del MIR, del partido comunista. Cuando mi padre regresa a la Habana dice que en Chile se va a dar el golpe de Estado. Primero tuvo debates con chilenos, les decía que los militares iban a dar el golpe y no le creían, le respondían que “en Chile había una democracia, que no era como en los países de Centroamérica donde imperaba una dictadura permanente, que nosotros nunca habíamos experimentado democracia” ““lo cual era cierto”“, pero lo que nunca llegamos a imaginarnos fue ese golpe de Estado tan cruento.
APU: Claro, la lectura que hacía Roque era muy fina, muy acertada”¦
JJD: No mucha gente creyó sobre su teoría de que en Chile iban a dar un golpe de Estado. Más bien creían que, como mi papá estaba inmerso en la línea de la lucha armada en América Latina, por eso argumentaba esto.
APU: Roque ya tenía una tradición de conocimiento y de experiencia con todas las represiones que existían en Centroamérica.
JJD: Sí, tenía una lectura de lo que ocurría en América Latina bastante amplia. Se dedicó a estudiar la Revolución Cubana, los procesos en Europa, y sobre la revolución en China, Vietnam y Corea. Eso le daba una amplitud de análisis que quedó escrito en sus libros. Además era un admirador ferviente del Che, pero en sus escritos critica el foquismo. El foquismo era esa guerrilla que se iba a la montaña y de la montaña luego bajaba como del cielo, la insurrección armada. Él creía que en El Salvador, como en otros países de América Latina, la relación del movimiento armado había que establecerla en las ciudades y en las montañas en íntima relación con el movimiento de masas; lo que finalmente desencadenó en Nicaragua el triunfo de la Revolución Sandinista y en El Salvador el auge de la guerrilla.
APU: ¿Recordás que haya conversado en algún momento con sus compañeros sobre la situación de Argentina?
JJD: Seguramente sí, pero yo no te puedo dar crédito sobre eso. Seguramente sí porque mi padre fue amigo de Rodolfo Walsh, de Paco Urondo, intelectuales, gente del movimiento armado de Argentina que llegaron a La Habana y sostenían debates políticos con intelectuales de todas partes; de Brasil también; compañeros que estaban exiliados y luego regresaron a sus países. Mi padre estuvo inmerso en esos debates para reorientar lo que había sido el primer fracaso de la lucha armada en la década del 60. Incluso crearon una organización llamada “Organizaciones Revolucionarias Centroamericanas”, ahí estaba el Frente Sandinista, los guatemaltecos. Ellos tenían debates con todos los latinoamericanos, con los argentinos que fundaron Montoneros y el ERP; con Rodolfo y Paco que eran intelectuales de vanguardia, y ellos fueron los impulsores de esa teoría que afirma la relación del intelectual con la sociedad, que lucha junto con la sociedad.
Su obra
APU: Y la particularidad de Roque ““quizás en el contexto de estos intelectuales”“ era, no solamente los análisis agudos que hacía, sino el humor que también le imprimía a sus análisis y a su manera de ver la política. Esa capacidad de ver con frescura y con humor algunas situaciones de la izquierda misma.
JJD: Sí, esa es una característica de su obra, que está permeada de un humor muy sagaz, una ironía muy grande, una irreverencia absoluta hacia todo, hacia él mismo también. Tiene poemas en los que se burla hasta de él mismo, pero es una burla en el sentido crítico, en cómo lograr un mejor ser humano. Por eso sus críticas al Partido, a la religión, a la iglesia.
APU: ¿Y cómo era visto este sentido del humor y esta capacidad de reírse desde la izquierda, desde los grupos con los que militaba? ¿Cómo creés que se interpretó eso?
JJD: Mi padre hoy tendría 82 años, pero sus escritos son tan vigentes y contienen tanto sentido del humor que los jóvenes, cuando lo leen, inmediatamente se convierten en admiradores de él porque son irreverentes, alegres. A veces a los movimientos de izquierda los dirigían gente muy seria, muy empurrada. Aquí en El Salvador durante la guerrilla el partido que decía enarbolar las ideas de mi papá era Resistencia Nacional. Esta organización surgió tras su asesinato que fue lo que dividió al Ejército Revolucionario del Pueblo. En Resistencia Nacional decían que eran la izquierda chévere (risas). Era una izquierda que de vez en cuando se permitía tomarse unas cervezas, que no tenía conflicto con la lucha y el alcohol, siempre buscando la disciplina del militante que es básica. Hay gente que todavía lo acusa a mi padre de que era un bohemio, que por su sentido del humor no era serio, que era borracho”¦oíme, si mi padre hubiera sido como lo describen jamás hubiera hecho la obra que hizo, entonces es la mera incapacidad de comprender al ser humano. ¿Qué poeta no es bohemio? ¿Qué poeta no se enamora? ¿Qué poeta no acude al alcohol o a las drogas incluso? Mi padre tenía un gran sentido de la vida, tú lo veías a la noche y estaba con un grupo de compañeros festejando algo y en medio de ese festejo estaba la discusión política y al día siguiente se levantaba a escribir. Él muere antes de cumplir los 40 años y mira cuántos libros dejó para la herencia de la cultura latinoamericana. Además del sentido de su obra, una obra que siempre tendrá vigencia y que se ha convertido en un clásico de la literatura latinoamericana.
