¿Por qué Roque Dalton? ¿Por qué ahora?

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Por James Iffland (*)

Boston University. Antes de comenzar mi presentación, quisiera darles las gracias a la Universidad de San Carlos de Guatemala y a los organizadores de estas Jornadas Académicas en conmemoración de dos de las grandes figuras de la literatura centroamericana.  Asimismo, quisiera decir que me siento honrado por haber sido invitado a participar en estas mesas inaugurales con dos de los mejores estudiosos de la obra de Roque Dalton, el Dr. Luis Alvarenga y el Dr. Luis Melgar Brizuela, junto con el destacado periodista Juan José Dalton, quien hace tanto para mantener viva la memoria de su padre. 

Me parece especialmente apta la fecha escogida para estas jornadas, no solo por las tristes efemérides que ya sabemos sino porque coincide con el 60 aniversario de una presentación que hizo Roque en esta misma universidad. Con sus escasos 25 años cumplidos, seguramente no se imaginaría jamás que todos estaríamos reunidos hoy en celebración de su memoria.

Paso directamente ahora a las dos preguntas que aparecen en el título de mi presentación:  ¿Por qué Roque Dalton?  ¿Por qué ahora?  Las planteo después de haber trabajado unos 20 años en un estudio sobre la totalidad de su obra.  El borrador final tiene 2,400 páginas…  Más de un amigo me ha preguntado a quemarropa si no me habré vuelto loco al escribir tanto, especialmente sabiendo que las editoriales académicas de hoy día no quieren libros largos.  Yo mismo estaba consciente de ello tras haber redactado más o menos la mitad de mi estudio, pero decidí seguir adelante para cumplir con las metas que me había propuesto al comenzarlo.(1)

Niño del argentino Club deportivo y literario “Roque Dalton”

Debo aclarar que no lo hice con espíritu de abnegación masoquista:  al contrario, seguí porque me lo estaba pasando bien.  Leer a Roque, estar tan metido en su mundo, da energía, da vida.  Me he dedicado al estudio de su obra por el mismo motivo por el cual me he dedicado también a la obra de dos de los otros grandes escritores de la lengua española:  Miguel de Cervantes y Francisco de Quevedo.  Los grandes escritores tienen una manera especial, esencialmente única, de estar vivos, de compenetrarse hondamente con el mundo que los rodea.  Mucha gente puede tener la habilidad de vivir la vida con especial intensidad y singular inteligencia, pero sin la capacidad necesaria para comunicar el fruto de sus experiencias.  Para hacerlo, hay que tener pleno dominio sobre la palabra.  Es ese dominio verbal lo que permite la transferencia de aquella extraordinaria y contagiosa energía con la que los grandes escritores vivieron sus vidas. 

Es evidente que Roque sí tenía, desde joven, una misión de vivir la Vida de la manera más plena posible.  En un poema relativamente temprano titulado “La vida inútil” (Dalton 1999; 165) encontramos un epígrafe del escritor ruso Nicolai Ostrovsky, el cual aparece también en un pequeño texto autobiográfico, inédito, de Roque:  “Creo para el futuro en las palabras de Ostrovsky—acaso las más grandes que se hayan escrito nunca:  ‘Lo más preciado que posee el hombre es la vida.  Se le otorga una vez y hay que vivirla de forma que no se sienta un dolor torturante por los años pasados en vano, para que no queme la vergüenza por el ayer vil y mezquino y para que al morir se pueda exclamar:  ¡toda la vida y todas las fuerzas han sido entregadas a lo más hermoso del mundo, a la lucha por la liberación de la humanidad’”.(2)

Creo que esta cita contiene la clave de todo lo que yo llamo el “fenómeno Dalton”.  Roque vivió su vida justamente con el objetivo de no tener esos remordimientos que pueden torturarle a la persona tras haber vivido la “vida inútil”.  Es más, Roque procura explorar todas

