“Ese monstruo que esta atrás (de la avioneta venenera) vuela en dos épocas del año, y pasa tirando un químico”, denuncia un agricultor representante de la Asociación Agropecuaria “Pescadito de Oro” de Nahuilingo que no quiso dar su nombre por temor a represalias.
“Las comunidades estamos cansadas de ver ese avión cada año sobrevolar nuestras casas. No crean que nos andan tirando agua bendita, son químicos que son dañinos para nuestra salud, para nuestros niños, para nuestros animales y plantas”, agrega.
Y es que los miembros de la Asociación consideran un “atentado contra la vida” el uso de agroquímicos por su impacto en el ambiente y organismo humano.
A pesar que El Salvador acaba de celebrar una victoria en la lucha socio ambiental, aún quedan muchas batallas que librar. Tal es el caso de la contaminación de los agrotóxicos sobre las fuentes de agua, la tierra, los cultivos y la salud de la población.
El impacto de estos productos provocó recientemente daños al estero de Jaltepeque, que sufrió la contaminación de los residuos de glifosato matando a cientos de peces de diferentes especies, crustáceos, camarones y patos sin que hasta la fecha las autoridades determinen responsabilidades por el daño a una reserva natural.
Este es el espejo donde muchas comunidades no quieren verse reflejadas. Sin embargo, los testimonios de los daños provocados por los agrotóxicos son miles y se repiten. "Somos las mujeres que damos la vida después de Dios, y en el caso de la situación ambiental somos las más vulnerables ", manifestó doña Lucía Alvarado de la ADESCO del municipio de Acajutla.
Ante ello, diversas organizaciones ambientales, pueblos indígenas, ADESCOS y otras iniciativas ciudadanas se dieron cita para hacer público la conformación de la “Mesa por la Sustentabilidad de los Territorios de Sonsonate”, durante el Foro denominado “El impacto que provocan los agro tóxicos en el Agua y en la Tierra”. El objetivo es resolver las problemáticas socio ambientales en dicho territorio, destaco el representante de Amigos del Medio Ambiente de Sonsonate (AMES), Salvador Recinos.
"Como indígenas consideramos que necesitamos defender a la Madre Tierra, aunque legalmente no la poseamos, pero ella nos dio la vida porque de ahí nacemos y de ahí retornamos", aseguro el tata Nicolás Sánchez representante del Movimiento Indígena de Nahuizalco, Sonsonate.
“Sabemos de un estudio que han calculado que para producir dos libras de azúcar se han utilizado entre 600 a 700 galones de agua; eso es un despojo, por eso necesitamos la Ley General de Agua y la Ley de Seguridad y Soberanía Alimentaria. El cultivo de la caña de azúcar es agresivo y los cultivos tradicionales son desplazados ferozmente por este monocultivo”, consideró Doris Evangelista de la red Uniendo Manos de El Salvador (RUMES).
Las comunidades y organizaciones ambientalistas que aglutinan este espacio de articulación manifestaron que desarrollarán acciones de incidencia para que las diputadas y diputados cumplan la responsabilidad de discutir y aprobar las demás legislaciones ambientales pendientes en el Congreso y que no queden engavetadas durante la campaña preelectoral que se aproxima en el país.