El nuevo Presidente tiene un gran sentido de la teatralidad política y no lo digo de forma peyorativa. Sus primeras decisiones (mandar que se le quite el nombre de Domingo Monterrosa a un cuartel de San Miguel y la destitución de Jorge Meléndez, presunto implicado en el asesinato de Roque Dalton), comunicadas a través de las redes sociales, han causado un impacto mediático que no por teatral deja de tener inteligencia política. Ambas medidas desnudan más a el FMLN, retratándolo en sus incoherencias (reivindicar la memoria de Dalton, mientras le da un alto cargo a uno de sus presuntos asesinos) y en sus extrañas complicidades con el estamento militar más conservador de nuestro país. Bukele ha hecho en 48 horas dos cosas que el Frente no quiso hacer en diez años.
Sería de esperar que ambas decisiones formen parte de una visión estructurada y nueva en lo que atañe al resarcimiento simbólico y material de las víctimas de nuestra guerra civil. Ningún gobierno, claro está, es todopoderoso. Si el de Bukele tiene voluntad de resarcir a las víctimas en el plano de la verdad institucional y la justicia, lo más probable es que se enfrente a grandes resistencias por parte de ciertos poderes fácticos en nuestro país.
Al nuevo gobierno habrá que respaldarlo en aquellas decisiones valientes y constructivas que adopte en favor de las mayorías y habrá que cuestionarlo en sus tibiezas, concesiones y complicidades con la vieja política. Lo nuevo no nace de golpe, es un largo proceso. Así que con todas las taras con que nace, lo constituyen fuerzas ideológicas variopintas, habrá que esperar del nuevo gobierno al menos una voluntad manifiesta de renovación que vaya más allá de los gestos mediáticos.
Las críticas a Bukele se pueden hacer desde ya, siempre que se hagan a partir de sus actos de gobierno ya realizados y no en base a las especulaciones sobre lo que hará o no hará. Vale aventurar pronósticos siempre que superen la condición del simple temor que genera Bukele en ciertos sectores.
A ciertos críticos prematuros del nuevo gobierno, los que ya le disparan desde el flanco del FMLN, más les valdría volver la mirada crítica sobre sí mismos, dada la profunda crisis moral e ideológica en la que se encuentran atrapados. Cada vez resulta más claro que el anterior partido de gobierno se hunde y no solo en sus expectativas de voto. Si unos empiezan borrando el nombre de un criminal de guerra de los muros de un cuartel; aquellos que cierran un lamentable ciclo promoviendo una nueva ley en favor de la impunidad deberían de tirar toda su basura y refundarse, si es que pueden.