Mario Benedetti con Roque en una charla literaria en “Casa de las Américas”, La Habana

las variadas dimensiones de la Vida en su poesía, toda su riqueza, y sí, su miseria también.  Como dice en su prólogo de La ternura no basta, la antología que confeccionó en Cuba poco antes de integrarse a la lucha en El Salvador:  “Lo que en el fondo quieren decir estos poemas al publicarse en conjunto es:  así vio el poeta en su camino el amor, la lucha, la ridiculez de la burguesía, la tierna mitología de sus padres, sus propias dudas, las cárceles, la proximidad de la muerte, las sutilezas conceptuales de la lucha ideológica, el diálogo, el país enajenado, el placer, las lágrimas, la esperanza férrea.  Visión múltiple, diversificada, pero siempre parcial, que cobrará su auténtico sentido sólo en el seno de la lucha práctica por la liberación de nuestros pueblos.  Este es el hermoso drama de todos los poetas revolucionarios de América Latina” (Dalton 1999; 18).

Ahora bien, en los dos pasajes que acabo de citar aparecen dos aspectos clave de este amor intenso por la Vida que Roque quería plasmar mediante la palabra.  Ese amor incluye la premisa de que todos los seres humanos deberían tener la posibilidad de disfrutar de la Vida en todo su extraordinario esplendor, no solo una pequeña élite. 

Y aquí llegamos precisamente al segundo aspecto de estas dos citas.  Esa posibilidad de gozar de una vida plena es negada no por individuos mezquinos, avaros, etc. sino por todo un sistema socioeconómico y político que sistemáticamente mantiene a las masas en la escasez más paralizadora.  De ahí surge el compromiso con la “lucha práctica por la liberación de nuestros pueblos”.  Roque, como tantos otros miembros de su generación, arribó a la conclusión de que los sistemas políticos vigentes en aquel momento—en Guatemala, en El Salvador, en Nicaragua, en Honduras– jamás permitirían los cambios necesarios.  Llegó a la conclusión racional de que las seudo-democracias y las dictaduras de turno únicamente podrían ser transformadas por medio de la lucha armada revolucionaria. 

Roque aborda esta realidad desde su oficio de escritor.  Y aquí damos con un punto sobre el cual nunca dejo de insistir.  Si miramos la totalidad de lo que escribió Roque, es evidente que, en última instancia, su compromiso vital principal era con la Revolución antes que con la creación literaria.  Como siempre afirmo, Roque era un revolucionario que también escribía, no un escritor que también era revolucionario.  Su centro de gravedad era la Revolución, no el arte.  No solo lo digo yo sino el mismo Roque:  “mi propia inserción en la labor cultural es de intención y de hecho política” (Dalton 2013; 344). Esto no quiere decir que Roque haya utilizado su poesía exclusivamente para fines pragmáticos.  Amaba la poesía en sí.  Afirmaba, en efecto, que el fin último de la poesía, incluso la revolucionaria, era crear belleza (3)  Generar belleza, sin embargo, no estaba reñido con sus fines políticos, revolucionarios.  Al contrario, el cultivo de la belleza en la poesía revolucionaria potenciaba su eficacia concientizadora.  Incluso llegó a decir Roque que un poema revolucionario malo era un poema contrarrevolucionario.(4)

Ahora bien, podemos comprobar el hecho de que Roque era un revolucionario que también escribía solo si leemos todo lo que escribió, no solo su poesía o ficción.  Esto es algo que la enorme mayoría de los estudiosos no han hecho.  Si lo hacemos, es difícil no ver la validez de la premisa que estoy desarrollando.  Roque abogaba elocuentemente por el cambio revolucionario no solo a través de su poesía.  Se daba cuenta de que la Revolución no se hace solo movilizando la palabra.  Más bien, había que pasar a la acción, a la praxis.

Llegamos aquí a lo que yo considero la faceta única del “fenómeno Dalton”.  Roque no solamente era un gran poeta sino un serio e incisivo pensador teórico sobre el arte de llevar a cabo una Revolución.  Hay muchos grandes escritores revolucionarios, pero no encontramos muchos que hayan sido capaces de reflexionar y escribir sobre cómo hacer la Revolución a un nivel tan concreto, con tanta inteligencia y tino, como Roque.  La imagen que se vende mucho de un Roque que era un romántico que por “despiste” se metió en la lucha guerrillera es absolutamente falsa.  Sabía exactamente lo que estaba haciendo.  Roque no solo era marxista sino marxista-leninista.

