viernes, 10 enero 2025
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Periodismo o activismo

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Los medios de comunicación no son malos, lo malo es el uso que, a veces, se hace de ellos. Desafortunadamente, en El Salvador ha sido -es- evidente el rompimiento, por cuestiones ideológicas, de los principios profesionales -veracidad e imparcialidad- por parte de algunos Medios de Comunicación Social (MCS), especialmente los medios escritos, pese a que sus fundadores plasmaron en su ideario el libre ejercicio de las ideas y de la información/opinión.

Rotos los principios de veracidad e imparcialidad, los grandes medios siempre han mantenido una posición conservadora, con sesgo informativo y de opinión, para favorecer a personas, entidades, grupos económicos o polí­ticos de su mismo corte ideológico, aun cuando afecten los intereses de la población. Ahora, como nunca antes, es más que evidente que el sesgo favorece a grupos o personas del accionar polí­tico, como una lí­nea muy delgada, un endeble lindero, entre Periodismo real y Activismo polí­tico.

Fui reportero/redactor/articulista/columnista durante más de 50 años, de los principales periódicos del paí­s. Sabí­amos de la lí­nea editorial conservadora y la sutileza, a veces, del sesgo hacia determinados intereses, pero no con la ferocidad de hoy, como cuando se trata de descalificar a un polí­tico, calumniándolo y hasta atribuyéndole hechos punibles, mediante informaciones falaces. Y a la inversa, es notorio el interés de magnificar los hechos del adversario apreciado, aun cuando, como ocurre hoy, son evidentes las fallas del polí­tico defendido, a quien, en franco Activismo más que Periodismo, se le crean favorables páginas enteras de noticias y reportajes destacados, para levantar su imagen.

El caso de la TV, no es la excepción. Los entrevistadores, en su mayorí­a, por falta de profesionalismo, por seguir lineamientos empresariales o por real convicción propia, también propician sesgos informativos y de opinión, mimetizando su actitud según quien sea el entrevistado. Es otra modalidad de Activismo antes que Periodismo: si el entrevistado es de su aceptación, con semblante amable y con evidente simpatí­a, el entrevistador procura evitarle situaciones embarazosas. A la inversa, si el entrevistado es un polí­tico a quien se debe propiciarle desprestigio, el entrevistador intenta desequilibrarlo o ponerlo en ridí­culo ante los televidentes, pero -como siempre ocurre- le resulta todo lo contrario.

El pueblo ya no solo percibe el sesgo, lo rechaza y ello hace que bajen los í­ndices de circulación, de audiencia o teleaudiencia. Y es que, para los verdaderos MCS, es imperativo lograr y mantener la credibilidad. Sin embargo, a partir de la experiencia de lo que ha sido -es- el estilo de algunos medios, resulta una especie de utopí­a esperar imparcialidad; aunque, por lo mismo, estará en inminente riesgo su credibilidad por parte de la población.

Sin embargo, en aras de la libertad de expresión, nadie puede impedir a los MCS que hagan uso de ella -como empresas que son- y expongan lo que su lí­nea editorial crea conveniente, toda vez que no se lesionen la moral y el orden público. Pero no se vale que, ignorando los principios de veracidad e imparcialidad, los MCS se autocalifiquen como los más veraces, los más imparciales o los primeros en su género. Igual, los medios definidos y auto confirmados como voceros de una entidad, están en su derecho de promoverla abiertamente, publicando a su criterio, sea o no aceptado por el mundo lector.

De igual manera, la polí­tica no es mala, lo malo es el uso que los polí­ticos hacen de ella. Sí­ los MCS, cuando son consecuentes con los principios de la comunicación, logran aceptación y credibilidad, como la polí­tica es “servicio”, los polí­ticos -cuando son buenos servidores- también son acreedores de la aceptación y, sobre todo, de la credibilidad. Pero, hoy por hoy, en ambos casos (MCS y polí­ticos), pareciera que no cuentan con la venia de la mayorí­a de salvadoreños.

Sabiendo que tanto los MCS como los polí­ticos inciden en la vida nacional, serí­a ideal un compromiso más coherente en su ejercicio. Sobre todo, en el caso de los polí­ticos, debieran reconocer su papel de mandatario (el que hace los mandados) y no erigirse, como hoy, en mandantes, porque ese mérito le corresponde al pueblo.

Ojalá que -como se dijo al principio- siendo como es tan importante y significativo el papel que juegan los diputados (AL) y los MCS, quizás el pueblo pueda un dí­a confiar en su coherencia, humana y profesional, en beneficio de todos los salvadoreños.

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Renán Alcides Orellana
Renán Alcides Orellana
Académico, escritor y periodista salvadoreño. Ha publicado más de 10 libros de novelas, ensayos y poemas. Es columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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