lunes, 15 abril 2024

Reflexión Inacabada del 2016

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Nuevo año… momento que trae consigo la reflexión en donde evaluamos nuestros logros, los obstáculos y resistencias  encontradas en el año que se va hacemos un balance sobre lo trabajado y lo  vivido. A partir de este balance damos lugar a desarrollar nuevos proyectos y/o continuar con estos, sean estos de carácter individual o colectivo de í­ndole social.

Uno de los elementos que se tornan urgentes de revisar son aquellos percibidos como errores en la consecución de nuestros proyectos, no sin antes recordar que no cometemos errores; únicamente aprendemos lecciones de las cuales descubrir las oportunidades con autocritica a nuestro proceder es inexcusable para asimilar y crecer en nuestros principios éticos humanitarios.

Leyendo nuestra realidad y los derechos de las mujeres, de cara a una evaluación de avances, son innegables, como que las mujeres cuenten con una ley que les procura una vida libre de violencia desde el 2012 y la Ley Especial Integral –LEIV- en aras de una igualdad sustantiva, sin embargo todaví­a se constata como en las polí­ticas públicas de seguridad, de salud, entre otras todaví­a no se incorporan a profundidad los elementos necesarios en  seguridad ciudadana y/o para evitar los embarazos en la adolescencia, y así­ muchos casos más.

El Estado, a mi modo de ver, no ha experimentado cambio alguno ni desde el modelo implementado por gobiernos de derecha/liberales como tampoco por los de izquierda/socialistas, ambos modelos no han dado respuestas a las necesidades de las mujeres ni a la práctica feminista que busque ubicar a estas a una posición diferente en la sociedad, pues ambos oscilan entre una teorí­a liberal del Estado, por una parte, y una teorí­a izquierdista del Estado, por otra. Les une la creencia que la “La ley es la mente de la sociedad” y la mente de la sociedad es misógina y sexista.

En ese sentido a las mujeres las ven y las convierten en un grupo de interés dentro del pluralismo, con problemas especí­ficos de movilización y representación, presencia y voz, que soporta pérdidas y ganancias sin mayores protestas. El Estado, para las mujeres representa una herramienta de dominio y represión, considerando que la ley legitima la ideologí­a, en donde cada ganancia aparente es engaño o cooptación y cada pérdida es inevitable para estas.

Desde el análisis de género, surgen interrogantes, ¿Es el Estado en alguna medida autónomo de los intereses masculinos o es expresión  inherente a estos? ¿El Estado está construido sobre la subordinación de las mujeres? ¿Puede hacerse qué tal Estado atienda a los intereses de aquellas en cuya impotencia ha creado su poder? ¿Supondrí­a alguna diferencia una relación distinta entre el Estado y la sociedad, como la que puede existir en el socialismo? De no ser así­ ¿Es la masculinidad inherente a la forma estatal como tal, o es alguna otra forma de Estado, o alguna otra forma de gobierno imaginable?¿Podremos el 2017 hacer los cambios requeridos en el Estado Salvadoreño, para la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres.

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Gilda Parducci
Gilda Parducci
Columnista Contrapunto
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