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Reflexiones de un veterano de guerra

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-De qué les sirvió la lucha”¦ 

-De qué sirvió tanto sacrificio”¦ 

-Sólo los utilizaron los dirigentes que hoy viven como burgueses”¦ 

-De qué sirvió todo si seguimos igual o peor que antes”¦ 

-De nada sirvió su lucha si viven en la miseria”¦

Los anteriores son algunos de los comentarios y afirmaciones que se hacen para referirse a la participación de los ahora veteranos de guerra del FMLN histórico, al relacionarlos con la situación actual de nuestro paí­s y la conducta polí­tica de un partido que no representa ni a los excombatientes ni las aspiraciones históricas de un pueblo que pagó un alto costo humano en esa justa y necesaria gesta”¦

Pienso, desde mi perspectiva como excombatiente, que cualquier comentario o afirmación sobre si valió o no valió la pena la lucha que miles de compatriotas decidieron acompañar , sacrificando sus vidas y las vidas de sus familiares, no deberí­an hacerse a la ligera y sin antes reflexionar en el sentido de que cada gesta heroica, organizada por unos y acompañada por otros, a lo largo de nuestra historia, ha sido un intento por alcanzar las aspiraciones colectivas de vivir en una sociedad, económica y socialmente justa; y que cada uno de esos intentos, ha significado un avance en la concreción, utópica si se quiere, de esas aspiraciones.

Yo, por ejemplo, no estoy de acuerdo en cómo las clases dominantes de aquella época condujeron el proceso de la llamada lucha por la “independencia de España”; mucho menos, en la forma con la que esos sectores manipularon y acordaron el fin de ese proceso. Pero no puedo ser irresponsable afirmando que ese esfuerzo, valiente e histórico, no fue justo ni necesario y que además no sirvió de nada. Claro que fue importante, claro que fue justo y por supuesto, que en aquel contexto histórico y unas condiciones determinadas, fue un hecho pro-revolucionario. Lo importante es qué conciencia tenemos ahora los salvadoreños sobre ese hecho histórico. ¿Acaso nos hemos preocupado por indagar buscando la verdad sobre esos acontecimientos? o ¿nos hemos conformado con la información oficial que las clases dominantes resultantes de ese proceso nos han impuesto, construyendo sobre la base de sus mentiras una sociedad que continuó marginando y explotando a las grandes mayorí­as?

Apenas doce años después de que se firmara lo que nos han hecho creer que fue un “Acta de Independencia”-que estoy seguro al menos un 99 % de salvadoreños ni conoce ni le interesa conocer-, Anastasio Aquino dirigí­a ya un nuevo intento por sacudirse el yugo de la opresión que ahora ejercí­an sobre el mismo pueblo que habí­a participado en la gesta independentista, las nuevas clases polí­ticas y económicas que habí­an surgido de aquel proceso. ¿Qué conocemos de Aquino y el levantamiento de los pueblos nonualcos, más allá de las anécdotas contadas en los libros oficiales del Ministerio de Educación? ¿Acaso tenemos conciencia de la relación histórica entre ese hecho y el proceso independentista anterior? ¿Hemos aprovechado los salvadoreños esas experiencias con sus aciertos y sus errores?

Cien años después, en 1932, los campesinos, sin saber de marxismo, leninismo, socialismo y mucho menos de comunismo, se levantaron en armas contra el mismo sistema explotador y opresor finamente conservado por los sectores dominantes del poder polí­tico, económico y social ya consolidado. Se cree, equivocadamente, que fue el Partido Comunista, fundado en 1930, el que a través de sus cuadros como Miguel Mármol, Farabundo Martí­ y otros, lideraron y organizaron esa insurrección popular. Una cosa es que hayan participado ““tardí­a, negligentemente y sin una estrategia clara en los acontecimientos-, y otra, que hubieran dirigido el esfuerzo. Pero no sólo eso, porque de nuevo fueron los dirigentes de este Partido, los que, en 1944, traicionaron las aspiraciones colectivas del pueblo y facilitaron un arreglo polí­tico con el gobierno de turno. Por eso es importante leer, conocer e interpretar todo lo relacionado con el Partido Comunista, y les aseguro que van a comprender perfectamente lo que pasa actualmente en nuestro paí­s.

Ese es el primer paso que los salvadoreños de ahora necesitamos dar: conocer e interpretar nuestra historia; porque el segundo paso es vencer lo que Dagoberto llama la “anomia” y la “parálisis social”, en las que muy hábilmente, con una fina estrategia, la dirigencia del aún vigente Partido Comunista, enquistada en el partido fmln, al que todos sus militantes y activistas de tercer nivel, consideran un partido “revolucionario y de izquierda”, nos han hecho caer.

El problema para los fieles seguidores y defensores de la conducta polí­tica de este partido será cuando al fin, en el momento más oportuno quede al descubierto que los dirigentes principales del Partido Comunista y quizá de algunos de las FPL negociaron en privado y en total secreto los verdaderos términos con los que acordaron ponerle fin, no a la guerra, pues estos quedaron establecidos en la negociación abierta que terminó con la firma de los así­ llamados “Acuerdos de Paz”, sino al proceso revolucionario que hasta ese momento habí­a cobrado tanta sangre y sacrificio al pueblo salvadoreño.