Recientemente la biblioteca Ayacucho acaba de publicar una antología de sus poemas, una antología gruesa donde están casi todos sus libros. La biblioteca de Ayacucho de Caracas es una de las bibliotecas más importantes de América Latina. Aquí en El Salvador, después de los Acuerdos de Paz, se empezaron a otorgar ciertas distinciones a mi padre como “Poeta Meritísimo”, cosas en las que él estaba en contra pero que eran necesarias para la gente aquí en ese momento y algunos decían: "Roque Dalton se oficializa”¦" y no es cierto. Yo creo que en el período que ha gobernado la izquierda salvadoreña es cuando menos oficial ha estado. El FMLN como partido oficialista ha sido tan retrógrado como lo fue la derecha con respecto a la reivindicación de la figura de mi padre. Incluso creo que la derecha fue más positiva, fue la que publicó por primera vez una antología grande de poemas. La izquierda se dedicó más a mantener el caso en la impunidad que la derecha y la derecha creo que le hizo más homenajes.
APU: Qué contradictorio ¿no?
JJD: Sí, pero en ninguno de los casos fue, ni va a poder ser jamás Roque Dalton una bandera oficialista porque fue muy crítico.
El asesinato
APU: Ya que estás mencionando al FLMN y al Estado del Salvador en relación con la figura de tu papá, sabemos que hace unos años presentaron el caso de su asesinato en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ¿esta presentación tuvo curso? ¿en qué quedó?
JJD: Te voy a dar un poco de antecedentes. Nosotros como familia nos dimos cuenta de que el gobierno de izquierda, en vez de rendirle homenaje a mi padre y terminar con la impunidad, hizo todo lo contrario, incluso nombrando a uno de sus asesinos en el gobierno del anterior presidente que fue Mauricio Funes y manteniéndolo en el actual, del presidente Sánchez Cerén. Cuando en el 2009 nos dimos cuenta de esa situación decidimos reabrir el caso ante los tribunales aquí en El Salvador. Lamentablemente el Estado salvadoreño no ha suscrito una serie de convenciones, como la convención de crímenes de lesa humanidad y estaba pendiente una amnistía que cubría todos los casos que tenían que ver con la guerra salvadoreña. Nosotros decidimos de todos modos tratar de judicializar el caso y llegamos hasta que la fiscalía y un juzgado de San Salvador fallaron a favor de prescribir el caso, diciendo que ya habían pasado más 10 años de haberse cometido y no lo consideraron crimen de lesa humanidad porque El Salvador no ha suscrito esos convenios internacionales.
El caso ahora está paralizado. Estamos haciendo algunas gestiones ahora con la derogación de la amnistía y se ha creado jurisprudencia en otro caso por el derecho a la verdad. El Salvador suscribió convenios internacionales sobre derecho a la verdad y a nosotros nos asisten esas figuras. En el 2011 decidimos llevar el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, alegamos la jurisprudencia que se ha creado en América Latina sobre grupos armados ilegales que no son Estado pero sí han cometido este tipo de crímenes. La Comisión ha tenido una gran cantidad de problemas, le han querido quitar el presupuesto, quieren quitarle todas las fuerzas. No dudo que ahora con la avalancha de gobiernos conservadores hasta la quieran hacer desaparecer. Pero estamos esperando que el caso sea admitido. Todavía como hay cientos de casos ellos le dan urgencia a los que realmente se convierten en un peligro actual contra los derechos humanos, como casos para defender a periodistas en México, o a defensores de derechos humanos en Honduras, en Guatemala. Los casos históricos como los nuestros desgraciadamente se relegan pero tenemos una gran esperanza. De todas formas, en la memoria social y en la perspectiva universal de la justicia, prevalece que contra mi padre se cometió un asesinato atroz y no hay nadie que hable de Roque Dalton y no lamente que haya sido asesinado y condene a sus hechores.