Obra antológica de Dalton en árabe

Hay estudiosos que intentan separar la obra literaria de Roque de su actividad en el campo de la teorización revolucionaria. Incluso hay esfuerzos por separar la parte más valiosa de su poesía en términos estéticos de su poesía más abiertamente política, la cual se tacha de “panfletaria”. Semejantes críticas no le harían la más mínima mella a la auto-estima de nuestro autor, puesto que para él, empujar la Causa revolucionaria importaba mucho más que la admiración del Establishment cultural, especialmente su sector académico.  Concebía la poesía al final de su vida como tarea de propaganda y agitación en el sentido leninista—esto es, como herramientas para movilizar al pueblo para la Revolución.  Si examinamos bien esta poesía—particularmente los llamados Poemas clandestinos (Dalton 1980)—veríamos que forman parte orgánica del conjunto total de su obra.  Toda su obra—desde la poesía amorosa hasta los manuales estratégicos y tácticos sobre la lucha armada—se engrana del modo más ceñido en un proyecto unitario.  Roque aseguraba que cada cosa que escribía fuera un aporte serio a la Causa revolucionaria.  De ahí la intensidad de su actividad en todas las esferas.  Como combatiente en una trascendente batalla, una lucha de vida o muerte, cada bala tenía que contar, por así decir.  Con muchos autores uno puede saltar por encima de obras menores, sin verdadera importancia; con Roque, en cambio, no es así.   

Es más, hay una rica y compleja retroalimentación, o sinergia, entre todas las esferas de su producción.  Su “pensamiento poético” nutre su “pensamiento político”, y viceversa.  Su “pensar poético” le infunde a su proyecto político una refrescante vitalidad, una elasticidad muy particular que le permite “ponerse al día” con agilidad constante.  Roque tenía su lado muy duro, de férreo compromiso con la lucha armada, pero al mismo tiempo rechazaba las recetas rígidas—precisamente gracias, a mi parecer, a su modo de ver el mundo como poeta

Es esa misma cualidad de su praxis como revolucionario que también escribía que puede servir si no de modelo, sí de inspiración, para los movimientos y partidos de izquierda en nuestro presente histórico.  Desde la desarticulación de la Unión Soviética, la izquierda a nivel mundial ha estado buscando nuevos caminos para seguir.  Los problemas generados por el sistema capitalista son los mismos de siempre; en efecto, son incluso más graves que antes, con una cada vez mayor concentración de la riqueza en un grupo inexorablemente más pequeño, incluso en un país “rico” como los EEUU.  Más de mil millones de personas en el mundo viven en la miseria más absoluta (Davis 2005). La “gran narrativa” del capitalismo—esto es, que con el tiempo este sistema socioeconómico podrá suministrar un nivel adecuado de bienestar material para toda la humanidad—no ha dado los resultados prometidos.  Y según los pronósticos de muchos economistas, no los va a dar nunca (Piketty 2014).

Volvamos ahora a los partidos y movimientos de izquierda a nivel mundial.  Con contadas excepciones, todos tienen que llevar a cabo su labor dentro de sistemas que deberían ser definidos no como “democráticos” en un sentido auténtico sino como ejemplos de lo que el filósofo francés Alain Badiou llama el “parlamentarismo capitalista”.(5)

Todos los partidos, de la ideología que sean, funcionan bajo las reglas del juego de las fuerzas dominantes del gran capital, las cuales financian, en gran medida, a dichos partidos, incluso los de izquierda (o “izquierda”).  Si un partido de izquierda gana las elecciones, los partidos de derecha hacen todo lo posible para frenar sus programas legislativos, con lo cual queda desacreditado dicho partido por no haber cumplido con lo que prometió al pueblo.  Si un partido de izquierda lograra, en efecto, empujar un programa exitoso de lo que podríamos llamar “reformismo enérgico”, se suelen emplear las palancas y resortes del parlamentarismo capitalista para deshacer su gobierno, a veces con el respaldo más o menos abierto de las fuerzas armadas. 

