miércoles, 4 diciembre 2024
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Política y Medios de Comunicación Social

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Los Medios de Comunicación  Social (MCS) no son malos, lo malo es el uso que, a veces, se hace de ellos. Igual, la política no es mala, lo malo es el uso que los malos políticos  hacen de ella.

Cuando los MCS son consecuentes con los principios de veracidad e imparcialidad, no sólo logran aceptación, sino también credibilidad. Igual, tomando en cuenta que la política es “servicio”, si los políticos son buenos y nobles servidores, también son acreedores de aceptación y, sobre todo, de credibilidad. Y siempre, en ambos casos, es el pueblo el que califica tal desempeño.

Independientemente de tendencias políticas o religiosas, hay que decir que hoy, en ambos casos -los mal llamados “grandes MCS” y los malos políticos, a nivel de la Asamblea Legislativa (AL)- como siguiendo con una larga tradición, ignoran las aspiraciones populares y -quizás como nunca- dejan más al descubierto el vil compromiso de servir a los grandes intereses económicos y de poder.

Es imposible ocultar lo que está a la vista, y tan claro como el agua pura. Es tan evidente la antipopular alianza MCS-diputados, en perjuicio únicamente del laborioso y honrado pueblo salvadoreño, que son desalentadoras y remotas las esperanzas de un estado armónico y democrático, en el marco de los necesarios contrapesos, como soporte de la democracia y la superación integral del país.

Y peor, cuando un sector de la empresa privada hace causa común con ellos, en franca mala intención de atacar -por todos los medios posibles- las políticas del presidente Bukele y su gabinete de gobierno, generando -por revanchismo político, frustración, ambición u odio personal- situaciones de caos e inestabilidad, en perjuicio únicamente del pueblo salvadoreño, cuya aspiración es un verdadero cambio en su estilo de vida, contrario a los remanentes lamentables e indignantes de las administraciones anteriores.

¿Lo sabrán los de esa alianza? Claro que lo saben, pero antes que la bonanza popular integral, está su bonanza de privilegios y comodidades. Con razón, el poeta del pueblo Oswaldo Escobar Velado -ante una situación nacional similar a esta- invocando a Sandino escribió contra los malos políticos y sus seguidores: “No los perdones, Sandino, porque sí saben lo que hacen…”. Igual, con desencanto poético, el poeta Escobar Velado, al invocar a Feliciano Ama: “¿De qué sirvió tu muerte, mi Tata Feliciano…”? o la ironía punzante de Ignacio Ellacuría SJ: “A sus órdenes, mi capital…” ¿Se habrá olvidado eso? 

Por todo, con un dejo de repudio y disgusto, el pueblo rechaza los anuncios de inscripción -para reelegirse- de algunos diputados: uno (acusado de negociar con pandillas), otro (“el Conavid-19 es una salvación”) otro (el Conavid-19 es un simple “catarrón”) y otros (acusados por los sobresueldos)… El pueblo les rechaza que digan que lo hacen “por la necesidad de ser útiles al país” (¿?), cuando su necesidad es seguir paladeando la añeja costumbre de hacer poco o nada, a cambio de jugosos salarios, privilegios y prebendas.

Si tanto los MCS como los políticos inciden significativamente en la vida nacional, sería ideal un compromiso más coherente en su ejercicio. Sobre todo, en el caso de los políticos, debieran reconocer su papel de mandatario (el que hace los mandados) y no erigirse como hoy en mandantes, porque ese mérito -por derecho propio- solo le corresponde al pueblo. Además, es un traje muy holgado, para lucirlo ellos con arrogancia y prepotencia.

 Es decir, servir y no servirse. José Martí -gran patriota y poeta cubano- sintetizó este principio, cuando sentenció: “A la Patria se le sirve y no se le toma para servirse de ella”. La cuestión es que  -con las excepciones del caso- hoy impera más la subcultura de “la compostura” y, como ha sido tan evidente, a lo Maquiavelo: el fin justifica los medios. El medio es el cargo; y el fin, la compostura: altos salarios, nepotismo, propiedades, cuentas bancarias, casas de playa… Por eso, las excepciones, por escasas son muy apreciadas…

Pero, en honor a la equidad, el cuestionamiento debe ser también para los funcionaros de los otros órganos del Estado: Ejecutivo y Judicial; porque, es un secreto a voces que la corrupción ahí, ha venido -y sigue- siendo evidente. Y en la lucha contra la corrupción, el salvadoreño honrado esperaría una labor positiva de los MCS, en cuanto a una información sin sesgos políticos, veraz, oportuna e imparcial.

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Renán Alcides Orellana
Renán Alcides Orellana
Académico, escritor y periodista salvadoreño. Ha publicado más de 10 libros de novelas, ensayos y poemas. Es columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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