miércoles, 5 marzo 2025
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Poesía árabe pre islámica, entre el amor, el erotismo y la guerra

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"La poesía árabe se escribe en la arena como en el mercado con un mismo sentimiento: la melancolía movida por un amor que quema los pensamientos": Hans Alejandro Herrera.

Eruditos, libertinos, guerreros, la poesía árabe se escribe en la arena como en el mercado con un mismo sentimiento: la melancolía movida por un amor que quema los pensamientos. Ésta es un muy breve y rápido repaso por la historia de una de las poesías más tajantes de la literatura a partir de sus raíces sepultadas en la arena de los siglos.

POESÍA PRE ISLÁMICA. Antes de Mahoma existían los árabes.

La Historia de la poesía árabe empieza antes de las llegada del profeta. Al-Tahir Ahmad Makki comenta que “entre las tribus del norte, de la misma manera, cada tribu tenía su jefe y su poeta, y los dos casi nunca eran los mismos”. De manera que en la época pre islámica tenemos que el oficio del poeta era ya reconocido, y no obstante en contadas ocasiones hubo poetas y guerreros montados en ágiles caballos sosteniendo una espada y la pluma. La poesía árabe tiene un prólogo amoroso en un príncipe poeta amante de las mujeres que erraba por el desierto en busca de recuperar un reino perdido mientras el amor por una mujer era su único abrigo en la oscuridad de la noche en el desierto.

En los primeros tiempos…

Imru’l Qays, el poeta príncipe

«He recorrido tantos horizontes

Que me contentaría con el botín del retorno»

Imru.

Imru’ al-Qays ibn Hujr (árabe: إمرؤ القيس ابن حجر الكندي) (fl. primera mitad del siglo VI), cuyo nombre podría traducirse como “esclavo de Qays”, siendo Qays una divinidad local masculina de la región de Hegra (Medain-Salih) que se encargaba de la conservación de archivos legales. Fue Imru el poeta preislámico más conocido y autor de la primera Mu’allaqa o poema colgado, en alusión a aquellas casidas que en la etapa de la poesía árabe oral, gozaban del honor de ser escritas para su permanencia en letras de oro y pender en el recinto de la Kaaba por haber vencido en la célebre competición poética de Ukaz. Las colgadas como se las conoce son los antecedentes de la poesía árabe y algunas listas recopilan la memoria de hasta diez poetas de esta época que podemos datar entre los siglos V y VI d.C.

Según la leyenda, Imru’ al-Qais era el hijo menor de un rey del desierto, y que comenzó a componer poesía cuando aún era un niño.
Nació en Kinda, en pleno corazón de Arabia, siendo el hijo más joven de Hujr, rey de la tribu Kinda, éste resultaría ser el último rey de los Kinda. Gracias a esa circunstancia pudo dedicar su juventud a una vida licenciosa, aficionándose a la poesía, al placer, al vino y a las mujeres.

Su padre desaprobaba firmemente este hábito en su hijo, pues creía que la poesía era un pasatiempo indecoroso para el hijo de un rey. Esta vida y su afición a componer poesía erótica llevaron a su padre a expulsarlo dos veces de la tribu, convirtiéndolo en un simple vagabundo, que mientras vagaba por el desierto se dedicaba a la caza, a beber y a la composición de canciones. Su padre también desaprobaba el escandaloso estilo de vida de Imru’ al-Qais, que consistía en beber y perseguir mujeres, por lo que finalmente lo desterró de su reino.

En su exilio, Imru’ al-Qais vagó con su grupo de amigos rebeldes de oasis en oasis, deteniéndose para beber vino, recitar poesía y disfrutar de las actuaciones de las muchachas cantantes, a veces demorándose durante días antes de empacar para vagar nuevamente. Pero más tarde, cuando los Asad se rebelaron y asesinaron a su padre, Imru’ al-Qais fue el único de sus hermanos que se hizo cargo de vengar su muerte.

Ibn al-Kalbi sostiene que Imru’ al-Qais todavía estaba en el exilio en el momento de la muerte de su padre, y que la noticia le llegó mientras estaba en medio de una fiesta con sus amigos. Al oír la noticia, dijo: “Que Dios tenga misericordia de mi padre. Me dejó vagar cuando era pequeño, y ahora que soy mayor me ha cargado con su sangre. No habrá vigilia hoy, ni embriaguez mañana”, seguida de quizás su cita más famosa: “Hoy es para beber, y mañana para asuntos serios”.