En cuanto a los excombatientes de la última gesta histórica, ya desde hace unos nueve años, un grupo de nosotros hace esfuerzos por reivindicar su aporte como ciudadanos luchadores y verdaderos protagonistas en ese proceso por democratizar este paí­s. Y miren que irónica es la cosa: luchamos por nuestra reivindicación contra un gobierno que se suponí­a debí­a apoyarnos y ante la mirada pasiva e indiferente de una sociedad que no es capaz ni siquiera de pronunciarse en apoyo a la gente que se sacrificó por ella (la sociedad), pues más allá de expresar admiración por los compas, nunca supimos que se le exigiera al gobierno y a ese partido que usufructúa la sangre y la memoria de los caí­dos y el sacrificio de los que sobrevivieron, que atienda a ese sector y le reconozca su valor histórico. Y en nuestro esfuerzo agradeceremos su apoyo pero nunca en el sentido de expresar compasión ni lástima, pues asumen muchos que fuimos engañados y nos sacrificamos para nada si ahora los dirigentes del partido fmln son burgueses, empresarios, millonarios, etc.

Nadie luchó para que eso sucediera, nadie se fue a las montañas para que ellos pudieran vivir como viven ahora. Tampoco se luchó sólo para que a ustedes, a sus hijos y las generaciones venideras se les respete su voluntad en las urnas; o sólo para que se pudieran expresar libremente sin ser reprimidos, torturados o asesinados; o para que sus hijos no fueran reclutados a la fuerza y maltratados en los cuarteles, para que se ampliara la cobertura en educación y salud. Hay quienes reducen los frutos de ese sacrificio y justifican que todo va bien y que los cambios se expresan en un vaso de leche, unos uniformes y unos paquetes escolares exhibiéndolos como si esos son cambios revolucionarios y que la entrega de certificados, y que la semilla mejorada, y que ciudad mujer, etc, etc.

Nada más alejado de los verdaderos propósitos de los combatientes y protagonistas genuinos de la guerra y el movimiento social revolucionario. Todo lo anterior solo puede interpretarse como un premio de consuelo con el que le quieren dar atol con el dedo a la población ““y vaya que lo han logrado con una buena parte -. De allí­ que muchos han retomado aquello de que “la lucha sigue”, “hasta la victoria siempre”, “vamos por más cambios”. Y pregunto yo a cuál lucha se refieren? A cuál victoria? A cuáles cambios? Y entiendo que la única lucha ““por cierto muy pasajera ““ en la que participan hoy los militantes de “izquierda” es la electoral. No hay otra expresión de lucha por ahora.

En nuestras mentes, más allá de lograr desmontar la dictadura militar, estaban las transformaciones profundas de esta sociedad, pero fue a falta de una victoria polí­tico-militar al estilo de Cuba y Nicaragua, las condiciones impuestas a nivel internacional y la aceptación de nuevos términos polí­ticos por parte de la dirigencia del FMLN, que los combatientes tuvimos que aceptar la ví­a de la Negociación como la mejor salida. Fue por eso y por otras razones más, e independientemente de si todo eso se logró o no en su máxima aspiración, juzguen si valió o no valió la pena el sacrificio. Nosotros hicimos un gran y extraordinario esfuerzo. No nos engañaron, nos traicionaron. Es importante entender la diferencia entre esos dos hechos.

Así­ que aclaremos lo siguiente: Los combatientes del FMLN histórico no luchamos para que el señor Sifrido Reyes ““quien por cierto ni pasó todo el periodo de guerra en este paí­s ni fue un estratega militar- fuera Presidente de la Asamblea Legislativa y se aprovechara para enriquecerse, ni para que gane un buen salario, ni para que se ande haciendo cirugí­as nasales, ni se aproveche de sus cargos para traficar influencias y fortalecer sus empresas. Tampoco luchamos para que el señor José Luis Merino se hiciera millonario y tenga negocios a saber de qué clase en casi toda Centroamérica. Tampoco luchamos para que los dirigentes del partido fmln que nada tiene que ver con el FMLN de la guerra, sean ahora los nuevos burgueses al servicio del Capitalismo internacional aunque se reúnan en el Foro de Sao Paulo y le sigan diciendo a la gente que son de “izquierda y revolucionarios”. Tampoco luchamos para que hayan alcaldes corruptos y demagogos ni diputados y seudo dirigentes polí­ticos locales que con tal de mantener sus miserables cargos no dicen nada, agachan la cabeza, levantándola sólo para defender lineamientos de un partido que ni es revolucionario ni es de izquierda y que hace alianzas con los partidos de la Derecha tradicional y con los otros burgueses para darle continuidad al modelo neoliberal, cuyas entrañas hoy conocen y defienden.

No somos nosotros los que los tenemos allí­. La mayorí­a de nosotros ya ni siquiera sale a votar cada vez que hay elecciones. Ni siquiera nos dan espacio para participar en las estructuras del partido -por supuesto que tampoco queremos ya que nos lo den, ni estamos interesados en participar en su rescate luego de sus últimas derrotas electorales-. Nos da pena, al menos a los que tenemos dignidad histórica, que somos la mayorí­a. Ese partido y esos falsos dirigentes de “izquierda”, incluyendo a los que han asumido su "nueva" dirección, no tienen nada que ver con el FMLN histórico.

¿Entonces quiénes los tienen allí­?

Resulta que los engañados no fuimos, ni somos los combatientes”¦

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Daniel Guevara
Daniel Guevara
Veterano de Guerra

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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