Desde Ginebra, Juan Gasparini.
El acrónimo «Crink», atribuido al politólogo canadiense Peter Van Praagh, identifica a China, Rusia, Iran y Corea del Norte, entre los afiliados al Sud-Global que se alinean en el «Brics+». Preconizan un sistema financiero autónomo del Occidental, por fuera del dólar, el FMI y el Banco Mundial, menos Corea del Norte. Sin ella pero añadiendo Brasil, India, Sudáfrica, Egipto, Emiratos Arabes Unidos y Etiopía, los 9 integrantes del «Brics+» son una opción no bélica, desvinculada del rol invasor de Vladimir Putin en la guerra de Ucrania, reclutando tropas norcoreanas. (1)
La maniobra ha cobrado un rol inesperado en la cumbre de Kazan, que pone de manifiesto la vocación euroasiática del patrón del Kremlin, quien reunió a 36 jefes de Estado los pasados 22 a 24 de octubre. Entre otros, concurrieron Afganistan, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Cuba, Serbia, Vietnam y Palestina. El «Brics+», es una alianza heteróclita de a-occidentales o no occidentales, sin unidad ideológica, cuya única regla para acceder a formar parte es el consenso de los ya miembros. Todos aspiran a un mundo «multipolar», que aísle a los Estados Unidos y a Europa.
Unos 11.000 norcoreanos estarían al acecho, estacionados en territorio ruso, vecino a Ucrania. Forman parte del 1,3 millones de militares a las ordenes de Pyongyang, país con 25 millones de habitantes. De concretarse la intervención norcoreana en Ucrania, le ahorraría a Rusia decretar una movilización general de sus habitantes en edad de combatir, medida que podría ser impopular y desestabilizadora para el gobierno de Vladimir Putin. A cambio, Kim Jong-un consigue la asistencia rusa para eludir las sanciones de la ONU, y el pago bajo su control de 2000 dólares estadounidenses mensuales por soldado norcoreano que intervenga en Ucrania.
Las guerras en Ucrania y Oriente Próximo han intensificado la ayuda mutua frente a la extensión mundial de los conflictos que vive el planeta. En ese contexto, Iran aprovisiona a Rusia de drones y misiles, China contribuye a que Moscú eluda sanciones occidentales, le aporta tecnología, incluso militar, y al tiempo le compra el petroleo que antes Vladimir Putin le vendía a Europa Occidental. Entre tanto, los «Brics+» han creado un banco en Shanghai, dirigido por la ex presidenta brasileña, Dilma Rousseff, cuyas actividades no han trascendido públicamente.
Como se ha visto, 9 países componen el «Brics+». Representan en 2024 el 45% de población mundial y el 27% del Producto Interior Bruto del planeta en valor nominal. Sin embargo, para incrementar su poderío, tal vez deberían conseguir atraer países de notoria importancia, por ejemplo Arabia Saudita y Turquía, por sus cantidades de habitantes, reservas financieras, poder militar y bienes naturales e industriales, quienes de momento no parecen interesados.
Entre los planes inmediatos el «Brics+» destaca la creación de un sistema de pago alternativo al mecanismo Swift, de origen occidental, empresa privada que aseguraba desde Bélgica un servicio público mundial de pago interbancario en dólares, denostada por haber también servido para imponer sanciones occidentales contra Iran y Rusia. Ahora podría ser reemplazada por la «Brics Cross-Border Payment Initiative», un sistema financiero autónomo, todavía de incierta viabilidad y peso internacional, que despeje los temores y ambigüedades del pasado.
En ese universo provisorio y multipolar, el Hezbollah libanés utiliza proyectiles antitanques rusos y misiles iraníes; Rusia e Iran equipan a los houthis yemeníes, el ejército israelí descubrió armas norcoreanas en depósitos de Hamas en Gaza, China buscaría aumentar incidencia geopolítica, preparándose para una futura invasión a Taiwan, mientras los países de Europa Occidental y la OTAN, parecen no estar a la altura para pertrechar a Ucrania, y doblegar la agresión rusa.
(1) Le Point, Francia, 31 de octubre de 2024.