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Refundar nuestra democracia

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No sabe uno qué pensar cuando ve a quienes no entienden lo que está pasando en nuestro país afirmar que el pueblo, por ciego y pendejo, no entiende nada de lo que está pasando ahora en nuestro país. El culto liberal le reprocha al pueblo su ciego aplauso a las medidas autoritarias del actual gobierno. Ese aplauso, sin embargo, está vinculado a los resultados de las últimas elecciones.

Esos resultados no acaba de entenderlos la culta intelectualidad de nuestro país. Dichos resultados, para irnos acercando al enigma que no comprenden nuestros muy inteligentes liberales, tienen una doble fas igual que una moneda. Por la cara, un gran sector de la ciudadanía apostó por ese movimiento que preside un joven caudillo locuaz y populista; por la cruz, la ciudadanía mandó al albañal de la historia a los dos partidos que habían dominado el horizonte político de nuestra última posguerra.

Yo puedo admitir que apostar por el joven caudillo locuaz y populista fue una mala elección, pero aplaudo el intento del pueblo de mandar al albañal de la historia a esos dos partidos que venían dominando el horizonte de nuestra política. Ese voto multitudinario que repudió al FMLN y Arena es también una condena rotunda de la forma en que esos dos partidos construyeron la democracia en nuestro país.

Ha escrito la UCA que Bukele acaba de darle el golpe de gracia a nuestra débil democracia. Este adjetivo, débil, es un triste eufemismo que encubre la cruda realidad ¿Por qué llamarle débil a una democracia socavada y desprestigiada por la impunidad y la corrupción?

Equivocada o no, la ciudadanía se ha movido, ha desarticulado la estructura que movió los hilos de nuestra política durante treinta años y ha juzgado y condenado a unos malos gestores políticos y a la democracia corrupta que construyeron. Por eso, por ese profundo rechazo popular al Frente y Arena, las trasgresiones a la Constitución del actual gobierno no deberían abrir paso a una restauración del orden previo, dado que este estaba podrido, sino que deberían abrir paso a una refundación de la democracia en nuestro país, a un nuevo pacto político que no solo se dé en la alturas sino que también en la base olvidada de nuestra sociedad.

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Álvaro Rivera Larios
Álvaro Rivera Larios
Escritor, crítico literario y académico salvadoreño residente en Madrid. Columnista y analista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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