La gama entera de opciones se ha observado en las últimas dos décadas en Latinoamérica, desde Manuel Zelaya en Honduras y Evo Morales en Bolivia hasta Lula y Djilma Rousseff en Brazil y Fernando Lugo en Paraguay.  Y luego el caso más llamativo, por supuesto, el de Venezuela, con las cada vez más agresivas maniobras de los Estados Unidos para derrocar los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. 

Ante este panorama, los partidos y movimientos de izquierda tienen que responder a la clásica pregunta:  ¿Qué hacer?  ¿Deberían plegarse a las reglas del parlamentarismo capitalista, satisfaciéndose con tímidas tentativas de reformismo lite?  ¿O deberían ejercer, en cambio, un “reformismo enérgico”, sabiendo siempre lo que les espera?

Regresando a mi argumento sobre la importancia de la obra de Roque Dalton en relación a la coyuntura actual de la izquierda latinoamericana, ¿qué estaría proponiendo él ante el panorama que acabo de resumir?  Insistiría, como siempre, en el análisis concreto de la situación concreta.  No buscaría repetir servilmente recetas de épocas anteriores.  Insistiría en la necesidad de hacer una auto-crítica profunda para no repetir errores ya cometidos.  Enfatizaría la importancia de recuperar la energía de movimientos emancipadores del pasado para servirnos de combustible anímico en el presente.  En el caso de Centroamérica, su enfoque sería militantemente morazánico, como lo fue durante toda su vida.  El pecado original heredado de la Independencia fue la división del istmo en lo que él llama “republiquetas”, lo cual lo convirtió en presa fácil para el imperialismo norteamericano, hasta el día de hoy.  Otro tanto se podría afirmar con respecto a Latinoamérica en su totalidad.  Roque no solo era morazánico sino bolivariano:  cualquier proyecto de liberación tenía que concebirse a nivel continental, por los mismos motivos.(6)

En el terreno cultural, que es el que nos concierne más directamente en estas Jornadas, diría Roque algo muy parecido.  Los países centroamericanos, como “periferia de la Periferia”, tienen que trabajar morazánicamente ya que todos confrontan la misma situación de marginación y ninguneo en la gran República de las Letras. En ese sentido, aplaudiría la iniciativa de la Universidad de San Carlos de Guatemala de organizar actividades como ésta con una perspectiva regional y no solo nacional.

Y por cierto, Roque insistiría en el papel clave de la cultura en cualquier proyecto de transformación sociopolítica en nuestros días.  La importancia del arte en la lucha contra los sectores dominantes quedaba verificada por la misma significación que le daban los servicios de inteligencia del Imperio.  El imprescindible libro de Frances Stonor, The Cultural Cold War:  The CIA and the World of Arts and Letters  (2000), documenta en detalle todas las actividades de la CIA en el terreno cultural.  Éste se concebía como otro “frente” en la campaña contra el comunismo y se invertían enormes recursos para alcanzar la victoria.  El mismo Roque vivió en carne propia este aspecto de la Guerra Fría cuando la CIA intentó reclutarlo tras su captura en 1965.  El agente encargado de su interrogatorio quería que Roque trabajara para la CIA principalmente en el sector cultural. (7)

Mural dedicado a Dalton en Nuevo Edén, San Miguel, al oriente de El Salvador

Como he argumentado en otros contextos,(8) la Guerra Fría Cultural continúa hoy día en distintas modalidades.  Stonor cuenta cómo se desmontaron muchos de los programas de la CIA centrados en la producción cultural tras la “victoria” sobre la Unión Soviética a principios de los años 90.  Sin embargo, nadie me puede convencer de que los hayan eliminado del todo.  Como ha pasado con frecuencia en este momento neoliberal, muchas de las actividades gubernamentales en esta área se han privatizado.  Toda la extensa gama de think tanks (o “laboratorios de ideas”), financiados por capital privado, sigue con la guerra ideológica sin contemplaciones.  Como el capital sabe que no puede resolver los profundos problemas socioeconómicos que son los mismos que provocaron los movimientos revolucionarios del siglo XX, quieren evitar el rebrote de nuevos movimientos en el siglo XXI.  Quieren que todos—y especialmente los jóvenes—acepten con resignación que el “mundo es así”—¿qué se puede

