Nadie ha quitado la pintura de Monseñor Romero del Salón de Honor de Casa Presidencial. Ni siquiera se ha movido un milímetro de su lugar.
Como siempre, los escasos militantes que aún le quedan al extinto FMLN, no les queda más que difamar, ante la imposibilidad de defender a sus líderes por todas las barbaries cometidas durante el “Gobierno del Buen Vivir”.
Ellos conocen CAPRES, fueron sus inquilinos durante una década (en la que se dedicaron a saquear el dinero del pueblo), saben cuales son las áreas y saben que el Salón de Honor no es el único salón de Casa Presidencial.
La pintura de mi padre conmigo fue un obsequio de Francisco Antonio López Benavides, un artista salvadoreño que nunca estudió pintura, sin embargo pinta increíble, además de tener otros talentos, como canto, piano, entre otros (sin haber estudiado nada de eso tampoco).
Hace 10 meses decidió empezarlo a hacer, sin conocerme personalmente y antes de que yo estuviera inscrito como candidato. Dice que él sabía que yo sería Presidente y que pensó que tenía que empezar desde entonces, para que el cuadro estuviera terminado para el primer Día del Padre de mi Presidencia.
Logró contactarse conmigo para entregármelo, pero no logró terminarlo a tiempo, así que me lo llevó y me pidió terminarlo ahí mismo. Cosa que llega a hacer casi todas las noches. Cuando salgo tarde de trabajar, lo veo ahí, terminando el cuadro y tratando que cada detalle quede perfecto. Generalmente conversamos unos minutos, ahí, parados frente a la pintura, todas las noches.
El cuadro (materiales, marco y todo incluido) fueron un obsequio de este gran talento salvadoreño y no ha costado un solo centavo de fondos públicos. Decidimos colocarlo en un área de mi despacho, donde los Presidentes han colocado una pintura de ellos. De hecho, antes (en ese exacto lugar) estaba esta “hermosa” pintura del ex Presidente Sánchez Cerén recibiendo el bastón de mando del General Munguía Payés (esta pintura fue retirada por miembros de la Secretaría Privada de la Presidencia, dos días antes de que nosotros llegáramos y hasta ahora, no sabemos su paradero).
Averiguaremos si fue pagada con fondos públicos, y si fue así, procederemos a denunciarlos por robo al Estado.
Cuando deje de ser Presidente, me llevaré mi pintura, porque me la regaló un pintor autodidacta salvadoreño, no un Ministro; porque fue pagada con su dinero personal (aunque no es una persona que tenga mucho) y no de los impuestos del pueblo.
Mientras tanto, voy a decorar mi despacho con las fotos y retratos que quiera. Porque el pueblo salvadoreño quiso que ese fuera mi despacho.
Y a los del Frente que están criticando, si algún día los eligen a ustedes de nuevo, ahí ponen de nuevo sus pinturas. Mientras tanto, se la aguantan.