“Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo:
De aquí a cuarenta días Nínive será destruida.
Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno”¦
Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; y clamen a Dios fuertemente;”¦ ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios,
y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos”
Jonás 3:1-10
“La degradación de la naturaleza está estrechamente
unida a la cultura que modela la convivencia humana”
Benedicto XVI
Citadas por el Papá Francisco, Carta Encíclica LAUDATO SI (2015)
¿Será posible unir 2 temas aparentemente divergentes, como la espiritualidad, los efectos del cambio climático y la resiliencia?, ¿Es posible enfrentar los problemas de la sostenibilidad de la vida en todas sus formas, a través de la práctica religiosa o el ejercicio espiritual?
El jesuita Ignacio Ellacuría dijo que no había nada más practico en la vida que la Teología, que para mi forma de ver es un ejercicio espiritual, más científico social y metódico que la religión, pero que al final ambas platican, es decir pueden producir efectos positivos, si se quiere.
Yo no voy a entrar a reflexionar si la Teología es o no una forma de acto espiritual, no, no es ese mi objetivo, más bien ofrecer un corto espacio de ejercicio mental, sobre la institucionalidad religiosa y su practicidad, ante la necesidad de acción frente a los problemas que están poniendo en peligro la existencia de cualquier especie terrenal. Ante el llamado vital de que las iglesias emitan desde sus pulpitos orientaciones conciliadoramente verdes, es decir con mayor reconocimiento de la naturaleza y medio ambiente.
Durante el presente mes de marzo de 2017, hemos pasado varios acontecimientos espirituales y ambientales:
– 1 de marzo de 2017, inicio de la celebración de la Cuaresma, que finaliza el 13 de abril.
-20 de marzo 2017, celebración del Equinoccio de Primavera, fecha de alto valor espiritual ancestral (léase, Pueblos Indígenas)
-21 de marzo 2017, día internacional de la poesía y los bosques.
-22 de marzo de 2017, día internacional del agua.
-23 de marzo de 2017, en El Salvador, celebramos la Cuaresma, el derecho al agua y a los bosques con incendios forestales a lo largo del territorio nacional.
Mientras la biodiversidad arde en distintos espacios del territorio, la vida cotidiana sigue como nada; los líderes políticos nacionales no se pronuncian ante la crisis y los ciudadanos no exigimos su accionar, pero tampoco hacemos nada por incidir desde nuestros roles en favor de la transformación de una tendencia que crece cada año que pasa: el incremento de los incendios, la escasez de agua, la perdida de la biodiversidad, el avance de la frontera urbana en suelos que no deberían ser transformados a otras aptitudes, que no sean la de protección ecológica, solo para mencionar algunas situaciones.
Vendrá el invierno, y la vulnerabilidad como país y como región centroamericana frente al cambio climático, será hoy, seguramente, más evidente que el año pasado, todo lo que hagamos cobra precio en la realidad natural, en el mundo del ser las cosas funcionan de forma diferente al mundo ideal”¦ pero nosotros seguimos sin hacer nada.
¿Qué hacer?, ¿Cómo transformar un fenómeno que tiene su causa en una ruptura cultural de más de 500 años de historia? ¿Cómo llegar hasta las fibras más sensibles de los humanos más duros, que no ven el destino del entorno como su propio destino? ¿Cómo provocar un cambio de conductas, donde los brazos de la razón no han podido llegar; sino donde solo es posible caminar desde la experiencia de lo sensible, de lo espiritual?
Independiente de lo que puedan pensar los hermanos ateos y los que ejercemos la espiritualidad, pero no en una práctica religiosa: necesitamos de la iglesia. Independiente de su orientación o corriente. Desde la iglesia, líderes espirituales, cristianos y no cristianos, son unánimes en manifestar que el ayuno y oración es una poderosa arma, para enfrentar los problemas, por muy grandes que estos sean.
