Por Gabriel Otero.
Mujeres geniales, talentosas e independientes, no les importa ir en contra de las circunstancias sobre las que se erigen victoriosas. Mujeres de este tiempo y siglo, su influencia traspasa fronteras. Mujeres esenciales cuyas obras no obedecen a las gestiones o buenos oficios de algún hombre, al contrario, crecen como flores salvajes en el desierto y siguen la luz del sol como girasoles.
Desde hace más de una década, he atestiguado el desarrollo de algunas de ellas, que se han forjado a cincel y pulmón los sitios para expresarse que bien pueden ser las hojas de un periódico, libro o revista, las letras en un portal de la red, un museo, una sala de conciertos, un aula, o un cine, y se han convertido en la vanguardia de la cultura salvadoreña ¿existe alguna idea de país, fuera de los accidentes geográficos? Ciertamente en sus manifestaciones más puras y heterogéneas.
Son dueñas de su voz y originalidad, seguras caminan sin verse los pies, paso a paso, experimentan y se preparan, porque no hay mejor fórmula para el porvenir.
Este es un recuento de ellas y sus obras en el exterior, un homenaje mínimo a su talento.
ALEJANDRA FUNES BUSTAMANTE: PRIMERA DIRECTORA DE ORQUESTA EN EL SALVADOR

Ser la primera directora de orquesta en El Salvador no es asunto menor, la incansable Alejandra compartió su tiempo durante años al ser una de las cellistas principales de la Sinfónica Nacional y fundar la orquesta filarmónica, una agrupación de jóvenes músicos cuya base fue la famosa sinfónica juvenil creada a mediados de la década de los noventa.
Alejandra dirige la Orquesta de Cámara Femenil de la Ciudad de México y otros ensambles como la Orquesta de Cámara Cadenza. Trasladó su residencia de San Salvador a la Ciudad de México debido a las oportunidades de profesionalizarse en este país.
Alejandra, de pequeña, estudió artes visuales durante seis años y su hermana violín, comenta que “al verla a ella en la sinfónica juvenil en los ensayos y conciertos fue cuando me interesó la música y empecé a estudiar música porque quería estar en la orquesta”.
Nunca ha dejado de enfocarse en la música y su función social desde que viajaba de San Salvador a San Vicente, en programas que sensibilizaban en el arte a los jóvenes marginados para evitar transformarse en mareros y delinquir, a estos se les facilitaban los conocimientos sobre un instrumento musical y los integraban en diversas agrupaciones.
Como promotora cultural ha llevado de gira a la Orquesta Filarmónica de El Salvador con un repertorio ecléctico de música clásica y salvadoreña que interpreta composiciones de don Paco Palaviccini y don Pancho Lara y ha logrado presentarla en espacios como el Museo Nacional de Historia (Castillo de Chapultepec), Museo Soumaya, Casa del Lago Juan José Arreola, Audiorama, Rinconada de los Ahuehuetes y Kiosco del Pueblo del Bosque de Chapultepec y en otros estados como Puebla y Michoacán.
Actualmente forma parte de los once directores y 57 ejecutantes del programa Do Re Mi de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de México que está a punto de lanzarse.
LAURI GARCÍA DUEÑAS, SIEMPRE HUMANA

Lauri siempre se ha tomado muy en serio el oficio de la poesía, cuando la conocí era una poeta del megáfono, así se llamaba un colectivo de mujeres de diversas nacionalidades que mediante el descubrimiento fortuito del altavoz lo empezaron a utilizar en espacios disimiles para leer sus creaciones.
En ese tiempo, Lauri estudiaba la maestría en Comunicación y Cultura en la UNAM, becada por la Fundación Heinrich Boll, y demostraba ser una de las poetas jóvenes más vigorosas y versátiles de su generación. Contaba en su haber, además de un poemario, con la investigación El asesinato de Roque Dalton: Mapa de un largo silencio escrito en coautoría con Javier Espinosa en 2004 y que posteriormente fue publicado.
El libro sobre Roque Dalton, reflejaba el rigor y la acuciosidad de una escritora joven sobre un caso que 50 años después sigue sin aclararse.
En una lectura de tantas, en las que hemos participado ella y yo, me impresionó su capacidad de memorizar sus poemas construidos con versos largos y transmitirlos con la intensidad propia del bardo, privilegio que a algunos se nos hace inalcanzable.
Teniendo como base su disciplina y de tratar el verso como una orfebre fue escribiendo poemarios hasta contar con nueve en la actualidad, además de obras de teatro y una novela.
Recientemente fue galardonada con la tercera edición del premio “Alfonso Kijadurías” por su poemario Humana. Su materia prima: su propia sensibilidad siendo feminista, madre de familia, humana desde el tuétano y la raíz, a la que le duelen la piel y la entraña de sus semejantes.
A ella le da igual leer en Nairobi o Tijuana, es una espléndida tallerista de escritura creativa en el que fomenta que las voces de sus participantes pueden cambiar al mundo.
Sin duda, hay que creerle.
ALEXIA MIRANDA: DE NUEVA YORK HASTA HABITAR EL MIRIÑAQUE