APU: En ese sentido, vos le hiciste una entrevista a Joaquín Villalobos en 1993 que salió publicada en el periódico Excelsior de México. ¿Qué repercusiones tuvo y qué posibilidades hay de que Villalobos, Meléndez y otros que participaron en el asesinato vuelvan a declarar y digan dónde está el cuerpo?
JJD: La repercusión que tuvo la entrevista fue tremenda. Principalmente para Villalobos ha sido una espada de doble filo. Mucha gente no sabía que él había participado personalmente en ese hecho y en la prensa internacional era un hombre hasta cierto punto admirado porque era un político muy sagaz, muy hábil y se le veía con mucha simpatía. Es más, luego de los Acuerdos de Paz, muchos lo veían como candidato a presidente. Era un hombre que a la hora de firmar los Acuerdo se puso muy neutral y tenía cierta aceptación en círculos de izquierda y derecha. Pero cuando sale esa entrevista todo ese caché se le desmorona. Simultáneamente salieron otras entrevistas aquí en televisión y él aceptaba y decía que habían sido errores de juventud, entonces eso le votó el caché de creerse que iba a ser el candidato, con semejante mancha. A partir de eso él se cierra a hablar del caso de mi padre. Y después cuando decide hablar comienza a negar todo lo que había dicho. Dice que no tuvo nada que ver en ese hecho, ni física ni intelectualmente. Niega todos los hechos, y esa contradicción lo convierte en una persona poco fiable, la gente no le cree nada de lo que dice porque un día acepta las cosas y otro día las niega.
APU: ¿Ha habido información actual sobre el paradero del cuerpo de tu papá, o sigue siendo un dato a revelar?
JJD: Hace un año y medio estuvimos en búsquedas con algunos testigos pero no logramos establecer nada. Quien sabe realmente el lugar donde está ubicado es Jorge Meléndez, y él no ha querido colaborar. Él dijo que iba a escribir un libro y que ahí lo iba a narrar todo pero hasta el momento no ha escrito nada, entonces como la justicia no es capaz aquí de reclamarle, a no ser que funcionen esos otros procesos de conocimiento de la verdad y oficialmente la justicia pueda reclamar en firme.
APU: Ahora volviendo un poquito a la obra de Roque, si bien él ha hecho un gran aporte con su poesía, y así se lo conoce, también hizo un trabajo como historiador, con el libro Historias prohibidas de Pulgarcito, y el trabajo que hizo sobre Miguel Mármol ¿Cómo has leído estas obras?
JJD: Sí, cuando mi padre escribió Miguel Marmol comenzó a difundirlo en Cuba en una revista fundada por el Che Guevara que se llamaba Pensamiento Propio o Pensamiento Crítico, no me acuerdo. Allí se publicó la primera parte de lo que después se constituyó en el libro. Este libro es calificado como uno de los libros de historia más importantes de El Salvador sobre los hechos de 1932. Mi padre fue un escritor privilegiado al haberle sacado ese testimonio tan importante a Miguel Mármol, porque ese hombre era un archivo andante. Y las Historias prohíbidas de Pulgarcito, que a pesar de ser un poema collage, es también un libro de toda la historia salvadoreña. Es el libro más leído y más comprado en El Salvador. Una cosa importante es que ahí está “Poema de amor”, que para muchos es la ilustración de qué somos los salvadoreños. Lo ha cantado el conjunto “Yolocamba Ita” y se ha convertido en un segundo himno nacional.
APU: Es un emblema de la identidad salvadoreña”¦
JJD: Exactamente, como una radiografía.
APU: Si algo tenía Roque era esa capacidad de hacer radiografías del pueblo salvadoreño.
JJD: Sí, y ahí mi padre se burla también del oscurantismo, hace revelaciones históricas. Para escribir ese libro tuvo que investigar sobre hechos históricos y leer lo que se publicaba en cada época de la historia del país.
APU: Hay un trabajo que no sé si ha tenido la suficiente difusión y análisis que es el libro Pobrecito poeta que era yo. Su única novela, póstuma, y que tiene una estructura literaria y una forma de narrar que la hace una obra única en América Latina ¿Sabés cómo se produjo, cómo fue el proceso de publicación?