Zuhaizpe, reporta que:
(i)El ayuno también se ha practicado a lo largo de la historia con la intención de alejar las catástrofes o como forma de cumplir una penitencia por cometer un pecado””tal es el caso del pueblo de Nínive al que Jonás les predicó”” (ii) Grupos indígenas mantenían ayunos tribales para entrar en relación con sus dioses, por ejemplo el ayuno era una práctica común entre los indios Hopi de Norteamérica. La danza de la serpiente es un rito en el que se ayuna. En un momento del desarrollo de la fiesta cada participante sostiene una serpiente entre los dientes mientras baila. Al día siguiente de la ceremonia las serpientes son devueltas a la naturaleza para que difundan la noticia de que los Hopis viven en armonía con el mundo natural y espiritual.
Yo sé que algunos que han llegado a este momento de lectura dirán, que he hecho un arroz con guayaba uniendo lo santo con lo profano. Pero no es así, en el mundo real de la vida, de la naturaleza, de las leyes del entorno, todo tiene relación con todo, todo comunica, todo se une, acá no juega si la fe religiosa de una persona es contraria a la de la otra, se trata que, como dijo Ellacuría, cualquiera que sea la preferencia espiritual, TODOS podamos ver con los ojos del sentimiento y de forma práctica, que necesitamos enfrentar los embates del cambio climático, desde lo más profundo de nuestro ser, desde aquello que es capaz de brindarnos la fortaleza necesaria para ser resilientes, es decir desde aquello que nos brinda la capacidad de levantarnos cuando no podemos pasar del suelo, porque sencillamente no hay más: Dios.
La Laudato SI manifiesta que, desde Juan Pablo II, los líderes católicos han venido hablando de una “conversión ecología” que frene no solo los desiertos exteriores, –los que afectan a la Madre Tierra a través de los procesos de desertificación y Cambio Climático–, sino los más difíciles de tratar, que son los desiertos interiores, o para decirlo en palabras del Papa Francisco: “la crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior. Pero también tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente. Otros son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea” (numeral 217 de la Laudato Si).
Me pregunto, ¿cuántos sacerdotes católicos, alrededor del mundo, se han tomado realmente en serio el llamado de su Papa, de hacer de la conversión ecológica un Magisterio social de su Iglesia, fuera del mismo Papa Francisco y otros que comulgan con la teología ambiental, tales como Leonardo Boff y Pedro Casaldáliga?, (ver numeral 15 de la encíclica).
¿Cuántos de los líderes religiosos judíos, evangélicos, musulmanes, que vivimos acá en una de las zonas más vulnerables del mundo ante amenazas naturales (Centroamérica /El Salvador), se han tomado en serio el pastoreado ambiental?
El Salvador urge, pero con urgencia fatal (como dicen los abogados), de una conversión ecológica. Si la mayoría del istmo centroamericano, es altamente vulnerable ante el cambio climático, ¿cuándo empezaremos a construir nuestra resiliencia ante el fenómeno, a partir de estos espacios de conciencia y reflexión espiritual tales como las iglesias y las fiestas espirituales común a la mayoría que habitamos el país? Las celebraciones indígenas, ya lo hacen, saben pedir perdón a la Tierra, saben ayunar”¦ saben orar por aquello que es lo único existente para hacer posible, en términos “prácticos”, la vida: la Madre Tierra o naturaleza o creación de Dios o como queramos llamarla.
Desde el llamado de la encíclica verde y siguiendo las recomendaciones de su numeral 216, esta Semana Mayor 2017 que recién se acerca, ofrece la oportunidad de llamar a los fieles, e incluso los infieles, a una transformación más verde, si alguna Iglesia o Asociación de Iglesias se animara a hacer un acto de oración y ayuno por la Madre Tierra, para que venga agua del cielo que aplaque la fuerza con que arde, que pidamos perdón a Dios y a su Creación, por nuestro comportamiento ““ así como los ninivitas– pero que le dieran también, continuidad espiritual, por favor haga extensiva la invitación a los ambientalistas, estoy segura que los verdaderos amantes de la Madre Tierra asistiríamos sin importar el nombre de la Iglesia o Fe.