Ella tiene una voz fina, pareciera pedir permiso para hablar, y en el acto del performance se transforma, juega con las emociones y multiplica con su cuerpo su capacidad de transmitir.
Su arte transita en el campo minado del territorio conceptual y sale avante entre tanta trampa y falsos orgullos nacionalistas, Alexia como artista integral tiene una amplísima trayectoria que va desde escribir y publicar poemas en periódicos, ser yogi una buena parte de su tiempo, idear performances y ejecutarlos en diversos lugares del mundo y además, concretar piezas artísticas vivas para que la gente se apropie de ellas.
Jorge Ávalos, escritor salvadoreño, en su espléndido ensayo “Sobre Alexia Miranda” elaborado a propósito de la primera retrospectiva de su obra en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, en 2023, afirmó que “Al crear sus instalaciones, Alexia se posesiona de espacios vacíos, como si se tratasen de geografías marcadas por la ausencia. Con un empeño invencible, más inspirado que realista al inicio, ella conquista esos espacios vacíos con la solidaridad, con un llamado al público, que al final se une a ella para sanar ese desamparo por medio de la creación de un refugio, de un tejido colectivo para ser ocupado por quienquiera que lo necesite”.
Este es el caso de la obra La Casa, La Enagua. Un tejido sonoro para habitar, la última pieza de Alexia Miranda, actualmente expuesta en el Museo Ex Teresa Arte Actual de la Ciudad de México.
La pieza se refiere a un miriñaque, una armazón que utilizaban las mujeres en el siglo XIX debajo de la vestimenta para alzar y dar vuelo a las faldas, un instrumento de opresión que Alexia transforma en el territorio fusionado de la inclusión y la equidad.
Para Alexia ha llegado al tiempo en que su obra merece retrospectivas sin dejar de ver el futuro, porque ella apenas comienza a desbocar su talento.
MARCELA ZAMORA EN LA TIERRA IMAGINARIA QUE ES DE TODOS Y DE NADIE

En enero de 2015, Marcela Zamora asistió a una conferencia de prensa en el Audiorama del Bosque de Chapultepec en la que se anunciaba la programación del Festival Ambulante de ese año, uno de los documentales estelares era “El cuarto de los huesos”.
Marcela tenía un camino recorrido como documentalista, con media docena de premios y otro tanto de filmes realizados con los que llegó a enriquecer un territorio casi inexplorado en la cinematografía nacional. Los productores y directores de cine en la historia salvadoreña han sido escasos, pero en el último cuarto de siglo con la aparición de nuevos acervos al alcance de todos, se ha fomentado una avidez de materiales audiovisuales.
Su labor como directora ayudó a suplir la carencia de fuentes fidedignas para reconstruir hechos consumados. Un documental se apoya per se en entrevistas, y estas son un revulsivo para contar historias y un valioso aporte testimonial.
Un salvadoreño promedio, difícilmente guarda distancia al ver “María en tierra de nadie” porque todos poseen a algún conocido, amigo o familiar que ha cruzado la frontera y que con sus remesas sostiene al país. Entonces se genera una catarsis inmediata con los personajes. La mirada testigo de Marcela, y su formación periodística le permite conservar una dualidad que refleja crudeza y ternura, una mezcla conmovedora de realismo aterrador.
En “Los ofendidos” entrevista a su padre el Dr. Rubén Zamora que narra cuando fue capturado y torturado durante 33 días en el cuartel de la Policía Nacional, el famoso palacio negro, este lapso marcó los previos de la guerra civil en 1977, una paz engañosa en tiempos convulsos.
Hoy Marcela, aguarda sigilosa en esa tierra imaginaria que es de todos y de nadie, para continuar con su espléndida obra, la coyuntura no es la ideal para expresar lo que se lleva dentro, habrá mejores circunstancias y el silencio, como decía la canción de Gustavo Cerati, no es tiempo perdido.
Habrá que esperarla.
ELENA SALAMANCA, POETA Y ACADÉMICA CREATIVA DESDE SU LANDSMODER

A Elena le dolió la guerra más que a nadie, no es para menos, siendo una niña asesinaron a su padre. Lo que ella relata es intenso y conmovedor. Sus recuerdos suelen ser del colectivo, porque todos nos proyectamos con esos sentimientos desgarradores que producen la ausencia y el desamparo.
Sus lectores conocemos a su abuela, a su madre y a su hermana, y al inmenso amor que le profesa a la tierra en que nació y en general a Centroamérica a la que llamó María, igual a su segundo nombre. Centroamérica María o María Centroamérica. Ella es unionista declarada y ferviente admiradora de Francisco Morazán.
Elena sobresale entre las escritoras indispensables y universales, su poesía es sustancial y lo que investiga brinda luces ante la oscuridad del olvido. Es candidata al doctorado en historia por el Colegio de México, una institución de altísimas exigencias académicas caracterizada por su selectividad en su alumnado, y que está enfocada en la formación de investigadores.
Fue la única salvadoreña en obtener una residencia para escritores en la Universidad de Iowa, programa con más de cinco décadas de existencia en el que han participado 1625 escritores de 160 países y cuyos fondos gubernamentales fueron retirados recientemente, por el Departamento de Estado, al considerarlos un gasto suntuoso.
Elena sigue participando en conferencias, escribiendo capítulos de libros de historia o arte y poemarios, reside por temporadas en San Salvador y la Ciudad de México.