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Periodismo: Gran vía libre para asesinar aves

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Recuerdo cuando la ley de medio ambiente fue aprobada, se estrenaron con su proceso sancionatorio contra un campesino que uso un herbicida comercial llamado Gramoxone

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En nuestras culturas ancestrales los animales siempre fueron visto como deidades de la naturaleza, nunca como nuestro enemigos en Egipto “Horus” el Dios halcón fue el símbolo del Faraón, incluso los cristianos adoptaron como referencia al pez, como símbolo de la cristiandad,  nuestros pueblos originarios adoraban a Quezalcoatl la serpiente emplumada, las miraba con respeto a la naturaleza en la dimensión del cielo y la tierra y era una manera de agradecerles por los beneficios obtenidos.

Lo ocurrido en la Gran Vía, nos demuestra el atraso mental y cultural que tenemos como pueblo, la acción sin duda es un “ecocidio de aves”, que debe ser castigada con las escasas leyes de protección que tenemos sobre la vida silvestre. En un país donde el Estado de derecho suele ser bandera de intereses de grupos de poder o de grupos de presión, no puede triunfar la impunidad sobre el bien común.

La verdad que ni siquiera amerita discusión, pero  la Fiscalía General de la República está llamada a deducir responsabilidades penales e institucionales de lo ocurrido a través de la unidad de delitos contra el medio ambiente y está obligada a aplicar todo el proceso administrativo sancionatorio a los responsables. De lo contrario demostrará como se dice en lenguaje popular “de qué lado masca la iguana y que la serpiente siempre pica al descalzó”.

De qué sirve una cuarta revolución industrial, con elevada tecnología, datos de velocidad acelerada y comunicación que promete llevarnos a los holeogramas y niveles de aceleraciones de almacenamiento informativo,  si en este mundo no somos capaces ni de hacer justicia por nuestro entorno natural.

Recuerdo cuando la ley de medio ambiente fue aprobada, se estrenaron con su proceso sancionatorio contra un campesino que uso un herbicida comercial llamado Gramoxone, que arrojó a un río, ya que veía la reacción de los pescados que saltaban y se le hacía fácil atraparlos. Fue procesado y encontrado culpable y sancionado con el pago de salarios.

De modo que si la ley de verdad se aplica de la misma manera para todos los ciudadanos, esperamos que en este caso se sancionen a los responsables, que  el manto de la impunidad y el silencio de los responsables no de desvanezca en el vertiginoso movimiento de las noticias banales y la sobre saturación de informaciones que no ameritan importancia.

Nadie en este país debería tener manto de impunidad o simplemente creer que puede hacer lo que le da la gana y ordenar desde el balcón de su casa lo que se debe investigar y lo que debe obviarse.

Esa unidad de medioambiente de la fiscalía debe ser ejemplo de que el ministerio público se quiere modernizar y dejar atrás su pasado de compadrazgos y compra de voluntades. No es presumiendo que lees la revista de National Geografic, como se hace justicia en El Salvador, nadie debe tener una “Gran Vía” libre para atentar contra la vida silvestre, la naturaleza y en general contra la vida de los demás.

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Rigoberto Chinchilla
Rigoberto Chinchilla
Periodista salvadoreño. Graduado en la Universidad de El Salvador (UES); colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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