Como si no fuera suficiente la cantidad de ladrones en las calles y el robo institucional a nivel gobierno, las oficinas de correos están también llenas de ladrones.
Todo paquete que llega del exterior, incluso, sobres conteniendo cartas, toditos son abiertos y esculcados para ver qué es lo que llevan y qué es lo que se puede robar de ellos.
Ya desde inicios de los noventa cuando yo escribía más seguido por correo a mi familia le incluía -incluso a las postales- con grandes letras “NO LLEVA PISTO-NO ROBAR”. Esto aparentemente disgustaba a los carteros, pero incluso las postales se las roban. Es una barbaridad enorme.
A mi hermano, por ejemplo, un amigo le mandó un par de botellas de vino. Las botellas las sacaron del paquete, las abrieron, se tomaron el vino y en lugar del vino le pusieron etanol o guarón.
Y así, en las pocas veces que se me ha ocurrido mandar algo, siempre se roban algo del paquete.
Estos babosos y babosas del correo actúan además con impunidad pues no hay forma de reclamar ni de encontrar a nadie que sea responsable. Así que asumo que el robo en correos es institucional y opera desde el jefe más alto: el director general.
Señores y señoras de correos, no sean sinvergí¼enzas, ladrones. Ya suficiente tenemos con los criminales de las calles y del gobierno.
Señor Director general de correos, ponga quieta a su gente. No debería permitir tales abusos y atropellos.
El robar es un acto criminal y debería de ser castigado con cárcel. Sea quién sea el maldito ladrón.