hacer?  No soñemos con un “mundo mejor”, más justo—un mundo que no genere caravanas de gente desesperada proveniente de El Salvador, Honduras, Guatemala, todos soñando con poder cruzar la frontera de ese gran paraíso del Norte.

Y ahora llegamos a los peligros que corre Roque Dalton, junto con Roberto Obregón, dentro del mundo cultural de hoy.  Hay fuerzas que están funcionando hoy día para evitar que los jóvenes lean las obras de estas grandes figuras de la literatura centroamericana de tal manera que tomen en serio su vector revolucionario.  Estudiémoslos, si ustedes insisten, pero hagámoslo desde una perspectiva puramente estética.  ¿No son, en efecto, maestros de la palabra?    Es más:  en el caso concreto de Roque, miremos su lado bohemio—su afición por las mujeres y por el trago.  A los literatos nos encantan los aspectos pintorescos de los autores que estudiamos.  Nos fascina la chismografía—los amoríos, los rincones oscuros de sus personalidades.  No podemos resistir la tentación de generar tramas novelescas al mirar sus trayectorias vitales.  Roque, pobre soñador romántico, se mete en las organizaciones revolucionarias por “ingenuo”—error que paga con su vida. 

En efecto, todas las circunstancias que rodean su asesinato terminan atrayendo más atención que su misma obra.  Cuando le digo a la gente que estoy escribiendo un libro sobre Roque Dalton, la primera pregunta que me hacen es:  ¿Quién lo mató?  Y como he dicho en otra parte (Iffland 2016), la negativa de los responsables por aceptar su culpabilidad de forma abierta y sincera, termina matando a Roque una segunda vez ya que aparta la atención del público lector de su obra.  Todos nos morimos—es ley de vida.  Pero en el caso de un escritor, éste puede seguir “viviendo” mediante su obra—esto es, si la leemos.  Si seguimos hablando solamente de su muerte, Roque acaba asesinado una segunda vez—y de modo más grave en cierto sentido.

Por eso les insto a los jóvenes presentes hoy a leer la obra de Roque, intentando captar su sentido más profundo.  Disfrútenla—es, repito, un auténtico mago de la palabra.  Pero también intenten comprender por qué escribía, hacia dónde se dirigían todos sus esfuerzos. 

Cerraré esta breve intervención con fragmentos de un poema de Roque, publicado cuando tenía 26 años, titulado precisamente

Dalton, en la redacción de Teleperiódico que dirigía Álvaro Menéndez Leal (escritor, periodista y dramaturgo).

“Por qué escribimos”:

Uno hace versos y ama

la extraña risa de los niños,

el subsuelo del hombre

que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,

[…]

Uno tiene en las manos un pequeño país,

horribles fechas,

muertos como cuchillos exigentes,

obispos venenosos,

inmensos jóvenes de pie

sin más edad que la esperanza,

rebeldes panaderas con más poder que un lirio,

[…]

esporádico pan, hijos enfermos,

abogados traidores

Uno se va a morir,

mañana,

un año,

un mes sin pétalos dormidos;

disperso va a quedar bajo la tierra

y vendrán nuevos hombres

pidiendo panoramas.

Preguntarán qué fuimos,

quienes con llamas puras les antecedieron,

a quienes maldecir con el recuerdo.

Bien.

Eso hacemos:

custodiamos para ellos el tiempo que nos toca. (Dalton 1994; 111)

Notas al margen:

(1) Afortunadamente, la Editorial de la Universidad de El Salvador ha aceptado el manuscrito para la publicación.  El libro aparecerá, en varios tomos, en un futuro no muy distante.  Quiero expresar mi profunda gratitud a los responsables por esta decisión tan generosa.

