Vamos a empezar por definir estos términos. La producción es la actividad económica que aporta valor agregado por creación y suministro en la economía nacional, se considera que una economía es capaz de producir diferentes cantidades de bienes y servicios según el uso que haga. Fabricar o elaborar un producto mediante el trabajo. Consumo es la acción y efecto de consumir o gastar, bien sean productos, bienes o servicios, como por ejemplo la energía, entendiendo por consumir como el hecho de utilizar estos productos y servicios para satisfacer necesidades primarias y secundarias.
Si atendemos estas definiciones que nos da Wikipedia, podemos darnos cuenta que son dos cosas diferentes. La producción envuelve el que seamos creadores de algo, en cambio el consumo es comprar o gastar lo que alguien ha producido. Dios en un principio le ordenó a Adán el de fructificar y multiplicarse, someter a sus enemigos y tener dominio sobre la tierra. Por propósito de Dios deseaba que el hombre fuera productor, pero nuestra cultura nos ha formado solo para consumir. Por medio del marketing los establecimientos comerciales han aprendido a captar los deseos de aquellos que dirigen el mercado. Hemos caído en la trampa de querer ser servidos y no de servir.
Qué fácil se ha vuelto para nosotros consumir sin siquiera pensar en producir. Ya es hora de que despertemos a ese potencial dado por Dios y cambiar nuestra manera de pensar. Hemos nacido para ser productores. El anhelo y nuestra realización llegan cuando nos volvemos productivos. Cada uno debemos analizar a qué categoría pertenecemos. Vivimos para producir o para consumir, para recibir o para dar. Las personas en la historia no son recordadas por lo que tuvieron o poseyeron, sino más bien por lo que dieron.
Ahora bien por qué compramos tanto, porque somos bombardeados agresivamente por la mercadotecnia o marketing. ¿Cuál es su objetivo? Convertir los deseos (ver artículo sobre el ahorro) en necesidades. Los mercadólogos saben que las emociones influyen mucho en el consumidor y por eso la publicidad y los centros comerciales están diseñados para despertar las emociones en las personas. De esa manera hacernos comprar cosas que no necesitamos. ¿Qué podemos hacer para no ser víctimas de la astucia de los mercadólogos? Dejemos a un lado las emociones y comparemos las promesas publicitarias con la realidad. Por ejemplo “mejore su calidad de vida”, “obtenga prestigio”, “defina su identidad”. ¿Cómo podemos controlarnos?
– Resista las compras por impulso. Para resistir, cálmese y piense bien en las consecuencias
– No vaya de compras para animarse. Recurra a buenos amigos o realice alguna actividad como el ejercicio físico
– No vaya de compras para entretenerse. Vaya de compras solo cuando busque algo en particular
– Escoja bien sus amistades. Escoja amigos que no den tanta importancia al dinero y a las cosas materiales
– Use con cuidado sus tarjetas de crédito. Es mejor ahorrar para hacer las compras
– Conozca bien su situación financiera. Mantenga al día sus registros