Renunciando al vino y a las mujeres, luchó contra la tribu de los Asad hasta que cobró venganza con sangre y pasó el resto de su vida tratando de recuperar el reino de su padre. También se le conocía como “el Rey Perdido” ( الملك الضليل al-Malik aḍ-Ḍalīl ) porque nunca pudo recuperar el trono de su padre.

Después de vengarse de la tribu de Asad y perder el apoyo de Bakr y Taghlib, Imru’ al-Qais viajó por toda la península arábiga y el Levante , refugiándose en diferentes tribus, huyendo de sus enemigos y buscando apoyo para recuperar el reinado de su padre. Su último viaje fue a Constantinopla , para buscar el apoyo del emperador Justiniano I.

Se dice que estando en Constantinopla la hija del emperador bizantino se enamoró de él, y que los escarceos amorosos entre su hija y el poeta provocaron la ira de Justiniano, lo convenció para que volviera a Arabia a continuar la recuperación del reino de su padre y lo obsequió con una “camisa de Nessus”, una capa envenenada, que le provocó la muerte el año 550 cerca de Angora. La leyenda dice que cuando se puso la capa se le empezó a caer la carne, viendo que iba a morir se bajó del caballo decidido a cavar su propia tumba, pero la casualidad quiso que muy cerca de donde estaba encontrara la tumba de una mujer. Entonces decidió introducir su cuerpo en la misma fosa, y justo antes de morir le dedicó unos versos a la que iba a ser su compañera en la muerte

Se ha dicho que después de la muerte de Imru’ al-Qais los griegos hicieron una estatua de él en su tumba que todavía se podía ver en 1262 d. C.

«Llorad por mí, ojos míos. Derramad vuestras lágrimas.
Y llorad por mí a los reyes desaparecidos
Los hijos principescos de Hujr ibn ‘Amru
Llevados al matadero al atardecer;
Ojalá hubieran muerto en combate
¡No en las tierras de Banu Marina!
No había agua para lavar sus cabezas caídas,
Y sus cráneos yacen salpicados de sangre.
Picoteado por los pájaros
Quien arranca primero las cejas, luego los ojos»
(Diwan, poema 2)

Como árabe, Imru, antes de la llegada del Islam, era pagano . Más recientemente, algunos investigadores han puesto en tela de juicio esta opinión, en particular Louis Shaykho (c. 1898), un misionero jesuita , que insistió en que Imru’ al-Qais era cristiano . La evidencia que Shaykho cita para apoyar su afirmación consiste principalmente en un puñado de referencias a prácticas y símbolos cristianos en los poemas de Imru’ al-Qais, así como algunos ejemplos de la palabra árabe para (el único) Dios (Alá). Otros historiadores han dicho que las referencias al cristianismo se pueden explicar por la presencia de monasterios y misioneros a lo largo de la frontera norte de la península Arábiga. Por otro lado,  Ibn Sallam al-Jumahi (m. 846 d. C.) dijo de Imru’ al-Qais en sus “Generaciones de poetas sementales” (árabe: طبقات فحول الشعراء ): «Imru’ al-Qais fue el creador de muchas cosas que los árabes consideraban bellas y que fueron adoptadas por otros poetas. Entre ellas, llamar a sus compañeros a detenerse, llorar sobre las ruinas de campamentos abandonados, describir a su amada con refinamiento y delicadeza y utilizar un lenguaje fácil de entender. Fue el primero en comparar a las mujeres con gacelas y huevos, y a los caballos con aves de rapiña y bastones. “Cojeaba como una bestia que huye” [en referencia a su famosa descripción de su caballo] y separó el preludio erótico del cuerpo de su poema. En la acuñación de similitudes, superó a todos los de su generación».

El escritor iraquí Madhhar al-Samarra’i (árabe: مظهر السامرائي ) en su libro de 1993 Imru’ al-Qais: Poet and Lover (árabe: إمرؤ القيس الشاعر العاشق ), llama a Imru’ al-Qais el “poeta de la libertad”: «El poeta Imru’ al-Qais tenía un corazón gentil y un alma sensible. Quería lo mejor no sólo para él mismo sino para todos los miembros de su sociedad. La libertad por la que luchó no se limitaba a las relaciones románticas y eróticas entre él y su amada Fátima, ni se limitaba a sus demandas de levantar las restricciones a las relaciones sexuales entre hombres y mujeres, sino que iba más allá de todo eso, de modo que cantaba por la libertad de toda la humanidad, y desde este punto podemos llamarlo el Poeta de la Libertad».