JJD: Mira, la empezó a escribir en los años 60. Antes de irse al exilio largo, cuando lo enviaron a Checoslovaquia, mi padre le entregó la primera versión de este libro a un muy amigo de él que se llamaba Raúl Castellanos, un gran intelectual y dirigente del Partido Comunista del Salvador. Raúl murió a fines de los 60 pero afortunadamente la esposa de él, Rosita Castellanos, guardó esa versión del libro y al cabo del tiempo me dio el ejemplar a mí, que se llamaba Los poetas. Una parte de la novela es como el diario de los poetas. Mientras mi padre estuvo en Praga y después en La Habana fue enriqueciendo el libro. Actualmente nosotros tenemos dos piezas, la original que es Los poetas y el Pobrecito poeta que era yo. Es una novela de mucho debate ideológico porque es la vida de los poetas, de los intelectuales, en el Salvador en los años 60. Mucha gente lo considera un libro un poco denso pero la gente que lo lee hasta el final le termina encantando porque narra cómo vivían, qué debatían, cuáles eran sus perspectivas, cuáles eran sus miedos, en qué se involucraban, y llega incluso al poeta del compromiso que era mi mismo padre cuando estuvo preso, que lo amenazan de muerte, en esa parte del libro que se llama “El túnel”, que es tan impactante porque al cabo del tiempo a mi padre lo terminan asesinando tal como se lo prometieron los norteamericanos de la CIA que llegaron a interrogarlo.
APU: Claro, es como premonitorio.
JJD: Sí, cuando él estaba preso, secuestrado, desaparecido, lo interroga un agente de los Estados Unidos y como él no quiso colaborar le dijo: “mira, te vamos a matar, y vas a quedar como un traidor porque tenemos la lista de tus compañeros que han estado contigo en estos actos subversivos”, que era un grupo que se había ido a Cuba a entrenarse. Entonces al cabo de los años mi padre muere, cabal, a los 11 años de aquel suceso. Es asesinado por un grupo guerrillero que lo tilda de traidor y agente de la CIA.
APU: Y le adjudican lo mismo que él había escrito.
JJD: Exacto, pero la verdad es más dura y más cruenta que la literatura, porque aquellos eran militares que lo habían secuestrado, y estos eran supuestamente gente de izquierda que estaban luchando y eran de su propia fila, y ahora se demuestra que no y el tal Villalobos no sabe ni en qué filas anda.
APU: En esa obra y otras Roque hace un rescate del lenguaje popular, de las formas de expresión, del imaginario salvadoreño como pocos. Salarrué fue un antecedente en ese sentido, pero el trabajo de Roque es de una gran originalidad ¿Qué repercusiones ha tenido esta forma de contar al Salvador en los escritores que siguieron?
JJD: Esa no es otra cosa que la forma reveladora de un intelectual involucrado con su pueblo, con su sociedad en general porque no sólo describe al obrero, al pobre, al campesino, sino también a sus capas intelectuales en sus debates y eso es importante para la literatura porque en El Salvador se tenía la idea que de que el poeta, el intelectual, tiene que ser un tipo apartado de su sociedad, pensando y describiendo el canto de los pajaritos, el color de las flores (risas), y Roque vino a deshacer esa idea.
Su legado
APU: ¿Cómo influyó esta mirada sobre la literatura en los escritores más actuales?
JJD: Bueno, los intelectuales no lo dicen mucho porque el celo intelectual es tremendo aunque sean de izquierda, siempre tienen sus celos, su ego, pero su obra ha influido en el sentido de la irreverencia crítica y en el sentido del humor. Creo que hay muchos escritores en El Salvador que utilizan esos recursos pero a veces no con el ingenio que utilizó Roque Dalton. Yo lo admiro, releo la obra y encuentro una serie de figuras, de pensamientos que están permanentemente vigentes, que son salidas de un ingenio poco frecuente, poco común, y eso fue gracias al acervo cultural que él tenía.
APU: Ese manejo fresco del lenguaje de la calle y de situaciones de bares, era notable. Da cuenta de un Roque Dalton muy observador y muy involucrado en la sociedad donde dialogaba con gente en distintas situaciones.
JJD: Sí, así es, pese a que era un hombre de una clase social privilegiada, de haber estudiado en los mejores colegios, de haberse relacionado con amigos que eran de grandes familias burguesas de El Salvador, mi padre se relacionó con gente de las capas pobres. Los bares a los que iban eran de gente pobre que reunían durante la semana hasta el último centavo para ir a echarse unas cervezas a la “Praviana”. Conozco otros intelectuales salvadoreños, como el pintor Benjamín Cañas, que parece que su experiencia era igual, la de relacionarse con los sectores pobres, porque si no, cómo tenés la identidad de este país. La identidad de este país no está en una sola clase.
APU: Además los sectores empobrecidos han sido la mayoría históricamente.
JJD: Exacto. Ahora, hay gente que no tiene esa experiencia, y pueden estar publicando y publicando libros pero su obra no tiene esos alcances, y esa obra está trunca pues.
