domingo, 3 noviembre 2024

Quien mal anda, mal acaba…

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¿Se puede reconducir la conducta del ser humano?

Hace unos dí­as, cuando leí­a la noticia del asesinato del rapero XXXTentacion, de apenas 20 años, recordaba ese viejo dicho que reza “el que mal anda, mal acaba”. El músico, al que le dispararon (aparentemente fue ví­ctima de un asalto), es un tí­pico caso de un ser conflictuado que trataba de salir a flote a pesar de sus problemas. Evidentemente fracasó en su intento. Estaba esperando un juicio por violencia doméstica tras en un incidente con su novia embarazada y antes habí­a estado bajo arresto domiciliario por agresión y acoso.

Entonces surge la duda: ¿se puede reconducir la conducta del ser humano? Sí­, claro que es posible. Pero a mayor edad, más difí­cil. Lo primero que se requiere es voluntad. Si realmente el individuo no tiene intenciones de cambiar, la tarea es sencillamente imposible. En el caso de los niños es más fácil poder ilusionarnos con una recompensa, además de hacerlos sentir queridos y aceptados por sus mayores y sus pares. A medida que se hacen mayores, cada vez es más complicado. La ganancia de cambiar debe ser un trabajo o una actividad que les haga sentirse valiosos.

Si hay una enfermedad concomitante, lo ideal es que se realice un tratamiento farmacológico de la misma. También psicoterapias, terapias de cambio de conducta con refuerzos positivos, pero todo debe ir orientado a reforzar la autoestima y valí­a de esa persona. Se debe, por supuesto, mejorar el control de la frustración y activar la voluntad de cambio.

En estos dí­as donde el Mundial de Rusia invade todas las pantallas, es inevitable pasar por alto el lamentable show de Diego Maradona en los diferentes estadios, desde la incitación a la violencia con gestos obscenos hasta su evidente descuido personal, siempre asociado a sus adicciones. Insisto: todos pueden cambiar, pero solamente si ellos lo desean. En el caso de las adicciones es más bien una conducta aprendida, reforzada por una sensación de bienestar y euforia que suele ser instantánea. Sin embargo, muchas veces acaba en frustración cuando las adicciones empiezan a dejar problemas o secuelas no deseables.

En ese sentido, las compañí­as son fundamentales, para bien o para mal. Así­ como un entorno familiar sólido puede oficiar como escudo protector, las malas amistades son un verdadero caldo de cultivo para conductas desviadas. A menor autoestima y peor calidad de relaciones con figuras de autoridad como los padres o maestros, mayor influencia tendrán las malas compañí­as.

En muchos casos, una solución son los centros de rehabilitación. Pueden ayudar, pero siempre y cuando sean menos represivos y estén dirigidos por personas que traten a los jóvenes con afecto y les brinden su amistad y trato con respeto, pero acatando normas. No funciona una disciplina exclusivamente militar sino una basada en el consenso y la empatí­a de todos. Es importante que las reglas no sean tan rigurosas ni demasiadas, pero sí­ muy claras.

En casos más extremos, cuando el individuo acaba en la cárcel, las posibilidades de regeneración disminuyen considerablemente. Más allá del hacinamiento, el problema de los centros penales, y sobre todo en Centroamérica, es lo que ocurre entre bastidores. Cuando no están bajo el escrutinio de los guardas, desgraciadamente los reclusos se lastiman y abusan de los más débiles. Su única posibilidad de supervivencia es volverse malo y fuerte. Aunque son pocos los casos, aquellos que aprenden un oficio dentro de prisión, logran un triple objetivo: se alejan del ambiente violento, mantienen su mente ocupada y están preparados para una eventual salida en libertad.

El joven rapero XXXTentacion era un ejemplo, pero su oscuro pasado llevó a otros a que le asesinaran. El suyo es un caso testigo: no es fácil la reinserción en la sociedad. Recomiendo escuchar sus canciones “Sad”, “Changes” y “Save me”.

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Margarita Mendoza Burgos
Margarita Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicólogía Médica, Psiquiatrí­a infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España; colaboradora de ContraPunto
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