Algunos fragmentos de sus poemas cantan cosas como esto:

«Prefiero la cansada noche del hombre proscrito

Que noches de sosiego»

(…)

«Temible arma

La herida que provoca la lengua es como la que la mano provoca»

Si de algo conocemos su obra, es por el primer prólogo amoroso (Nasib) en dicha lengua, donde nos describe que Imru´l estaba agazapado en una especie de duna en la que podía ver a unas mujeres desnudas que se bañaban. Este prólogo se diferencia de los demás en romper la norma: habla de varias amadas, además de observarse claramente cuatro partes imprescindibles del nasib: la descripción física de la amada; el hecho de estar montado en caballo y hacer un alto en el campamento de su amada; la descripción de las ruinas; y por último, el llanto ante las ruinas, constante en esta poesía.

«Hagamos un alto y lloremos en recuerdo de la amada

y una morada cerca del bancal entre Dajl y Hawmal.

Los vientos del Norte y del Sur, Tudih y Miqrat,

han tejido en los patios, sin borrar sus huellas,

excrementos de gacela como granos de pimienta.

(…)

La mañana en que ella partió yo mascaba coloquíntida por las acacias del aduar.

Mis compañeros detuvieron junto a mí sus monturas:

Contente, no caigas en la aflicción.

Mi consuelo es dejar correr las lágrimas;

más, ¿Acaso consuelan unas huellas borradas?

¿No cortejaste antes a Umm al-Ribab en Mas´al?

Cuando ellas se levantaban esparcían bocanadas de almizcle,

aroma de clavo transportado por el céfiro y,

al dejarlas, tanto lloraba que llegué a mojar de lágrimas el cinto.

Con ellas pasé días maravillosos,

pero el mejor fue el día de Darat Yulyul.

Ese día maté a mi caballo para ofrecérselo a las muchachas

que se disputaban los trozos de carne,

yendo y viniendo la grasa de unas a otras como jirones de seda,

entré en el palanquín de Unayza.

Baja, dijo, si no lo haces tendré que hacerlo yo.

El palanquín se balanceaba bajo nuestros cuerpos.

Baja, Imrul Qays, el animal sufre.

Yo le respondí: suéltate brida. No me alejes de tu codiciado fruto.

Antes he visitado a mujeres como tú, incluso encintas,

que dejaban al recién nacido con sus amuletos.

Girándose, si lloraba, tan sólo de medio cuerpo para arriba.

Una se me resistió una vez en lo alto de la duna

pretextuando una promesa indisoluble.

Calma, Fátima, aunque hayas decidido romper vete poco a poco;

¿o te gusta ver como tu amor me mata, como mi corazón te obedece en el acto?Pretextando una promesa indisoluble.

Calma, Fátima, aunque hayas decidido romper vete poco a poco;

¿o te gusta ver como tu amor me mata, como mi corazón te obedece en el acto?

Si por algo me odias, separa nuestros vestidos

y verás que están hechos de la misma trama.

Tus ojos sólo lloran para mejor lanzar sus dardos

que han herido de muerte a un corazón desgarrado.

Con otras mejor guardadas disfruté en una alcoba infranqueable

atravesando una tropa de guardianes atentos para matarme.

Entré cuando en el cielo se desplegaban las pléyades

como juego de perlas en collar ensartadas.

Ella se había quitado la ropa, sólo llevaba una ligera túnica.

No, por Dios, tus tretas no valen aquí, dijo,

veo que no cejas en tu seducción.

Me la llevé en seguida abriéndole camino

mientras con su manto ella iba borrando las huellas del suelo.

Cuando atravesamos la plaza del aduar

y alcanzamos el fondo de un vado rodeado de dunas,

con las manos en las sienes, la incliné hacia mí:

fina cintura, pierna exuberante, llena de ajorcas.

Blanca y esbelta, prieta. Su pecho era liso y pulido como un espejo,

reflejos de rechazo o deseo en un rostro liso.