APU: Sabemos que sos periodista ¿cómo influyó en vos la obra de Roque en tu trabajo con la palabra?
JJD: Una de las cosas que admiro de mi padre y de sus influencias es esa capacidad de haber leído tanto, de saber tantas anécdotas, tantas historias como para hacer también la literatura o el periodismo clases de historia. Eso siempre me asombró mucho, creo que un poco los periodistas en este país no tienen ese acervo cultural que tuvo la gente de la generación de mi padre y mi padre mismo. Yo estudié en Cuba y allí era obligatorio leer todos los libros de la literatura universal, desde la Ilíada hasta García Márquez, los poetas rusos, franceses, ingleses. No me he dedicado a la literatura porque siento que el poeta ya nace poeta, yo nací periodista.
La familia
APU: En medio de estas idas y venidas de tu papá, entre el exilio, las escrituras, los viajes ¿Cómo fue la experiencia familiar?
JJD: Tuvimos una experiencia realmente llena de conflictos porque mi padre era un hombre al que casi nunca vimos presente en los primeros años de nuestra niñez. Era muy difícil aquí en el Salvador la vivencia de la familia porque él ya era un perseguido político por la dictadura. Entonces eran tres condiciones: si no estaba clandestino, estaba preso o en el exilio, y mi mamá lo acompañaba; incluso una vez estando en el exilio los capturaron a los dos juntos y aparecieron en los periódicos de la época. Nosotros nos juntamos después como familia en Praga, y fue una convivencia muy linda. Mis hermanos y yo tenemos grandes recuerdos de la estancia en Praga. Mi padre era como nuestro hermano mayor, jamás nos violentó ni nos pegó, las quejas se las daba a mi mamá (risas) y cuando él se portaba mal le hacíamos juicio.
APU: ¿Ustedes le hacían juicios a tu papá?
JJD: Sí, cuando se portaba mal le hacíamos juicio, y teníamos un tío que participaba en los juicios, era como el juez y nosotros los fiscales.
APU: ¿Qué interesante, no? como una manera de procesar toda esa angustia, esas situaciones tan duras.
JJD: Sí, y otra cosa que recuerdo es cuando leía en su mesa de noche, había tres o cuatro libros que los leía todos al mismo tiempo. Y cuando era jurado de Casa de las Américas me decía que tenía que leer 15 libros por día. La mayoría de los jurados sólo leen las primeras páginas y lo descartan. Así descartaron Las Historias Prohibidas de Pulgarcito, cuando él lo mandó al Premio Casa de las Américas dijeron que eso no era poesía y resulta que el libro más vendido y más leído de mi padre.
APU: Contanos de tu vida, de tu trabajo como periodista, de tu trayectoria a grandes rasgos.
JJD: Yo regresé a El Salvador como periodista en 1991 antes de que terminara la guerra. Desde entonces renuncié al partido, al FMLN, porque pensaba que mi trabajo esencial era el periodismo, entonces fui corresponsal de varios medios a nivel internacional, para México en Excelsior, El Universal y Milenio, de la Agencia Alemana de prensa, y El País de España, pero sentía la necesidad de tener algo propio aquí, y junto con otros amigos periodistas fundamos Contrapunto, un periódico en línea, hemos creado ContrapuntoTV que distribuye video en línea, creamos la revista Contracultura y administramos el archivo digital “Roque Dalton” donde hay una gran cantidad de documentos que hemos salvado, entrevistas, homenajes, escritos, etc. Todo lo que se ha escrito sobre él, no su obra.
Hacemos un gran esfuerzo, El Salvador es un país en crisis permanente, nos ha costado mucho mantener estos proyectos con poca pauta publicitaria. Hay mucha gente en este país que aún no cree que la comunicación en internet es valiosa y no apoyan este tipo de proyectos, pero nosotros hemos hecho de tripas corazón como se dice. Tengo tres hijos, una hija que es cubana-mexicana-salvadoreña, se llama Karen, es médica. Le siguen Camila y Juan José que es futbolista, y le dicen “la pulga” porque no es muy grande. Mi padre también fue futbolista en el bachillerato, y yo también jugué hasta que me deshicieron el tobillo.
APU: ¿Podrás regalarnos una última reflexión sobre tu padre, o lo que desees?
JJD: Bueno, creo que actualmente en América Latina las luchas que se están dando nos obligan a entrelazar todos aquellos pensamientos, no voy a decir de vanguardia pero sí están todavía en pie de lucha ¿verdad? Creo que el contenido de la obra de Roque Dalton es tan universal y tan actual que ahorita es una bandera para todos nosotros, para seguir buscando el ideal de la sociedad justa.
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