(2) Escrito a mano, el manuscrito de este texto (sin paginación) está guardado en el Archivo Roque Dalton en el Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador. 

(3) Escrito a mano, el manuscrito de este texto (sin paginación) está guardado en el Archivo Roque Dalton en el Museo de la Palabra y la Imagen, San Salvador.

(4) “El comunista que trata de hacer la revolución con un mal poema objetivamente hace contrarrevolución” (Dalton 1969; 2).

(5) El concepto es desarrollado en muchos escritos del brillante filósofo francés, entre ellos, “The Communist Hypothesis” (2008): “If we posit a definition of politics as ‘collective action, organized by certain principles, that aims to unfold the consequences of a new possibility which is currently repressed by the dominant order’, then we would have to conclude that the electoral mechanism is an essentially apolitical procedure. This can be seen in the gulf between the massive formal imperative to vote and the free-floating, if not non-existent nature of political or ideological convictions. It is good to vote, to give a form to my fears; but it is hard to believe that what I am voting for is a good thing in itself. This is not to say that the electoral-democratic system is repressive per se; rather, that the electoral process is incorporated into a state form, that of capitalo-parliamentarianism, appropriate for the maintenance of the established order, and consequently serves a conservative function. This creates a further feeling of powerlessness: if ordinary citizens have no handle on state decision-making save the vote, it is hard to see what way forward there could be for an emancipatory politics” (31).

(6) Todo lo que acabo de plantear será debidamente corroborado en mi futuro libro.

(7) Todo lo que acabo de plantear será debidamente corroborado en mi futuro libro.

(8) La experiencia queda registrada en Pobrecito poeta que era yo (Dalton 1982) en el capítulo titulado “José (la luz del túnel)”, 391-476.

(9) “Echando el cierre al testimonio:  Miguel Mármol y la Guerra Fría Cultural,” una conferencia pronunciada en la Universidad de El Salvador, San Salvador (2017).

———————–

Bibliografía citada:

Badiou, Alain. (2008).  “The Communist Hypothesis”.  New Left Review, 49 (enero-febrero), 

29-42.

Dalton, Roque. (1963).  “Poesía y militancia en la América Latina”.  Casa de las Américas, nos.

20-21 (septiembre-diciembre), 12-20.

Dalton, Roque.  (1969)  “Carta de Roque Dalton”. La pájara pinta, 4 (39), 2, 7.

Dalton (1982).  Pobrecito poeta que era yo.  San José: Editorial Universitaria Centroamericana

(EDUCA).

Dalton, Roque. (1994).  En la humedad del secreto (Antología poética de Roque Dalton).  Ed.

Rafael Lara Martínez.  San Salvador: Concultura.

Dalton, Roque.  (1999).  La ternura no basta (Antología poética). Prol. Víctor Casaus.  La

Habana:  Fondo Editorial Casa de la Américas.

Dalton, Roque. (2013).  “El boom, la ideología y la poesía”.  En Profesión de sed (artículos y

ensayos literarios, 1963-1973).  Ocean Sur. (no se especifica el lugar de publicación)

Davis, Mike. (2006). Planet of Slums.   Londres:  Verso.

Iffland, James.  (2016).  “Roque Dalton:  The Magnificent Wound that Never Heals.”  ReVista,

                Harvard Review of Latin America, 15 (primavera), 36-38.

Piketty, Thomas.  (2014) El capital en el siglo XXI.  Trad.  Eliane Cazenave-Tapie Isoard.

                México:  Fondo de Cultura Económica. 

Stonor, Frances. (2000). The Cultural Cold War:  The CIA and the World of Arts and Letters.

                Nueva York:  The New Press.  (Existe una traducción al español:  La Guerra Fría Cultural (2013).  Barcelona:  Editorial Debate.)

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James Iffland
James Iffland
Catedrático de la Universidad de Boston; especialista en Miguel de Cervantes y Francisco Quevedo, así como de Roque Dalton
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