Su ojo, tierno como el de la fiera de Wajrah para con su cría.

Su cuello tan hermoso como el de la gacela, delicado al alzarse, sin abalorios.

La cabellera abundante y muy negra, engalanando la espalda,

rica como rama de palmera cargada de frutos.

Sus rizos rebeldes son indómitos y enredan los lazos del pelo

en una ola de ondas encabalgadas.

Costados delicados, maleables como cuerda trenzada.

Una cepa hincada en tierra regada en su pierna.

Duerme, el sol en alto, ligera de ropa,

copa desparramados de almizcle sobre su lecho.

Extiende sus tiernos, suaves dedos, como larva de Zuby o palillis de Ishal.

Luce en el ocaso como lámpara de monje en la noche.

Los hombres criados entre corazas y escudos

se enamoran de mujeres así, virgen blanca reluciente entre oros.

Otros insensatos la olvidan, más no yo»

Adi ibn Zayd, asceta del vino

«¿Vosotros los que pasáis por allí, veis estos sepulcros?

(…)

Éramos, como tú,

      viajeros apresurados,

      y tu, como nosotros,

      un día llegó

      al final del viaje,

      yacerás en los sepulcros…»

Adi ibn Zayd.

Sabemos que era cristiano perteneciente a la tribu de Banū Tamīm y que fue un asceta (aunque fue autor de composiciones poéticas báquicas ), así como funcionario y secretario del Shāhashāh sasánida Khosrau II de Persia , junto con su hermano. Vivió en el siglo VI.

Se le atribuyen alrededor de 900 composiciones poéticas , la mitad de las cuales han sido objeto de disputas entre filólogos (incluidos Taha Hussein y Gustav E. von Grunebaum ) sobre quién fue el verdadero autor.

Al-Suli narra que el rey lájmida Nu’man III ibn al-Mundhir se convirtió al cristianismo nestoriano durante un paseo con el poeta, quien le explicó lo que decían las tumbas de un cementerio . Sin embargo, el propio Nuʿmān lo hizo encarcelar y lo condenó a muerte porque uno de sus poemas no encontró el favor de un destinatario. Cosroes intentó evitar la ejecución, en vano, y ésta fue una de las causas que llevaron a la batalla de Dhū Qār.

Sabemos que fue un gran erudito, fue el primero en combinar en sus escritos las características de la poesía de las cortes y de las ciudades con las de la poesía del nomadismo. Elocuente, hablaba árabe y persa con fluidez y era hábil en el tiro con arco. Fue la primera persona designada como traductor en la oficina de Cosroes. Cuando Cosroes murió y Ormuz IV se convirtió en gobernante, su posición y estatus eran muy altos. Lo envió como enviado al emperador romano Tiberio II Constantino en Constantinopla , por lo que visitó Siria, luego se casó con Hind bint Nu’man, una de las cristianas famosas de Irak. Cuando sus enemigos lo calumniaron contra Nauman III, lo encarceló y estranguló al propio Nauman en prisión.

Se conservan poemas sobre el vino, la prisión, la reprimenda de los errores de su juventud, así como una balada histórica sobre la derrota de la reina Zenobia por el fundador de la dinastía Lakhmid, Amr ibn Adi .  Entre sus poemas también hay uno que trata de la narración bíblica de la creación.

Aparece en «Adî ibn Zayd y la princesa Hind», un cuento de Las mil y una noches 

Una obra suya es Abbadi ( editado por Muhammad Jabbar Al-Muaybad , publicado por el Ministerio de Cultura y Orientación iraquí en 1385 d. H. / 1965 d. C. ).

 Sabemos que la poesía ascética comenzó en la era preislámica con los poemas de Adi. Se cree que los poemas de Adi fueron la razón de la conversión de Al-Nu’man bin Al-Mundhir al cristianismo . Su poesía se caracteriza por sus tiernas emociones, su profundidad cultural y su visión de futuro. Según la tradición árabe, Ibn Zayd fue el primero en introducir la escritura árabe en el uso administrativo. Es un representante clásico de la llamada ” poesía del vino “, que ejerció una notable influencia en poetas posteriores de este género. Al mismo tiempo, su poema, dedicado a la creación del mundo y a la caída, da motivos para considerar este texto una auténtica obra de la literatura cristiana de la Antigüedad tardía.

