El periódico estadounidense The New York Times (NYT) publicó recientemente el relato de “Santiago”, un pandillero salvadoreño del Barrio 18-Revolucionarios que buscó aliados en iglesias, ONG y el gobierno para construir el camino de la pacificación con el aval de sus líderes; no obstante, se frustró cuando la Fiscalía impulsó el juicio del caso “Tregua”, y por la represión estatal por lo que no le quedó de otra que huir, no sin antes advertir que GOES y FMLN pagarán caro las medidas extraordinarias de seguridad.
“El gobierno tendrá que pagar la factura por lo que ha hecho. Deberán responder ante nosotros, de una manera u otra”, expresa Santiago en el reportaje.
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Santiago subraya el castigo electoral como una de las formas de mayor contundencia a la hora de “hacer pagar” al gobierno el impulso de las medidas extraordinarias que desplegó desde abril de 2016, endureciendo controles carcelarios y envalentonando a la Policía Nacional Civil (PNC) y a la Fuerza Armada (FAES) a usar la letalidad en su contra con pocas o nulas consecuencias.
Azam Ahmed es el jefe de corresponsales de The New York Times en México, Centroamérica y el Caribe, y relata que Santiago le advirtió que el FMLN perdería las próximas elecciones de marzo de 2018 pues él y los suyos se asegurarían de dificultarles las elecciones legislativas y municipales.
De acuerdo con la publicación del Times, esos grupos podrían utilizar su poder para exigirle a ARENA que aligere la mano dura en caso de que el partido resulte electo en un acto de represalia contra el FMLN por adoptar una estrategia tan estricta contra ellos.
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La investigación también incluye la postura del obispo de la Iglesia Luterana Salvadoreña, Medardo Gómez, quien respalda las aspiraciones de pacificación de Santiago, y critica las medidas extraordinarias de seguridad por promulgar abusos de autoridad.
“Debemos insistir en el diálogo y hacerlo avanzar a todos los niveles. No hay que verlo solamente como un diálogo con las pandillas, hay que integrar y fomentar esto con todos”, expresa Gómez según la publicación.
“No podemos negar que la cantidad de muertos ha disminuido. Pero la forma en la que la policía se comporta ha hecho que dejen de ser agentes de seguridad. Ahora son agentes de la muerte”, añade el religioso.
Su postura concuerda con lo expresado por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU), Zeid Ra’ad Al Hussein, quien visitó el país en noviembre pasado e hizo duras críticas al sistema de seguridad salvadoreño, al punto de sugerir al Gobierno no continuar con las medidas extraordinarias de seguridad por considerarlas atentatorio contra los derechos humanos.
No obstante, el ministro de Seguridad, Mauricio Ramírez Landaverde negó que el funcionario de la ONU haya hecho tal petición.
En tanto Santiago, el pandillero que relató su historia al diario estadounidense, concluye, entre otras cosas, que al país le hace falta alcanzar un nivel más alto de violencia para siquiera pensar en para la guerra.
“La violencia tiene que alcanzar un nivel mucho mayor que el actual para que llegue la hora de la verdad. Solo entonces se comenzará a pensar en una solución integrada. La verdad es que este país aún tiene que derramar más sangre”, concluye.
Lea el reportaje de The New York Times original aquí.