Dedicado a los intelectuales que se ocupan de pensar lo popular
En la “Introducción” a En torno a la Crítica de la Filosofía del Derecho, de Hegel, Marx afirma que “En un pueblo, la teoría sólo se realiza en la medida en que es la realización de sus necesidades”. Y entiende por teoría realizada a aquella que se ha puesto en práctica con efectividad transformadora en lo concreto. De aquí se sigue que una teoría para la liberación de un pueblo (o unos pueblos) sólo puede ser eficaz si se desarrolla como camino para la satisfacción de las necesidades populares. Y que cualquier otro tipo de teorización política sobre ese pueblo no pasará de aludir a él o de valerse de él para fundarse como “teoría” inútil para el interés nacional-popular. Esto, sin menoscabo de que esa inutilidad popular bien pueda implicar un enorme beneficio para las élites oligárquicas y su poder económico. Es lo que ocurre con la “teoría” neoliberal, no importa si en modo Hayek, Mises o Rand, y con su minuciosa puesta en práctica por Friedman mediante Pinochet en el criminal “milagro chileno”, realizado a sangre y fuego contra el pueblo, aunque en nombre de él.
La realidad que viven los pueblos reclama un tipo de pensamiento político que brote de sus necesidades; no de ideas que, desde circunstancias ajenas a la situación concreta de lo popular, ofrezcan soluciones respetuosas del orden sistémico que mantiene a los pueblos sumidos en las endémicas penurias que padecen. Si el marxismo es, según Lenin, “el análisis concreto de la situación concreta”, lo es porque piensa lo concreto como el conjunto de relaciones sociales que hacen posible el sistema que basa la prosperidad de las élites en la apropiación privada del trabajo colectivo. Es por ello que la teorización sobre el pueblo que no parte del conocimiento de sus necesidades materiales y espirituales, no se realizará en tanto no prenda en la conciencia popular como el camino para satisfacer esas necesidades.
Por esta razón, en el mismo párrafo, Marx se pregunta: “¿Serán las necesidades teóricas necesidades directamente prácticas?” Y enseguida se responde afirmando que “No basta con que el pensamiento acucie hacia su realización; es necesario que la misma realidad acucie hacia el pensamiento.” En otras palabras, es necesario que lo concreto clame por una teorización como camino para solucionar el problema que le impide su desarrollo. Teorizar de otra manera implica especular en la vacuidad de las “ideas puras”. Esas que, despegadas de la historia, se plantean como silogismos cuya corrección estructural no rebasa lo lingüístico, pues carecen de raíz concreta. Lo contrario pasa con el pensamiento crítico, el cual es radical porque va a la raíz causal de los problemas para solucionarlos. Pensar el pueblo implica entonces pensar con, desde y para el pueblo. No hay otra manera.