La poesía de Ibn Zayd recibió una calificación relativamente baja debido a su carácter “urbano” (las obras de los beduinos eran consideradas modelos a seguir en esa época) y debido a la influencia del dialecto Hira en su lengua.

Estando en prisión, el poeta escribió una serie de poemas elegíacos , llenos de profunda tristeza, reflexiones sobre la vanidad del mundo y la variabilidad de la felicidad humana.

En las mil y una noches se cuenta de él:

«Y Shahrazad percibió el amanecer y dejó de decir lo que le estaba permitido decir.

»Cuando era la noche número cuatrocientos siete,

»Ella dijo: “Me ha llegado la noticia, oh auspicioso Rey, de que Adi vivió con Hind bint Al-Nu’uman bin Munzir durante tres años en total tranquilidad y deleite, después de lo cual el Rey se enojó con Adi y lo mató. Hind lloró por él con gran duelo y construyó una ermita fuera de la ciudad, a donde se retiró y se hizo religiosa, llorando y lamentándose por su marido hasta que murió. Y su ermita se ve hasta el día de hoy en los suburbios de Hirah. También cuentan una historia de…”».


Al-Nabigha. La dulce fragancia del desierto

«Se deslizó su velo sin que ella quisiera

Verlo caer.

Con una mano lo detuvo y con la otra

Nos hizo seña

De temor de Dios, reprimiendo

Nuestra curiosidad ávida»

Al-Nabigha.


Al-Nabigha (árabe: النابغة الذبياني / al-Nābighah al-Dhubiyānī; nombre real Ziyad ibn Muawiyah; c. 535 – c. 604), fue uno de los últimos poetas árabes de la época preislámica. “Al-Nabigha” significa “genio” en árabe. Su tribu, los Banu Dhubyan, pertenecía al distrito cercano a La Meca, pero él mismo pasó la mayor parte de su tiempo en las cortes de Hirah y Ghassan. 

 Los críticos árabes con frecuencia se refieren a su estilo como delicado, dulce, claro en su expresión, lejos de la rudeza, y muy fácil en la descripción de estados del alma, y ​​en la expresión de pensamientos o en la emisión de juicios, salvo cuando la elocuencia exigía reservarse una palabra que no era elocuente pero sí significativa.

Abu Ubaidah  dijo sobre él  que prefería a Al-Nabigha sobre todos los poetas por ser: “el más claro de ellos en el habla, el menor en omisiones y rellenos, el mejor de ellos en estrofas, el mejor de ellos en comienzos, y su poesía tiene un brocado”. Abu Ubaidah también mencionó que escuchó a Abu Amr bin Al-Ala’ decir: “ Al-Akhtal fue comparado con Al-Nabigha”. Lo cual ejemplifica el peso de su calidad como autor siglos después.

Un poema suyo canta:

«Espinas torcidas atadas en cuerdas,

Cuando tales cuerdas están en tu mano

Me atraen hacia ti.

‘Como la noche, me atraparás,

Si alguna vez pienso que dejándote puedo ir a cualquier parte. ‘

‘Hacia Ibn Muhariq guié a mi dromedario

Cuando el mundo estaba dormido.’

‘Vi que la confianza no había sido traicionada,

Del mismo modo Noé no traicionó su fe».


En otro poema hallamos la flor de su estilo, que es la continuación de la apertura con que inicié este apartado dedicado al poeta:

«Se deslizó su velo sin que ella quisiera

Verlo caer.

Con una mano lo detuvo y con la otra

Nos hizo seña

De temor de Dios, reprimiendo

Nuestra curiosidad ávida.

Una mano con dedos pintados,

Flexibles, con extremidades finas

Como frutos de anam,

Que parecían no poder

Anudarse, tanta

Su delicadeza.

Luego, con sus largos cabellos negros

Medio ensortijados, cubriéndose,

Se inclinó como la viña se apoya

En el puntal que la sostiene.

Y luego ella te miró

Como para recordarte que a pesar de su ruego

Hubieras podido obtener

Lo que no te atreviste a tomar…

Con la lenta mirada ansiosa del enfermo

Al amigo que lo ha visitado»

Antar, la cimitarra romántica corta un cabello

«Me enamoré de ella sin darme cuenta,

en un momento en que estaba matando a su gente,

 deseándola en matrimonio; pero por la vida de tu padre,

juro que este no era el momento para desearla»

Antar.

