Hace 25 años que en el país se firmaron los Acuerdos de Paz que pusieron fin a 12 años de guerra civil que se llevó la vida de más de 75 mil personas. Hoy en día el país sigue sangrando, no se vive una guerra, pero sí una epidemia de inseguridad principalmente generada, según declaraciones oficiales, por las principales pandillas: Mara Salvatrucha y Barrio 18.
Pandillas rivales, enemigos a muerte, se matan entre ellos pero también a todo aquel civil que no “colabore” con extorsión, información, o que no cumpla con la amenaza plasmada en murales de aquellas “zonas calientes”: ver, oír y callar.
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Su actual posicionamiento e influencia en la sociedad ha dejado a muchos pensantes analizando si se volvieron actores políticos o grupos de presión, lo cierto es que no solo matan, sino también, negocian con funcionarios públicos el rumbo que debe llevar el país.
La tregua entre pandillas (2012-2013) evidenció con mayor contundencia el cariz político de las maras, según el académico y analista político, Marlon Hernández – Anzora.
“La aceptación de negociar, la existencia de reuniones de los representantes de pandillas con líderes partidarios y las investigaciones recogidas por la Fiscalía sobre la tregua han fortalecido la hipótesis de que estas entraron al terreno político, sin que esto implique abandono o negociación de su cariz criminal”, dijo el analista.
Las maras se han vuelto una organización criminal con miles de miembros, armamento y negocios para financiar sus necesidades. Para Estados Unidos, la Mara Salvatrucha es una estructura trasnacional de las más peligrosas y responsable de un sin número de delitos que amenazan el bienestar de su sociedad.
En 2015, el ministro de la Defensa, David Munguía Payes aseguró que en el país existen más de 60 mil pandilleros y 550 mil personas que conforman su círculo familiar, colaboradores o allegados.
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De acuerdo a datos de la Dirección General de Centros Penales (DGCP) hay un total de 14.307 pandilleros presos, de estos, 7.714 pertenecen a la Mara Salvatrucha, el resto al Barrio18, divididos entre Sureños y Revolucionarios, Miradas locos, MD, Mao Mao y La Máquina.
“Las pandillas se posicionaron”
La experta en temas de seguridad de la Universidad Centroamericana, José Simeón Cañas (UCA), Jeannette Aguilar manifestó que las pandillas lograron posicionarse en la sociedad por una desatención sistemática de los Gobiernos de la postguerra.
“Nunca hubo políticas de prevención ni protección social para los sectores vulnerables, lo cual favoreció la emergencia y crecimiento del fenómeno pandilleril en los últimos 25 años”, explicó Aguilar, también directora del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la UCA.
Un miembro de la pandilla Mara Salvatrucha camina en la colonia Buenos Aires, Mejicanos. Foto: Contrapunto
La experta afirmó, que al igual que otros países, El Salvador, hace 25 años tenía las típicas pandillas juveniles con características de territorialidad, de jóvenes desarraigados que atravesaban una etapa de transición generacional, que con políticas públicas el fenómeno nunca se complejizó como actualmente.
“Los procesos de deportación masivos luego de la guerra tuvieron mucho que ver porque llegaron al país pandilleros con mucha experiencia y trasladaron otro modelo cultural a las pandillas locales; los Gobiernos nunca tuvieron una iniciativa para atender y contener a estos grupos”, acotó Aguilar.
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Los expertos enfatizan que la mutación de las pandillas, en las últimas dos décadas, radica en las respuestas del Estado, que tanto por acción u omisión favorecieron su evolución.
“Las políticas de mano dura, la llamada tregua entre pandillas, sin duda fueron estrategias que favorecieron la evolución y transición de estos grupos a estructuras armadas organizadas que buscan detentar un espacio de poder en el Estado”, detalló la directora.
Miembros de pandillas reunidos en el penal La Esperanza, conocido como "Mariona". Foto: ContraPunto
Las elecciones próximas
Los analistas sostienen que luego de la firma de la paz, las pandillas se convirtieron en autoridades políticas ilegales que imponen poder y dominio en territorios mediante el uso de la violencia, la cual podría recrudecerse en el periodo electoral venidero (2018-2019).
Y agregan que la población debe estar atenta a los cambios de discursos partidarios y gubernamentales respecto al problema de pandillas y poner atención a los repuntes de violencia hacia o entre los equipos de campaña.
Sostuvieron que la tasa de homicidios puede ser un elemento capitalizable electoralmente, tanto para el partido de gobierno como para la oposición.