Antarah ibn Shaddad (en árabe: عنترة بن شداد العبسي, ʿAntarah ibn Shaddād al-ʿAbsī; 525–608), también conocido como ʿAntar (en árabe: عنترة بن شداد العبسي‎), fue un caballero y poeta preislámico, famoso tanto por su poesía como por su vida aventurera. Su poema principal forma parte del Mu’allaqat, la colección de siete “odas colgadas” las legendarias poesías que se colocaban en los muros de la Kaaba. Su vida acabó convertida en un romancero popular largo y extravagante.

ʿAntarah nació en Najd , en la península arábiga . Su padre era árabe, Shaddād al-ʿAbsī, un respetado guerrero de los Banu Abs bajo el mando de su jefe Zuhayr. Su madre era una mujer etíope llamada Zabībah.  Descrito como uno de los tres “cuervos árabes” ( Agribah al-‘Arab ), fue un árabe famoso de tez negra. ʿAntarah  creció como esclavo. Se enamoró de su prima ʿAblah, pero no podía esperar casarse con ella debido a su posición. Su historia es la de un hombre que busca el reconocimiento de su padre como hijo legítimo, el del amor de su amada y las proezas de la guerra como redención de su condición de esclavo a libre.

«Pasaron los años

Y sopló el Viento del Este.

Hasta las ruinas

Se derrumbaron:

Juguetes cansados

Del Tiempo

, los truenos

Y la lluvia».

Una guerra entre tribus y su valor le hicieron ganar su libertad. La poesía de Antarah está bien conservada y a menudo habla de valores caballerescos , coraje y heroísmo en la batalla, así como de su amor por Abla. Algunos eruditos lo comparan a una especie de rey Arturo de las dunas.

Es tal su leyenda que “Antar” es el título de la primera ópera palestina, compuesta por el músico palestino Mustapha al-Kurd en 1988.

«La mosca todavía disfrutaba sola, y por eso no dejaba de zumbar, como es el acto del borracho cantor».

El pintor libanés Rafic Charaf (1932-2003) desarrolló en los años 1960 una serie de pinturas que describen las épicas de Antar y Abla. Estos trabajos que muestran su interés por el folclore popular de la región son considerados una piedra angular en la obra del artista.

Algunos poemas suyos revelan el golpe suave de su cimitarra.

«Si de mí te ocultas con velo

Has de saber que soy diestro en apresar al caballero acorazado,

Pondérame según lo que de mi sabes:

Que soy de trato benévolo si no se me maltrata,

Intrépido y de sabor amargo como la tuera, si se me maltrata.

Quienquiera haya presenciado el combate te dirá

Que a la guerra me lanzo intrépido,

Pero soy recto a la hora de repartir el botín.

¡Antarah!

Exclaman al clavar sus lanzas en el pecho negro de mi caballo

Como si se tratara de cuerdas rendidas en un pozo».

Otro poema canta:

«¿Acaso no, tiempo, mi hoy es ayer,

Y he crecido en respeto ante quien me ve?

¡A cuánto afligido despojé de su aflicción,

Al ser invocado, con un tajo de mi espada!

Me llamaron y, por el trote del caballo,

No supe si lo hacían por nombre o por apodo.

No evité escuchar cuando me invocó,

Sino que mi lengua fue concisa con él.

Separé las huestes a la fuerza con un golpe

Más fulgurante que el de una espada yemení,

Y no bien dije ¡aquí estoy! Cuando mi espada y lanza

En el fragor de la lucha, eran sendos corceles parejos.

Y esta es la respuesta que le di:

Dirigí hacia él mis riendas sumisas

Acompañado de una lanza suave y morena de Al Jatt,

Y de una espada tajadora de hierro yemení durísimo.

¡Cuántos rivales abandoné sobre el campo de batalla,

Surcados por los regueros púrpuras de la sangre!

Dejé a las carroñeras expectantes a su alrededor,

Abalanzadas con el trote de las doncellas,

Cuando corren hacia una procesión nupcial.

Solo les impedía cebarse en aquellos despojos

Una mano o un pie aún con vida, que las rechazaba.

Y no menguó el duro batallar mis energías,

Sino tan solo el largo rato transcurrido.

Me acerqué a la muerte a bulto,

Como se aproxima el valiente al cobarde.

Ahora saben los Banu Abs que soy más servicial

Cuando soy llamado al combate, y que la muerte

Obedece a mi mano, cuando hacia ella dirijo

Su índice con mi afilada espada india».

Aquí otros fragmentos acompañados de su texto original.

ولقد ذكرتك والرماح نواهل ** منّي وبيض الهند تقطر من دمي

فودتت تقبيل السيوف لأنها ** لمعت كبارق ثغرك المتبسم

«Pensé en ti   cuando las lanzas bebían de mí chorreando de sangre sus blancos filos. Así que quería  abrazarlas, besarlas las porque ellas brillaba como los destellos de tu boca sonriente»

Las leyendas sobre su destino final difieren. En algunas versiones muere en una batalla sin alcanzar el amor de su amada, en otras se reúne con ella en la paz de una duna bajo la apacible sombra de una nube que lentamente pasa, como un poema de amor recitada al oído de una mujer que duerme en el regazo de su poeta. De ello te contaran los cuenta cuentos magrebíes, los poetas ambulantes en las ruinas del bazar de Damasco y los adivinos yemeníes que leen el futuro en la  arena caliente. La historia de un hombre que buscaba a su amada a su paso  por un desierto tan grande como el cielo.

Las colgantes y otros aspectos métricos finales [si no es poeta profesional omita leer esta parte]

La poesía preislámica atesoraba toda la riqueza de la lengua árabe en estado puro, sin contaminación de otras lenguas, lo que dio lugar a que la poesía árabe antigua fuera considerada por los sabios musulmanes posteriores como una de las fuentes fundamentales para el estudio de la lengua del Islam.

Compuesta en la Arabia preislámica aproximadamente entre 540 y 620 d. C. En la literatura árabe , la poesía preislámica se conocía con el nombre de al-shiʿr al-Jāhilī (“poesía de la Yahiliyyah ” o “poesía Yahili”). Esta poesía se originó en gran parte en Najd (entonces una región al este del Hiyaz y hasta el actual Irak), con una minoría proveniente del Hiyaz . La poesía fue distinguida por primera vez en islámica y preislámica por Ḥammād al-Rāwiya (fallecido en 772). En la época abasí , los críticos literarios debatían si la poesía contemporánea o preislámica era la mejor de las dos.

Los poetas no escribieron sus obras: en cambio, se transmitieron oralmente y finalmente fueron codificadas en colecciones de poesía por autores de períodos posteriores, a partir del siglo VIII. Las colecciones pueden centrarse en las obras de un solo autor (una colección de este tipo se llama diwan ) o de varios autores (una antología).

El surgimiento de estas colecciones de poesía preislámica fue impulsado por tres etapas de especialización: la del poeta, la del transmisor y la del erudito. Cada una era una profesión distinta, aunque el mismo individuo podía participar en dos o en las tres. El poeta ( sha’ir ) crea la poesía y la memoriza. Los transmisores ( ruwāt ) se encargan de su memorización y preservación, generalmente de manera afiliada a una tribu. Los eruditos (o coleccionistas) recopilan poesía de todas sus fuentes en una única colección escrita que puede copiarse y leerse. La erudición en poesía ( al-ʿilm biʾl shiʿr ) surgió como una disciplina distinta alrededor de fines del siglo VIII, y la mayoría de sus participantes eran mawāli (descendientes de conversos no árabes al Islam) que participaban en las cortes reales del imperio. Históricamente, los expertos en cada dominio de este proceso reclamaban autoridad sobre la preservación, lo que, a su vez, funcionaba como una reivindicación de autoridad sobre la representación del pasado, y la poesía era el vehículo mediante el cual se entendía el pasado preislámico.

 La poesía árabe y griega preislámica comparten algunos temas similares, como la ineludibilidad de la muerte y la noción de autoinmortalización a través de la realización de hazañas heroicas en la batalla. Estudios recientes han identificado que la poesía preislámica, hasta cierto punto, experimentó la helenización y que ofrece una fuerte evidencia de la integración de Arabia en la cultura mediterránea más amplia durante la Antigüedad tardía .



A este punto cabe considerar  el heroísmo en la Ilíada. Así para algunos eruditos en la materia, la base de esta ideología [heroica] es una cadena lógica que vincula muerte, gloria, arte e inmortalidad. La muerte es ineludible y definitiva; por lo tanto la vida es de valor irremplazable; Sin embargo, ciertos actos, especialmente aquellos que corren el riesgo de morir o provocan la muerte, pueden lograr  la gloria que sobrevive a la vida finita, siempre que se perpetúen en el arte; en todo caso, se trata que a partir de la memoria de nosotros se pueda recuperar así una especie de inmortalidad de las garras de la muerte. Si para Aquiles en la Ilíada el único camino hacia la inmortalidad es a través de la realización de hazañas heroicas en la batalla en vida, porque de lo contrario, no hay nada más allá de la tumba excepto Lete (el río del inframundo de olvido), hay muchos autores árabes preislámicos que hacen comentarios similares a modo de reclamos. La ineludibilidad de la muerte y cómo uno debe aceptarla se enfatiza en el gran elegista Tammimi Mutammim ibn Nuwayrah del s.VII.

En cuanto a los géneros o motivos centrales de la poesía preislámica incluían:  lamentación ante las ruinas de los campamentos ( al-bukāʾ ʿalā l-aṭlāl ), preludio erótico ( nasīb ), descripción del viaje del poeta ( raḥīl ), descripción de los animales y la naturaleza ( waṣf ), panegírico ( madīḥ ), autoexaltación ( fakhr ), invectivas ( hijāʾ ) y elogios ( rithāʾ ). Así como también la relación con la amada bajo alguna perenne circunstancia como por ejemplo, Rakasha una mujer hermosa a la que ve el poeta en un camino.

Los filólogos árabes de los siglos VIII-IX consideraban que la casida, un tipo de poema muy popular entre los árabes, además de su rima y métrica, tenía una estructuración temática fija. Así la casida tenía tres partes: nasīb, o elegía amorosa donde el poeta recordaba sus amores, siempre frustados, ante los restos que había dejado la acampada de la tribu de la amada, rahīl, en la que el poeta describía su viaje o deambular por las zonas desérticas de Arabia, con minuciosa descripción de su montura, caballo o camello, especialmente de este último, por lo que esta poesía es conocida también como la «del camello». La tercera parte era el madīh, o elogio al personaje al que la casida iba dedicada, o por el contrario era una hiGrafíaā, o sátira contra los enemigos personales o tribales del poeta.

La forma de la poesía pre-islámica es la casida, poema monorrimo, siempre en consonante, y métrica cuantitativa como la grecolatina. Es decir, medida según una sucesión de pies métricos formados por la sucesión de combinaciones de sílabas largas y breves. Así por ejemplo la famosa casida pre-islámica, la casida rimada en la letra lām de los árabes, atribuida al poeta al-Šanfara, estaría en metro tawīl, formado por los pies métricos v–/v—- (con la variante v-v/v-v-), y así el primer hemistiquio del primer verso se mediría así

A-qī-mū                      Ba-nī   Um-mī            Grafíau-dū-ra              ma-tī-ya-kum

v    –    –           /           v    –     –      –   /           v    –    v           /           v     –     –     –

[Levantad hijos de mi raza los pechos de vuestras monturas.]

Y finalmente mencionar el tesoro de La Meca. Puesto que en la piedra sagrada se atesoraban los poemas de estos poetas que hemos repasado.

El Muʻallaqāt  significa Las Odas Suspendidas o Los Poemas Colgantes, o simplemente “las colgantes”, fueron nombrados así porque estos poemas fueron colgados en la Kaaba en La Meca ,  Algunos eruditos también han sugerido que el colgar es figurativo, como si los poemas «cuelguen» en la mente del lector.

Numerosos manuales de prosodia enseñaban como «cincelar» la casida (en árabe qasidah, tipo de poema popular árabe), que consta de  30 a 120 versos de idéntico metro, acabados todos con la misma rima.

Mientras tanto recostada en una alfombra, el cuerpo de una mujer madura como dátil refresca la mañana, su dedo ocioso pasa por entre sus rizos, todo su cuerpo tiene la forma de las dunas y su sonrisa es una peligrosa cimitarra que amenaza con amarte hasta los huesos. Si te mira sentirás como empiezas a volverte de piedra.

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Hans Alejandro Herrera
Hans Alejandro Herrera
Consultor editorial y periodista cultural, enfocado a autoras latinoamericanas, Chesterton y Bolaño. Colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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